"Mami, no quiero morir": Adolescente siente terror de salir de su casa después de la cuarentena

Una joven de 17 años con varios problemas de salud, desarrolló un miedo a salir de casa e interactuar con los demás. Tras meses de aislamiento debido al coronavirus.

La pandemia de COVID-19 ha afectado sin duda a millones de vidas, no solo física sino también psicológicamente. Personas de varias generaciones tuvieron que poner sus vidas en pausa y aislarse para detener la propagación del virus.

Como resultado, algunos desarrollaron traumas, ansiedad y otras enfermedades mentales. Una chica de 17 años, Vanessa Ezeh, está entre ellos.

Tanto Vanessa como su hermana tienen anemia falciforme, lo que las incluye en la categoría de pacientes de alto riesgo. Sin embargo, Vanessa se enfrenta a otros retos. En febrero de 2021, necesitó un trasplante de médula ósea. Su hermano menor fue el donante.

Durante su recuperación, Vanessa sufrió derrames cerebrales y luchó por sobrevivir en la unidad de cuidados intensivos. Además, padece la enfermedad de Moyamoya, lo que la hizo tener siete accidentes cerebrovasculares desde la temprana edad de cuatro años.

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Los problemas de salud de la adolescente hicieron que tuviese un retraso con respecto a otras personas de su edad, debido a problemas de aprendizaje. Como es lógico, ella y su familia tuvieron que tomar precauciones adicionales en cuanto se propagó el COVID-19.

Su familia se encerró, incluso antes de que se produjera el primer confinamiento oficial en Inglaterra. Como resultado, Vanessa dejó de asistir a su escuela especial, mientras que sus hermanos se retiraron de sus escuelas regulares. Su madre, Bukie, contó:

"Sabíamos que si el Covid entraba en nuestra casa, podía morir. Todo el mundo entró en pánico. Creo que yo fui la que más entró en pánico. Vanessa estaba muy asustada por todas las noticias y los niños que hablaban en la escuela".

En un momento dado, Vanessa se dirigió a su madre y le dijo: "Mami, no quiero morir". Las cosas fueron cuesta abajo para la salud mental de Vanessa.

La familia también tuvo que cambiar su dinámica para proteger a la adolescente. El marido de Bukie dejó su trabajo y ella se cambió a uno remoto, para hacerle compañía a Vanessa.

Cuando la situación de COVID-19 mejoró, Vanessa empeoró. La chica que antes era feliz, extrovertida y simpática se volvió enfadada, aislada y retraída.

Según Bukie, su hija ya no habla con personas ajenas a la familia, a veces ni siquiera con sus propios hermanos. En su lugar, la joven se queda en su habitación y juega con muñecas.

También se niega a pasear por su jardín, ya que sigue teniendo miedo de contraer el virus. Actualmente, la organización benéfica ‘Rainbow Trust Children's Charity’ está ayudando a la familia a atravesar este difícil momento.

La directora de la organización, Anne Harris, afirmó que la consecuencia del aislamiento y la falta de contacto social de los niños enfermos "les hace temer por su salud y su futuro, con niveles de ansiedad cada vez mayores".

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En estos casos es necesario el apoyo emocional de la familia del niño. Aunque Bukie también ha desarrollado ansiedad, cree que las cosas mejorarán con el tiempo.

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