Así es cómo el padre de Gabriel Cruz encontró consuelo en un grupo de niños con Síndrome de Down
Cuando Gabriel Cruz fue asesinado hace un año, su padre, Ángel, cayó en depresión. Se trataba de la peor pesadilla que puede vivir un papá o una mamá, una pesadilla hecha realidad.
Pero no se trató de cualquier cosa. El caso de la muerte del niño resultó aún más atroz pues fue su madrastra quien le quitó la vida, misma quien ayudó con las labores de búsqueda cuando Gabriel desapareció esa tarde del 27 de febrero de 2018, en Las Hortichuelas, Almería.
Según su defensa, Ana Julia Quezada mató accidentalmente a Gabriel al taparle la boca para evitar que él siguiera diciéndole cosas feas. Sí, un pequeño de 8 años terminó asfixiado por actuar como lo que era, un simple niño.
Luego de este terrible hecho, la familia del pequeño ha tenido que lidiar con un dolor incesante a diario.
Incluso Ángel confesó recientemente que ha pensado en quitarse la vida. Lleva una lucha dentro de sí que lo hace sentirse culpable por lo que le sucedió a su hijo, pero él no se va a rendir.
El padre de ‘pescaito’ ha decidido vivir su vida, enfrentando la realidad con dignidad: Entrena a un equipo de fútbol conformado por 40 personas con discapacidad intelectual de la Unión Deportiva Almería.
Gracias a ellos, Ángel Cruz ha logrado seguir adelante, eso sí, mientras reclama justicia para su hijo.
En declaraciones a Telecinco, Cruz admitió sentirse mejor, cómodo y tranquilo, pues recibe más de lo que él les da.
Estos niños que juegan en el campo le abrazan y confían en él; se han vuelto la terapia que Ángel necesitaba tan desesperadamente para dejar de preguntarse constantemente qué hubiera podido hacer para evitar la muerte de su pequeño.
Lo cierto es que se ve la buena relación que mantiene con sus jugadores, que no cesan de hablarle o, incluso, de abrazarle. Muestras de cariño desinteresado que le ayudan a lidiar con su trauma.
ANA JULIA QUEZADA DICE QUE SOLO MERECE 3 AÑOS DE CÁRCEL
Hace varios días, la defensa de la autora confesa de la muerte de Gabriel, Ana Julia Quezada, pide para la mujer una pena de tres años de prisión por un delito de homicidio imprudente o de diez años en el caso de estimarse la comisión de un homicidio doloso.
La representación de Quezada dice que el fallecimiento de Gabriel se dio por una disputa entre el niño y la mujer -que era pareja del papá del pequeño-, negando que se trate de un crimen planificado, como se le acusa.
Ellos sostienen que el 27 de febrero de 2018, tras comer en casa de la abuela de Gabriel en Las Hortichuelas Bajas, Quezada le pidió tanto a la señora como al niño que la acompañasen a pintar una puerta en la finca de su pareja, padre del menor, en Rodalquilar.
La abuela quiso quedarse en casa y el pequeño jugando con otros niños. No obstante, cuando Quezada salió en coche, se encontró con él y le dijo que estaba haciendo tiempo porque era “muy pronto” para ir a casa de sus primos, por lo que le propuso de nuevo que la acompañara a la finca.
Ya en Rodalquilar, Gabriel se puso a jugar con un hacha y, cuando Quezada le pidió que parara, el niño “entró en la vivienda y le dijo que se callara, que siempre le estaba diciendo lo que tenía que hacer; que quería que su padre estuviera con su madre y no con ella, que era una negra fea; insultándole y negándose a entregarle el hacha”.
Quezada presuntamente intentó quitarle la peligrosa herramienta, y le tapó la boca “apretándola con la intención de que se callara” y que “tras breves momentos, éste ya no respiraba”.
Los representantes legales de Quezada entonces reclaman la pena citada por un homicidio imprudente en el que, según ellos, concurre, la atenuante analógica de confesión tardía de los hechos. Lee más de esta historia, aquí.