A sus 87 años, esta actriz provoca fuertes reacciones por su apariencia - Vea su transformación

• Conocida por sus papeles icónicos y sus numerosos galardones, esta legendaria actriz lleva décadas en la palestra.
• Ha hablado abiertamente de su turbulento matrimonio con una leyenda de Hollywood.
• En la actualidad, atribuye a su fe el mantener los pies en la tierra durante los altibajos de la vida.

A lo largo de su ilustre carrera, ha cautivado al público con inolvidables interpretaciones en varias películas. Con cuatro premios en su haber y 13 nominaciones, se ha ganado un lugar entre la élite de Hollywood.

Sin embargo, es su vida alejada de los focos, incluido su matrimonio con una leyenda de la pantalla, la que revela una historia igual de apasionante. A sus 80 años, reflexiona sobre los sacrificios que hizo por amor y la resistencia que adquirió en el camino. La historia de su transformación va mucho más allá de las apariencias.

La chica dorada de Hollywood y una estrella en el Paseo de la Fama

A lo largo de su ilustre carrera, esta actriz construyó un legado que aún resuena entre el público. Su talento le valió tres nominaciones al Oscar, tres nominaciones al Globo de Oro -una de las cuales ganó- y un Saturn Award.

En junio de 1983, recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, una señal de su impacto duradero en la industria. Sus memorables papeles en películas como "Bob & Carol & Ted & Alice", "The Last of Sheila," "Heaven Can Wait," y "Deathtrap", demostraron su capacidad para dar profundidad a una amplia gama de personajes.

Tanto si interpretaba drama, misterio o comedia, cautivaba al público con cada actuación, convirtiéndose en un nombre muy conocido. Pero incluso cuando su carrera se disparaba, su vida personal estaba llena de retos que acabarían moldeando su visión de la vida y el amor.

Un amor que cambió su vida

A mediados de los 60, se vio envuelta en un romance con el icono de Hollywood, Cary Grant, que la persiguió durante ocho meses antes de que ella aceptara salir con él. Cuando se casaron, ella tenía 28 años y él 61, una diferencia de edad de 33 años.

Desesperadamente enamorada, intentó adaptarse a su visión de la pareja ideal. "Le amaba profundamente y estaba comprometida con él", dijo. Reveló que Grant tenía opiniones muy firmes sobre su aspecto y comportamiento.

"Quería que dejara mi carrera de actriz, y lo hice. Quería que cambiara mi peinado, mi forma de vestir, de andar, de escribir. Y yo deseaba tanto hacerle feliz", recordó.

Las difíciles experiencias infantiles de Grant reaparecían a menudo, añadiendo tensión a su matrimonio. Incluso con los innumerables ajustes que ella hizo, seguía siendo imposible encajar en el ideal de él. "Intentaba cerrar los armarios con más suavidad... intentaba conducir con las dos manos en el volante", contaba ella.

Incluso dejó de correr a saludarle cuando llegaba a casa porque a él no le gustaba. Pero con el tiempo, aprendió una verdad difícil. "Si vas en contra de tus sentimientos más profundos... estás acabado", afirmó. Se dio cuenta de que ningún cambio podría hacer verdaderamente feliz a alguien si no provenía de su interior.

Su matrimonio, que duró tres años, le enseñó la importancia de ser fiel a sí misma. Aunque la pareja compartió momentos hermosos e incluso tuvo una hija, sus diferencias acabaron provocando su separación en 1968.

Alejarse para encontrarse a sí misma

Cuando su matrimonio con Grant se tambaleó, la actriz tomó la difícil, pero poderosa decisión de marcharse, alejándose de una vida que ya no se ajustaba a su verdadero yo. Grant le había propuesto que protagonizaran juntos una película titulada "The Old Man and Me", pero para entonces la tensión de su relación había llegado a un punto de ruptura.

"Ya no podía respirar en ese ambiente", explicó. Reflexionando sobre el final de su matrimonio, compartió una mezcla de arrepentimiento y gratitud, diciendo: "En realidad no quería nada de él. Simplemente le quería. No había ningún plan".

A pesar del dolor, reconoció las experiencias como pasos valiosos en su crecimiento personal, que finalmente la ayudaron a seguir adelante y reconstruirse. "Hay algunos recuerdos felices con Cary", reconoció. "Estoy agradecida por la experiencia. Me ha llevado a ser la mujer que soy hoy".

