Mujer mantiene secreto familiar hasta que su hija adoptiva de 23 años se acerca a artista de 50 - Historia del día
Chloe encontró a su hija adoptiva Alicia en casa, cubierta de pintura al óleo. Sabía que Alicia había estado en el estudio de Orin. Orin, su vecino, era un artista de unos cincuenta años, y Chloe estaba enamorada de él. Para evitar que Alicia cometiera un grave error, Chloe estaba dispuesta a revelar un viejo secreto familiar.
Alicia bajó del autobús, con su diploma universitario bien guardado en la mochila, pero con el corazón lleno de inquietud. Volver a la pequeña y pintoresca ciudad a la que llamaba hogar significaba volver a casa de Chloe, donde todas las normas la asfixiaban como un collar apretado.
Chloe, su madre adoptiva, siempre había sido estricta y había mantenido a raya sus sueños como si fueran cosas salvajes que podrían escapar si se les diera media oportunidad.
Imagen con fines ilustrativos | Foto: Midjourney
La noche de su regreso, Chloe organizó una pequeña cena.
"Es para celebrar tus logros, querida", dijo Chloe, con una sonrisa que no le llegaba a los ojos.
La lista de invitados era corta, pero incluía a Orin, recién llegado al Vecindario y un enigma para la mayoría. Orin era un hombre alto, con el pelo más salado que picante, que acababa de mudarse a la que había sido la casa de sus padres.
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Había pasado los últimos años viajando por todo el país y enseñando arte, un viaje impulsado por el dolor de la pérdida de sus padres. Ahora, al instalarse de nuevo en la casa de su infancia, esperaba encontrar consuelo y quizá reavivar viejas conexiones dentro de la comunidad.
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Orin llamó la atención de Alicia por las sutiles miradas que Chloe le dirigía.
Alicia se fijó en el delicado collar que Chloe había elegido ponerse aquella tarde, una pieza que solía reservar para ocasiones especiales. Estaba claro que Chloe estaba interesada en Orin.
En la mesa, Chloe dirigió su atención a Alicia.
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"Bueno, Alicia, háblanos de tus estudios. Confío en que tu experiencia universitaria haya sido fructífera".
Alicia vaciló.
"Estuvo bien, Chloe. La facultad de Derecho es exactamente como esperaba: totalmente previsible y aburrida, tal como te dije que sería".
Un ligero ceño frunció la frente de Chloe: "Alicia, esos comentarios no son apropiados delante de invitados".
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Sin embargo, la respuesta de Orin aligeró el ambiente. Se rió con ganas, sacudiendo la cabeza.
"Cloe, eres demasiado dura. Deja que la chica diga lo que piensa".
Animada por el apoyo de Orin, los ojos de Alicia brillaron de pasión: "En realidad, siempre he querido pintar. Sueño con comprarme mi primer lienzo y un juego de pinceles con mi primer sueldo".
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Chloe se burló: "Los artistas son gente irresponsable, Alicia. No es una carrera estable".
Orin replicó suavemente: "Yo también pinto, y me parece una actividad digna, no una cuestión de vergüenza".
De repente, el rostro de Orin palideció, y su mano tembló ligeramente tratando de alcanzar su vaso de agua.
"¿Estás bien?", preguntó Alicia, con voz grave.
"Sólo un poco mareado, cariño", murmuró Orin, intentando sonreír a pesar de su malestar.
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Alicia se apresuró a decir: "Deja que te acompañe a casa, Orin. No tienes buen aspecto".
El disgusto de Chloe era palpable, sus labios se tensaron en una fina línea, pero Alicia no esperó su aprobación. Estaba intrigada por Orin y, sobre todo, disfrutaba de la oportunidad de afirmar su independencia.
El interés de Alicia por Orin aumentó porque él la había apoyado durante su conversación y la había defendido de las críticas de Chloe. Además, su implicación en las artes resonaba con sus propios deseos creativos reprimidos.
También había algo extrañamente familiar en su comportamiento, una sensación de misterio y profundidad que la atrajo.
