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Jada | Foto: facebook.com/KidspotAustralia
Jada | Foto: facebook.com/KidspotAustralia

A niña de 8 años le dicen en el colegio que parece embarazada - Sus padres corren a pedir una ecografía

Susana Nunez
02 may 2023
16:00

Cuando la madre de una niña de ocho años se enteró de que en el colegio decían que su hija parecía embarazada, le entró el pánico. A ella no le parecía que nada estaba mal, pero una ecografía reveló algo que la dejó atónita.

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Un susto inesperado siempre es preocupante. Cuando le ocurre al miembro más joven de la familia, las cosas pueden parecer desesperadas e injustas. Leah y su marido, que viven en Sydney, Australia, pensaban que todo iba bien con su hija menor hasta que recibieron informes extraños del colegio.

Jada, de ocho años, parecía sana. Sus padres comentaron que era menuda y frágil, pero siempre había sido de baja estatura y nunca se lo habían cuestionado. Además, era la menor de cuatro hermanos, por lo que pensaban que su falta de energía se debía simplemente a su incapacidad para seguir el ritmo de vida desenfrenado de una familia ajetreada.

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Las cosas cambiaron cuando los niños del colegio de Jada empezaron a decir que parecía embarazada. Leah no pudo evitar enarcar una ceja. Los niños pueden ser malos, pero este parecía un caso excepcional. Aunque ella no había notado nada extraño en su hija, los padres decidieron consultar a un médico.

Noticias inesperadas

Leah y su marido, Viktor, tuvieron a sus tres hijos mayores muy seguidos, y Jada llegó unos años más tarde, para sorpresa de la pareja. A diferencia de sus hermanos, a ella no le gustaban los deportes ni la actividad física y, cuando empezó a nadar, se ponía azul y temblaba al poco rato de estar en el agua.

Jada y su familia pasaron todo un fin de semana en el hospital, con la esperanza de que hubiera una solución para su enfermedad.

Jada había sido pequeña desde que nació, y su madre mencionó: "Era pequeñita, como un palito". Sin embargo, el estómago de la niña empezó a hincharse poco a poco, lo que hizo que sus compañeros de clase y otros compañeros comentaran que parecía embarazada. Leah señaló: "Al principio no nos dimos cuenta, porque la veíamos todos los días".

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Irónicamente, lo que en cualquier otro caso se consideraría una burla en el patio de recreo ayudó a salvar la vida de Jada. Leah tomó nota de los comentarios de los niños y decidió que lo mejor sería investigar más a fondo la situación. Así que ella y su marido llevaron a su niña a hacerse una ecografía.

La cita puso en marcha unos acontecimientos a los que Leah y Viktor nunca pensaron que tendrían que enfrentarse. La madre de cuatro recuerda cómo reaccionó el técnico que le hizo la ecografía tras completar el procedimiento y echar un vistazo al abdomen de Jada. Reflexionó sobre la terrible experiencia conmocionada:

"La llevamos a hacerse una ecografía y el hombre que la hizo... bueno, se le puso la cara blanca".

Leah recuerda que el ecografista les remitió de nuevo a su médico, quien reveló que la hinchazón de la barriga de Jada era consecuencia del aumento de tamaño de todos sus órganos. Tras el terrible veredicto del médico, la familia corrió al hospital para recibir atención de urgencia.

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El diagnóstico de Jada

Jada y su familia pasaron todo un fin de semana en el hospital, con la esperanza de que se encontrara una solución a su enfermedad. Para reducir la hinchazón de sus órganos, el personal del hospital le recetó diuréticos, pero debido a la enorme cantidad de agua que se había acumulado, perdió una enorme cantidad de agua. Recuerda Leah:

"Le dieron diuréticos y Jada perdió cinco kilos de agua. Una enfermera se quedó con nosotras porque perder tanto líquido tan rápidamente la ponía en riesgo de sufrir un paro cardíaco".

Por fin, el lunes siguiente, el hospital encontró a un especialista que podía estudiar el caso de Jada. Claire, especialista en trasplantes, se acercó a la familia para aclarar la situación y les explicó: "Su hija tiene una miocardiopatía restrictiva". Leah señaló que el diagnóstico le sentó como "una bofetada en la cara".

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El diagnóstico significaba que Jada necesitaría un trasplante de corazón, una noticia que conmocionaría incluso a los adultos más endurecidos. El personal médico responsable de la niña procedió a realizar una serie de intrincadas pruebas para preparar el procedimiento necesario, que incluían ecocardiogramas.

Leah y Viktor viajaron a Melbourne para reunirse con el equipo que operaría a su hija. Los padres llegaron a la capital de Victoria, creyendo aún que la pequeña tenía unos cuantos años de vida por delante. Tras reunirse con los cirujanos, médicos y enfermeras asignados al caso, la pareja se dio cuenta de lo grave que era la situación.

La pequeña había sido incluida inmediatamente en la lista de pacientes que más necesitaban un corazón nuevo. El equipo de Melbourne realizó numerosas pruebas más y comunicó a los dos padres que debían proceder al trasplante lo antes posible. Sin embargo, por el momento, la familia tenía que volver a casa.

Tres meses después, el equipo había encontrado el corazón perfecto para Jada, y Leah recibió una llamada pidiéndoles que volvieran a Melbourne. La familia subió a un avión y la madre recordó que durante todo el vuelo estuvo agarrada de la mano de una dulce anciana. Declaró: "Fue emocionante pero tan surrealista".

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La operación

Leah, Viktor y Jada fueron directamente al hospital tras aterrizar, donde una enfermera les acompañó a su habitación. El cirujano se presentó a la familia y el equipo procedió a la operación. Por suerte, no hubo complicaciones, y el especialista regresó con los padres con la buena noticia de que todo había sido un éxito.

El calvario también pasó factura a los padres de Jada, pero Leah comentó que por fin las cosas "encajaban".

Tras la operación, Jada fue trasladada a la UCI, donde las enfermeras la vigilaron mientras se recuperaba. Unas horas más tarde, sus padres pudieron verla, y Leah recordó: "Entramos en la UCI horas después; nada puede prepararte para eso. Me sentí como si hubiera salido de mi propio cuerpo, estaba entumecida. Estaba allí tendida, como sin vida; fue aterrador".

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Aunque el trasplante fue un éxito, Jada experimentó algunos pequeños contratiempos durante su recuperación, que la mantuvieron en el hospital más tiempo del previsto. Mientras la niña se recuperaba bajo la atenta mirada del personal del hospital, Leah y Viktor permanecieron en un alojamiento que les proporcionó HeartKids.

El corazón donado era casi perfecto para la joven Jada. También recibió la visita de la Fundación Make-A-Wish, que le regaló un gato Sphynx. La niña había elegido este gato sin pelo porque su madre era alérgica y porque había leído que esta raza solía tener problemas de corazón, algo con lo que se sentía identificada.

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A medida que Jada crece, sigue sometiéndose a revisiones periódicas para asegurarse de que el nuevo corazón no es rechazado. Leah se alegró de que la cuarta prueba mostrara un 0% de rechazo, lo que dio muchas esperanzas a la familia. Aunque las pruebas pueden ser desalentadoras y provocar ansiedad, la niña cuenta con el apoyo de su gata, Penny.

El calvario también pasó factura a los padres de Jada, pero Leah comentó que por fin las cosas estaban "encajando". La madre ha aprendido a esperar lo inesperado y está feliz de ver a su hija vivir una vida normal. Dijo efusivamente: "Jada está sana y fuerte ahora, nos sentimos muy bendecidos".

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