Con una nueva claridad, empezó a forjar una vida fiel a sus propios valores, dejando de sacrificar su identidad para complacer a los demás. Este viaje de autodescubrimiento se convirtió en un capítulo decisivo de su vida y la encaminó hacia la paz interior y la plenitud.

Reflexiones sobre la maternidad y el rechazo de una oportunidad lucrativa

Aunque su matrimonio con Grant llegó a su fin, le proporcionó una de las mayores alegrías de su vida: su hija Jennifer. Nacida en 1966, Jennifer era la única hija de Grant, un hecho que unió a la actriz y a su exmarido incluso después de su separación. La maternidad le dio un nuevo sentido a su vida y se convirtió en una fuente duradera de satisfacción.

La influencia de Grant permaneció en su vida, incluso después de su muerte en 1986. Apenas una semana después de su fallecimiento, Swifty Lazar, un agente de alto nivel, se puso en contacto con ella y le ofreció "millones" por escribir un libro sobre su época juntos. Ella declinó, no dispuesta a compartir aquellos recuerdos privados por dinero.

Quince años después, Jackie Kennedy, editora de libros, la animó a escribir unas memorias, asegurándole que podría escribir un libro sin centrarse en Grant. Aun así, la actriz prefirió esperar, sabiendo que la curación tenía que ser lo primero. Tardó otros seis años en sentirse preparada.

Cuando finalmente decidió escribir sus memorias, no se centró únicamente en su famoso matrimonio. En su lugar, amplió la historia para explorar las complejidades de las relaciones y el autodescubrimiento.

"Trata de las relaciones y de lo que la gente se hace a sí misma y a los demás bajo ese toldo llamado amor", explicó. Ahora que sigue haciendo apariciones públicas ocasionales, las reacciones a su aspecto son tan variadas como su pasado. Algunos admiran su transformación, mientras que otros la encuentran casi irreconocible.

Enfrentarse a la edad y a las críticas públicas

El año pasado, la actriz hizo una aparición pública que provocó una oleada de reacciones. Tanto los fans como los críticos acudieron a las redes sociales para compartir sus opiniones sobre su aspecto a los 86 años. Los comentarios iban desde la admiración y la sorpresa hasta la crítica más abierta.

Algunos fueron cariñosos y de apoyo, con fans que decían cosas como: "Se ve estupenda a los 86 y caminando, ¿qué más se puede pedir?", y "¡Me alegro de verla por ahí viviendo la vida!"

"Supongo que los 80 son los nuevos 60. ¿Adónde ha ido a parar el tiempo?" Otros fueron menos amables, con comentarios como "Demasiada cirugía" y "¿Qué le ha pasado en la cara?"

La mayoría de los críticos atribuyeron su aspecto a procedimientos cosméticos haciendo comentarios como: "Está irreconocible después de tanta cirugía plástica". Otro observador comentó: "Dyan, deberías haber envejecido con gracia y belleza sin la cirugía".

Aunque las respuestas variaron, subrayaron la fascinación del público por su presencia duradera. Esta mezcla de reacciones también refleja los retos y las presiones de envejecer en la palestra.

Encontrar la fuerza en la fe

En los últimos años, la actriz, Dyan Cannon, ha encontrado la paz y el propósito a través de su fe, a la que atribuye el mérito de ser la base que la mantiene resistente y esperanzada. A sus 80 años, habla abiertamente de su espiritualidad: "Rezar es lo que me mantiene firme".

Conocida por su inquebrantable compromiso con sus creencias, Cannon se describe a sí misma como una "gran chica de Dios" y ha compartido cómo la fe se convirtió en esencial para dar sentido a los retos de la vida. "Después de algunas de las cosas por las que he pasado, no podía encontrarle sentido al mundo, así que tuve que acudir a algo que sí lo tenía", explicó.

Su fe le sirve tanto de ancla personal como de puente para ayudar a los demás. Organiza un estudio bíblico mensual en su casa, que reúne a amigos y miembros de la comunidad. Además, es voluntaria semanal con adictos en recuperación, ofreciéndoles ánimo y apoyo.

Para ella, la fe no consiste solo en creer, sino en contribuir activamente a la vida de los que la rodean, lo que le proporciona una renovada sensación de plenitud en sus últimos años. Reflexionando sobre el viaje que la llevó hasta este punto, dijo una vez: "Tengo que decir que tardé en encontrar la felicidad, pero ahora soy un cachorro feliz".

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