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Niño es devuelto por 2 familias adoptivas: trabajadora social detiene la búsqueda tras 10 años

Mayra Pérez
28 abr 2022
02:00

Muchos niños pasan su infancia de un hogar de acogida a otro, mientras sueñan con encontrar el definitivo. Dos familias adoptivas rechazaron a un niño antes de que su asistente social tomara el asunto en sus propias manos.

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Los trabajadores sociales dedican mucho tiempo y energía en unir a los niños con familias ideales. Alrededor de dos tercios de los hijos separados de sus padres biológicos les son devueltos, pero esto no es posible cuando sus hogares no son seguros.

Taylor de niño [Izquierda]; Taylor y Connie Going. [Derecha] | Foto: Facebook.com/connie.going.716 - Facebook.com/taylor.diaz.1656

Taylor de niño [Izquierda]; Taylor y Connie Going. [Derecha] | Foto: Facebook.com/connie.going.716 - Facebook.com/taylor.diaz.1656

Algunos pequeños encuentran estabilidad con sus familias adoptivas, pero a veces su comportamiento puede convertirse en un problema. Los niños que experimentan conflictos a una edad temprana pueden desarrollar problemas de ira y tener dificultades para adaptarse a nuevos entornos.

Un niño con problemas ingresó al sistema de crianza temporal en 2003, cuando solo tenía tres años. Su comportamiento no jugaba a su favor, pero había una luz al final del túnel, y su nombre era Connie Going.

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PASADO DOLOROSO

Taylor pasó los primeros años de su vida tratando de sobrevivir con sus dos hermanas. Sus padres eran adictos, y el niño recibió fuertes castigos desde muy pequeño.

Con el tiempo, desarrolló problemas de ira que se convirtieron en un inconveniente a la hora de ser adoptado.

La trabajadora social Connie Going se sintió muy feliz cuando pudo ubicar a Taylor y a sus hermanas con una misma familia adoptiva. Lamentablemente, su felicidad no duró mucho.

SOLO PROBLEMAS

La familia se quedó con las hermanas, pero enviaron a Taylor de vuelta a un hogar de acogida porque su personalidad chocaba con la de su padre adoptivo. A pesar del revés, Going siguió buscando un hogar definitivo para el pequeño.

Ella confiaba en que encontraría una familia para él: “Todos los niños son adoptables. Hay una familia para cada niño”, dijo con convicción, según recoge CBS News.

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Después de un tiempo, Going pudo encontrar otra familia amorosa para Taylor. Y se sintió desconsolada cuando también lo enviaron de regreso.

“Estaba molesto porque pensé que no se quedarían conmigo. Solo estaba tratando de ponerlos a prueba”, confesó Taylor.

DOLOR FÍSICO

Going, quien había trabajado como trabajadora social durante 15 años manejando más de 2,000 adopciones, estaba devastada por Taylor. Sentía dolor físico por el rechazo que él enfrentaba.

Ella expresó: “Todo lo que podía pensar era en cómo se sentía y cómo se culpaba a sí mismo de nuevo”.

La asistente social de 50 años lo conocía bien y entendía sus arrebatos. Going recordó un incidente en el que el niño arrojó repetidamente una silla contra la pared. Ella entró en la habitación y lo consoló.

“Literalmente saltó a través de la habitación y se arrojó sobre mí y sollozó. Estuvo así durante aproximadamente una hora”, recordó ella, según cita Tampabay.

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“¿POR QUÉ NO ME ADOPTAS?”

Taylor y su asistente social tenían un vínculo muy estrecho, y cuando él tenía diez años, le hizo una pregunta a Going, que la tomó con la guardia baja. Conducía hacia un restaurante cuando él preguntó: “¿Por qué no me adoptas?”.

Going, que tenía dos hijas y estaba en proceso de divorcio, le dio a Taylor una lista de excusas. Le dijo que había una familia mejor para él y no volvió a pensar en su pregunta.

Ella hizo todo lo posible para encontrarle un hogar definitivo y dedicó diez años de su vida a eso. Compartió imágenes de él en segmentos de televisión y consiguió que una ONG le tomara una fotografía y la mostrara entre los niños disponibles para adopción.

Pero todo fue en vano, nadie más parecía interesado en darle un hogar. Going no podía soportar la idea de que Taylor fuera rechazado por tercera vez, así que tomó el asunto en sus propias manos y consideró adoptarlo.

DE TRABAJADORA SOCIAL A MADRE

Y aunque sabía que no sería fácil, sentía que solo era un chico que quería ser amado. En 2013, un tribunal oficializó la adopción y Taylor consiguió la familia con la que siempre había soñado. No era perfecta, pero era la que necesitaba.

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Taylor conocía a Going como la mujer divertida que lo invitaba a cenar, así que le tocó adaptarse a ella como una madre que hacía cumplir las reglas. A pesar de los desafíos, lograron un equilibrio.

En la sala del tribunal, Going le entregó a Taylor un libro especial, “El conejo de terciopelo”, y le dijo que se trataba de un conejo que se volvió real después de sentir el amor.

La conexión entre ellos era innegable y la adopción fue un momento emotivo para todos. Después de una década, el niño finalmente había encontrado su hogar para siempre.

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DESPUÉS DE LA ADOPCIÓN

La relación de Going y Taylor ha seguido creciendo desde entonces, y ella ha logrado manejar sus arrebatos de ira lo mejor que puede. Hubo espejos rotos y momentos tensos, pero después de unos meses, la rabia cesó.

En cierta oportunidad, Taylor le dijo que odiaba todo y que se iba de su casa, a lo que ella respondió: “No me voy a deshacer de ti”. "Él me miró, se quitó la mochila y volvió a entrar."

Con el tiempo, Taylor logró entender que su madre adoptiva no lo iba a rechazar y tampoco iba a dejar de amarlo. Expresó: “Sí, aquí es donde pertenezco. Ella conoce mi peor lado, y todavía se preocupa por mí y todavía me ama”.

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