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***
El camino hasta la casa de Orin fue tranquilo; sólo se oían sus pasos en el sendero de grava.
"¿Cómo te encuentras, Orin?", Alicia rompió el silencio por el camino.
"Mucho mejor, gracias", respondió Orin con una sonrisa, retorciéndose el bigote.
Cuando entraron, la golpeó el olor a pintura al óleo y aguarrás. El salón de Orin estaba sembrado de lienzos, algunos terminados, otros meros susurros de lo que podrían llegar a ser. Los ojos de Alicia se abrieron de par en par al contemplar los colores, las pinceladas atrevidas, la emoción descarnada que desprendía cada lienzo.
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"¿Quieres ver el estudio?", la voz de Orin irrumpió en su ensueño.
Alicia asintió, siguiéndole. Sin embargo, al cruzar el umbral, la invadió una oleada de confusión.
Su corazón se aceleró y, sin decir palabra, huyó hacia la noche, dejando a un desconcertado Orin en la puerta. Mientras corría, el aire frío le mordía las mejillas, pero no podía enfriar la agitación que se agitaba en su interior.
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***
A la mañana siguiente, Alicia se sintió atraída de nuevo por la puerta de Orin.
Llamó suavemente a la puerta, con el corazón palpitándole no sólo por los nervios, sino por una incipiente determinación.
Ayer, de pie entre las vívidas salpicaduras de pintura y los lienzos que contenían historias que sólo podía imaginar, una profunda y desconocida agitación de emociones la abrumó.
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No era sólo el arte lo que tiraba de su corazón; era el propio Orin. El miedo a lo desconocido la impulsó a huir.
Pero hoy, la curiosidad la llevó de nuevo a la puerta que ya le era familiar.
Orin abrió la puerta, con una expresión de leve sorpresa que se transformó en calidez.
"Buenos días, Alicia", sonrió.
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Alicia arrastró los pies y lo miró con una sonrisa tentativa.
"¿Te importaría que intentara pintar hoy?", preguntó tímidamente, recordando cómo se había marchado bruscamente el día anterior. "Yo... siento lo de ayer. Me agobié".
"Por supuesto", rió él, con los ojos brillantes de amabilidad. "Me preocupé un poco cuando saliste corriendo. Pensé que te habría asustado con mi 'apasionante' mundo del arte".
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Aliviada por su comprensión, Alicia entró en el estudio. Orin le entregó una bata y juntos se acercaron a un gran lienzo en blanco.
"Pintar consiste en expresar lo que sientes", le explicó, mostrándole cómo coger el pincel. "Deja que tu estado de ánimo guíe tu mano".
Alicia sumergió el pincel en las vibrantes pinturas, y su vacilación inicial se disipó cuando los colores empezaron a mezclarse y a bailar bajo sus pinceladas tímidas pero ansiosas. La sensación de liberación la invadió, un marcado contraste con los confines de los caminos impuestos por Chloe.
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Durante una pausa para evaluar sus progresos, los ojos de Alicia se posaron en un pequeño lunar oscuro de la muñeca de Orin, idéntico al que ella tenía, una curiosa coincidencia que la hizo reírse.
"Fíjate", señaló, sin dejar de sonreír. "Incluso tenemos marcas iguales".
Orin miró el lunar, y su jovialidad se vio empañada por una repentina actitud pensativa, que enmascaró rápidamente.
"Ah, sí, qué coincidencia", murmuró.
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Alicia siguió pintando, perdiendo la noción del tiempo mientras su pincel bailaba sobre el lienzo. Orin la observaba con una sonrisa de aprobación, ofreciéndole de vez en cuando un consejo o una historia sobre sus viajes artísticos.
Cuando el sol empezó a descender, proyectando largas sombras a través de las ventanas del estudio, Alicia levantó la vista, sorprendida por cómo se le había escapado el día.
"Oh, no me había dado cuenta de que se estaba haciendo tan tarde", murmuró, con un ligero pánico en la voz al recordar el habitual toque de queda de Chloe.
