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Niño de 4 años con síndrome de Down ayuda a cuidar de hermanos discapacitados adoptivos

Simon Clark, de 4 años, fue adoptado de Bulgaria el mes pasado por una familia en Salt Lake City, Utah, y aunque no habla inglés, le encanta ayudar a sus hermanos.

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Simon Clark ayuda a sus padres a alimentar y vestir a sus hermanos adoptados, David, de cinco años, y Jon, de seis, ambos con parálisis cerebral, y Alex, de seis, que también tiene síndrome de Down.

Con imágenes adorables, el admirable niño de cuatro años se pasea incansablemente de un deber a otro, en su nuevo hogar en Salt Lake City, Utah, antes de dar los besos de buenas noches.

Simon, conocido oralmente como Zadock, solo ha estado en Estados Unidos durante un mes y también ayuda a sus hermanos a comer con cucharas y jeringas. También se le puede ver jugando con ellos en el jardín o en la sala de estar. Le encanta pasar tiempo con sus nuevos hermanitos.

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Papá Jeremy, de 33 años, un profesor de educación física con experiencia en el entrenamiento de niños con necesidades especiales, dijo:

“Es el cuarto hijo búlgaro que mi esposa y yo hemos adoptado. Ha disfrutado bastante de la compañía de sus hermanos, saltó y comenzó a jugar y cuidar a sus hermanos. Desde que Simon se unió a nosotros, los días se han vuelto más largos, comienzan un poco antes y terminan un poco más tarde y hay más tiempo para ser un buen padre".

Jeremy y su esposa Nicole, de 31 años, siempre han tenido una pasión por la adopción y decidieron desde el principio de su matrimonio que sería una manera de hacer crecer a su familia.

Según Jeremy, el niño es el más verbal de los cuatro hijos. Aunque aún habla búlgaro, ya puede decir "mamá" y "papá".

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A pesar de las dificultades, Jeremy dice que existe una gran alegría al interactuar con niños con necesidades especiales todos los días porque son muy entusiastas.

Este caso nos recuerda al de una pareja gay que adoptó un bebé sin saber que tenía parálisis cerebral. Benicio era un niño con múltiples problemas de salud, fue abandonado a su suerte en un hospital de Rosario, México.

El cuadro médico del recién nacido distaba de ser prometedor. Después de un embarazo sin controles, vino al mundo prematuramente con solo 6 meses de gestación. Pesaba apenas un kilo con 400 gramos.

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La historia de Benicio empezó a correr por la ciudad, hasta llegar a oídos de Pablo y Damián, una pareja gay que estaba deseosa por adoptar a un niño al que brindarle amor.

Se llegaron al centro médico y allí lo conocieron. Aunque solo podían mirarlo a través de una ventana por el delicado estado del bebé, no les importó. Ellos veían como un regalo la responsabilidad de ser padres.

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