“La desaparición de Lydia Harvey”: la dolorosa historia de una mujer secuestrada hace 110 años
La desgarradora historia de Lydia Harvey revela el sufrimiento al que muchas mujeres han sido sometidas a través de los años. Tristemente, no mucho ha cambiado con el tiempo.
El tráfico humano es una de las peores lacras de la sociedad. Afecta a millones de personas en el mundo entero, especialmente a mujeres y niños. Y si creías que es un problema moderno, estás muy equivocado.
Así lo demuestra la historia de Lydia Harvey. La joven de 16 años fue secuestrada de Nueva Zelanda en 1910 y obligada a vender su cuerpo en las calles de Argentina e Inglaterra.
Todo comenzó cuando la madre de Lydia, una mucama, cocinera y niñera que trabajaba 70 horas a la semana, no pudo seguir manteniéndola. La joven se enteró de que podía ganar el doble del sueldo de su madre como aprendiz de fotografía.
Aceptó la oferta de una tal Sra. Cellis, quien estaba a punto de partir a Sudamérica con su marido. Lo que Lydia no sabía es que ese viaje sería su perdición.
El verdadero nombre de la "Sra. Cellis" era Veronique White. Ella y su acompañante, Antonio Carvelli, eran traficantes de personas. Obligaron a Lydia a prostituirse—primero en Buenos Aires, y luego en Londres.
Seis meses después, dio a parar en un hospital especializado en enfermedades venéreas femeninas, una suerte de cárcel médica en Londres frecuentada por prostitutas. Se negaba a contar lo sucedido.
Sus captores la habían amenazado con denunciarla con las autoridades y contarle a su madre todo lo que había hecho viajando con ellos. Además, le dijeron que les debía el costo de pasajes y estadías en ambos países, y la hospitalización.
Mujer esposada. | Foto: Shutterstock
Este tipo de tramas son típicas de las mafias criminales que trafican humanos hasta el sol de hoy. Pero lo que Lydia hizo al respecto fue realmente extraordinario.
En vez de ser apabullada, Harvey decidió denunciar a sus captores ante la ley británica. Su insistencia fue tal que logró llevarlos a juicio, y su testimonio fue crucial para encerrarlos.
Tristemente, White y Carvelli fueron liberados de prisión en menos de seis meses. Al poco tiempo volvieron a cometer las mismas fechorías. Pero Lydia logró recuperar su libertad.
Sin embargo, eso no fue suficiente para darle un final feliz a su historia. Las autoridades le concedieron la repatriación, pero pasaron años sin procurar los fondos para costear el pasaje.
Silueta de mujer. | Foto: Shutterstock
Una colecta en la comunidad fue lo único que le permitió volver a su hogar. A través de Scotland Yard, un trabajo de limpieza en un hospital estaba esperándola en Nueva Zelanda.
Su triste periplo comenzó escapando de su país para buscar un futuro mejor, y terminó volviendo al mismo lugar, para desempeñar el mismo trabajo de su padre.
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