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Orin asintió comprensivo. "El tiempo vuela cuando estás creando algo hermoso. Pero quizá deberías volver ahora. No querríamos preocupar a Chloe".
Con un suspiro de pesar, Alicia limpió sus pinceles y se quitó la bata, mientras su mente repasaba los momentos iluminadores del día.
Dio las gracias a Orin por la lección y salió de su casa con el corazón lleno de una nueva pasión.
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***
Más tarde, cuando Alicia entró por la puerta de su casa, todavía con salpicaduras de pintura en la ropa y las mejillas, el ambiente cambió radicalmente. Los ojos de Chloe se entrecerraron en cuanto vio a Alicia.
"¿Dónde has estado?", preguntó Chloe, con un tono gélido.
"Estaba con Orin, aprendiendo a pintar", respondió Alicia, intentando mantener la calma a pesar de su corazón acelerado.
El rostro de Chloe se endureció y agitó su taza de café.
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"Ya te lo he dicho antes, los artistas llevan vidas poco fiables. Y ese hombre es demasiado viejo para ti", dijo, con una mezcla de advertencia y algo más: ¿celos?
"Sólo es un amigo, Chloe", protestó Alicia, pero Chloe la interrumpió.
"Nada más. No vuelvas a verlo", declaró Chloe, acercándose. "No te conviene".
Atónita, Alicia sintió que las paredes de la casa se cerraban a su alrededor. Las palabras de Chloe resonaron en sus oídos: arresto domiciliario. No más visitas a Orin. La nueva libertad de Alicia estaba siendo arrebatada con la misma rapidez con la que había aparecido.
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***
Tras poner a Alicia bajo arresto domiciliario, aún conmocionada por los recientes y tensos intercambios, Chloe decidió dar un paso decisivo con Orin, algo que había estado considerando pero para lo que no había encontrado el valor de actuar hasta ahora.
Al darse cuenta de que necesitaba enmascarar sus verdaderas intenciones, decidió invitar a Orin a cenar bajo el pretexto de que necesitaba ayuda en el jardín.
"Quizá podría ayudar a podar las rosas o dar algún consejo sobre el jardín de hierbas", pensó, elaborando su plan con cuidado.
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Puso la mesa en el jardín, con los cubiertos relucientes y cada pieza colocada con precisión. Chloe eligió su mejor vestido para la ocasión.
Cuando llegó Orin, la escena estaba perfectamente preparada: una mezcla de elegancia informal con un toque de posibilidad romántica.
Mientras se acomodaban, Orin, aparentemente distraído, desvió la conversación hacia Alicia.
"¿Cómo se ha adaptado Alicia después de la universidad? Es muy artística, ¿verdad?", preguntó removiendo su capuchino.
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Chloe, con una sonrisa tensa, respondió: "Alicia lo está haciendo muy bien, explorando cosas diferentes como hacen todos los jóvenes".
Sin embargo, Orin, con mirada pensativa, insistió más, recordando su relación pasada.
"Salí bastante bien con su madre, Kate, antes de que nuestros caminos se separaran. Ya conoces esa historia", dijo, con una mirada intensa y penetrante.
Hizo una pausa y añadió: "Y Alicia tiene una vena artística, me recuerda mucho a ella en la escuela de arte. Incluso el lunar de su mano izquierda, igual que el que tengo yo. Es extraño".
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Al sentir el peso de su mirada y la naturaleza apremiante de sus observaciones, la compostura de Chloe empezó a flaquear.
Cuando Orin se inclinó hacia ella, su voz se suavizó: "Chloe, ¿no hay algo que tengas que contarme sobre Alicia?".
Chloe suspiró, con resignación y miedo en los ojos.
"Orin, hay algo que debo confesarte", empezó, bajando la voz a un susurro. "Alicia... es tu hija".
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Mientras tanto, Alicia, que salía de la casa, se detuvo al oír un susurro procedente del jardín y se acercó a la ventana, picada por la curiosidad. La conversación que oyó la golpeó como un rayo.
