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Una mujer ofrece ayuda a un indigente. | Foto: Shutterstock
Una mujer ofrece ayuda a un indigente. | Foto: Shutterstock

Hombre abandona a su familia: 20 años después, hija ve a mendigo y reconoce a su padre - Historia del día

Mayra Pérez
24 dic 2021
18:35

Una mujer reconoce al padre que la abandonó de niña mientras fotografiaba personas de la calle. Era un indigente que vagaba por las calles de Nueva York.

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Shirley Centeno tenía 10 años cuando el padre que adoraba desapareció sin dejar rastro. En un momento él estaba allí, siempre riendo y bromeando, burlándose de ella y besando a su mamá, y luego se había desvanecido.

No hubo una nota de despedida, ninguna explicación. Shirley y su madre Diana sabían que él no había sido víctima de ningún accidente porque su cámara había desaparecido, al igual que su mochila favorita, su pasaporte y la mitad de los ahorros de la familia. Las había abandonado.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Mientras Diana lloraba impotente, Shirley tenía los ojos secos, sofocada por una rabia terrible. Ella había amado a su padre, lo adoraba. No había nada que Nicolás Centeno pudiera haber hecho que Shirley no hubiera perdonado, excepto esto.

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La desaparición sin dejar rastro o explicación había dejado a su esposa e hija preguntándose qué habían hecho, cómo habían fallado, y creyendo que, de alguna manera, habían sido responsables de lo ocurrido.

Nicolás había sido un fotógrafo talentoso y le había enseñado el oficio a Shirley, por lo que ella se había negado a tomar una cámara hasta su último año en la escuela secundaria.

Quería negar el talento que había heredado de su padre de la misma forma en que él le había negado a ella. Pero de alguna manera se encontró viendo el mundo a través de la cámara.

La caída de la luz y la oscuridad era su lenguaje instintivo, y finalmente se rindió a su pasión. Las atrevidas y crudas fotos de la vida cotidiana de Shirley se hicieron populares rápidamente y ganó un prestigioso premio.

Durante los siguientes 10 años, Shirley viajó por el mundo, capturando la alegría y la miseria de una docena de culturas. Luego recibió una llamada telefónica de una revista famosa.

Querían que ella hiciera una exposición fotográfica sobre la gente de la calle en Nueva York. Shirley estuvo de acuerdo y se subió al siguiente avión a la Gran Manzana, sin imaginar que se encontraría cara a cara con su pasado.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Se sumergió en el triste y aislado mundo de las personas sin hogar, recorrió los oscuros callejones donde dormían, se calentó las manos ante los parpadeantes fuegos que iniciaban en los botes de basura.

Poco a poco fue aceptada y su cámara capturó la soledad de sus vidas. Una noche bajó al viejo sistema de túneles con una mujer llamada Raquel, que quería mostrarle dónde dormía.

En los túneles, decenas de personas sin hogar buscaban refugio del duro invierno de Nueva York, y un hombre, en particular, llamó la atención de Shirley. Estaba acurrucado contra una pared, pero algo en la forma de su cabeza le resultaba familiar.

Ella se le acercó y el indigente levantó una mano como gesto de protección. “¡No me toques!”, gritó. “¡Nunca me toques, nunca debes tocarme!”.

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Era Nicolás Centeno. Sus ojos estaban enrojecidos y cansados, sus labios estaban secos, agrietados y temblorosos. Murmuraba palabras sin sentido. “¡No me toques!”, dijo de nuevo, y se encogió más.

“Papi…”, susurró Shirley. “Ay, papi…”. El dolor y la ira en su corazón fueron desplazados por el amor y la compasión. Ese hombre era una sombra del padre divertido, amoroso y lleno de energía que había visto por última vez 20 años atrás.

Llamó a una ambulancia e hizo que llevaran a su padre al hospital. Fue un proceso horrible con Nicolás gritando a los asistentes que lo dejaran ir; lloraba cada vez que alguien lo tocaba.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Los médicos de la sala psiquiátrica evaluaron a Nicolás y su diagnóstico sorprendió a Shirley. “Señorita Centeno, su padre sufre de trastorno bipolar y sospechamos que también puede ser esquizofrénico”.

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Shirley los miró fijamente. “¿Mi papá? Pero... ¡Siempre estuvo tan cuerdo, tan feliz!”.

El doctor negó con la cabeza. “Durante la fase de la manía, los pacientes están extasiados, creativos, desbordan vitalidad; cuando ocurre la recesión, se sumergen en la depresión”.

“¿Y la medicación…?”, preguntó Shirley. “Mucha gente vive con trastorno bipolar”.

“Algunos pacientes rechazan la medicación, les encanta el lado positivo del trastorno y se quejan de que la medicación los hace sentir ‘muertos’...”, explicó el médico. “Le estamos dando medicamentos a su padre, para que pueda decidir lo que quiere”.

Días después, Shirley entró para ver a un Nicolás muy diferente. Él estaba sentado en silencio y cuando ella entró, él sonrió. “Shirley…”, susurró. “Te pareces a tu mamá…”

“¿Ya sabes quien soy?”, preguntó Shirley. “¿Te acuerdas de mí?”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

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“Te observé durante mucho tiempo”, confesó Nicolás. “Las amaba tanto a las dos, que no podía permanecer alejado… Hasta que empeoré”

“¿Por qué nos dejaste, papá?”, preguntó Shirley en voz baja.

Nicolás negó con la cabeza. “Me diagnosticaron, me dijeron que necesitaba el medicamento, y lo rechacé”, dijo. “Me explicaron que las cosas empeorarían. Fue mi decisión, pero no podía hacerles pasar eso a ti y a tu mamá”.

“Papá”, dijo Shirley. “Por favor, ven a casa. Deja que los médicos te ayuden, déjanos ayudarte. Ya no tienes que estar solo”.

“Tu mamá…”, susurró Nicolás. “Ella debe odiarme”.

Shirley se levantó, fue a la puerta e hizo entrar a Diana, que lloraba. “Ven a casa papá, te necesitamos”, dijo Shirley. Nicolás abrazó a su esposa e hija mientras lloraba. No podía hablar, así que asintió con la cabeza.

Con la ayuda de Shirley, Nicolás inició un programa de concientización para alertar a la población sobre el hecho de que muchas personas sin hogar padecen problemas de salud mental y pueden recibir ayuda. Gracias a ellos, muchos encontraron el camino a casa.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • A veces, los motivos de las personas no son los que parecen. Shirley pensó que su padre los había abandonado sin razón, y la verdad es que se había marchado para evitarles sufrir con su enfermedad.
  • No importa cuán oscuras se pongan las cosas, siempre hay esperanza. Nicolás estaba perdido en su enfermedad, y el destino envió a su hija para salvarlo de la desesperación.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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