A través de la brisa vespertina y los murmullos fragmentados, captó la voz resuelta de Orin:
"Alicia es mi hija, y ahora me corresponde a mí decidir qué es lo mejor para ella. Es hora de que asuma mi responsabilidad".
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Al oír sólo el último comentario de la conversación y malinterpretar el contexto, Alicia sintió una oleada de ira.
"¡Mentiroso!", exclamó, con los pensamientos arremolinados por la traición y el dolor. "¿Crees que puedes entrar en mi vida y apoderarte de ella?".
Impulsada por sus tumultuosas emociones, vio las llaves del automóvil de Chloe brillando sobre la mesa del pasillo.
"De ninguna manera voy a dejar pasar esto", murmuró mientras cogía las llaves y salía furiosa hacia el garaje.
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Cuando arrancó el automóvil, el rugido del motor pareció hacerse eco del caos que había en su mente.
"Le enseñaré lo que pienso de su repentina paternidad", pensó Alicia furiosa mientras conducía hacia la casa de Orin.
"¿Quieres controlar mi vida a través de tu arte? Pues esto es lo que pienso de tu arte", gritó internamente cuando vio el preciado cuadro de Orin en el patio. Acelerando con sombría determinación, Alicia dirigió el automóvil hacia el cuadro.
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"¡Toma esto por tu arte!", gritó al chocar contra el lienzo, el marco astillándose y desgarrándose bajo el impacto, sus acciones una liberación salvaje de sus emociones contenidas.
Sentada entre los escombros, el subidón inicial de adrenalina desapareció rápidamente, dejando a Alicia sintiendo el agudo aguijón de la realidad. Con las prisas y la confusión, no se había abrochado el cinturón de seguridad. Cuando el automóvil se estrelló, su cabeza se echó hacia atrás, golpeando dolorosamente el respaldo de su asiento.
El airbag se desplegó con fuerza, abrasándole la cara con su repentino y abrasivo calor. Alicia se quedó atónita, tocándose con cuidado los puntos doloridos de la cara y la cabeza.
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Podía oír los pasos de Chloe y Odín crujiendo en la grava mientras se acercaban al automóvil.
Le temblaban las manos. La rabia que la había impulsado a cometer aquella imprudencia se mezclaba ahora con el arrepentimiento y la vergüenza al darse cuenta de las consecuencias de sus actos.
***
Tras el impactante accidente, Orin y Chloe llegaron rápidamente hasta Alicia, que estaba aturdida entre los restos retorcidos del automóvil. Orin, con delicadeza, le aplicó un paño frío y húmedo en las heridas.
Empezó a explicarle cosas que Alicia nunca había sabido.
"Quería mucho a tu madre", dijo, con una voz llena de una mezcla de tristeza y pesar. "Éramos unidos, muy unidos. Pero la vida me llevó lejos, a otro estado por mis estudios, y yo... Nunca supe que estaba embarazada. Nunca supe de ti, Alicia".
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Cerca de ella, Chloe, cuya expresión era una compleja trama de culpa y alivio, añadió su propia verdad.
"Me dolió que Orin prefiriera a tu madre antes que a mí. Era mi mejor amiga. Pero cuando falleció después de tu nacimiento, no podía abandonarte. Eras todo lo que quedaba de ella".
Su voz vaciló un poco. "Cuando Orin volvió, pensé... que quizá podríamos ser una familia, todos nosotros".
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Alicia, absorbiendo el peso de estas revelaciones, finalmente respondió: "Deberías habérmelo contado todo. Pero no pasa nada, supongo que ahora todo cambia a mejor".
Ayudando a Alicia a ponerse en pie, se alejaron de los restos, de vuelta al jardín, donde aún les esperaba la noche.
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Se sentaron a cenar, discutiendo sobre el futuro de Alicia.
"Tienes un don para el arte", dijo Orin, alentador. "Es algo que debemos cultivar, no ocultar".
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La velada se desarrolló con nuevos entendimientos y posibilidades, mientras hablaban de posibles escuelas de arte y exposiciones para Alicia. Por fin, Alicia podría explorar su talento, con el pleno apoyo de su nueva familia.
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