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Jaime Morey: un cantante con una carrera llena de altibajos

Diego Rivera Diaz
18 jul 2019
11:42

Jaime Morey fue un cantante español con mucho talento, pero muy mala suerte. Luego de una larga serie de tropiezos y escándalos, falleció víctima del cáncer en 2015.

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Jaime Morey (Alicante, 16 de junio de 1942) fue el cantante que representó a España en su 12° participación en "Eurovisión", en el año 1972, en Edinburgo. Tras generar mucha expectativa, Morey terminó décimo (entre 18). Esa no era la primera vez que la vida le jugaba una mano similar, ni sería la última.

Morey se abrió paso en emisoras de radio y pequeños locales, cantando temas de Charles Aznavour. También fue parte de una Tuna.

En sus comienzos, Morey se ganó la vida vendiendo productos químicos de puerta a puerta. A pesar de su buen parecido, le fue difícil conquistar la fama. Cantó junto a la orquesta en la sala Pasapoga de la Gran Vía, y ya para los 60s se había ganado el apodo de "La voz de arena". En esa época, grabó un memorable dueto con Rocío Durcal en "Acompáñame".

Morey tuvo que competir con grandes como Tito Mora, Luis Gardey y Raphael, sin lograr destacar por encima de tanto talento. Pero su carisma y atractivo fueron suficientes para que resultara seleccionado para Eurovisión en 1972, tras varios intentos. Terminó en el décimo lugar con "Amanece" de Augusto Algueró.

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Aprovechando quizás su momentáneo alto perfil, Morey se casó con María Mollejo a los pocos días del concurso. Mollejo, ardua fan de Morey, se enamoró perdidamente de su ídolo, quien previamente había salido con la cantante Salomé. Su unión con María produjo dos retoños, Sandra y Laura.

Posteriormente, Jaime lo pasó mal, pasando años sin grabar un disco ni conseguir un contrato. Un puñado de temas es lo único que logró producir en la década de los 70s. Probó suerte como actor de telenovelas en México por casi un lustro, volviendo a España en 1983, donde encarnó a "Felipe el Hermoso" en la nefasta "Juana la loca (de vez en cuando)".

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Con la ayuda del compositor de éxitos de Raphael, Manuel Alejandro, Morey intentó recomenzar su carrera con un disco de romanzas de zarzuelas con arreglos modernos, pero fue un intento infructuoso. Su mala racha siguió por años. Irónicamente, solía jactarse de su buena fortuna, afirmando que siempre se gana las qunielas, a la vez que su fama iba en picada.

Con el pasar de los años, Jaime decidió cambiar de negocio y dedicarse a la representación artística, donde consiguió una posición más bien favorable, representando a figuras como María Dolores Pradera.

Para el 2006, con más de 60 años encima, decidió producir un disco conmemorativo, "El último romántico", repleto de melodías italianas de los 60s. Sería su última producción musical y su despedida de los escenarios y estudios.

Como representante, su perfil se vio afectado muy negativamente al resultar saplicado por un escandaloso caso de estafa, conocido como el "caso Gescartera", a raíz de la relación de su hija Laura con Antonio Camacho, señalado como principal responsable del fraude. Para empeorar la situación, Jaime había sido nombrado director general de la empresa.

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Morey siempre sostuvo su inocencia sobre la trama de corrupción, pues él simplemente se sentaba en su oficina todo el día sin hacer nada, leyendo la prensa deportiva y cobrando un cuantioso cheque todos los meses. Siempre supuso que la generosa posición era simplemente un gesto de su futuro yerno,

Eventualmente, el tribunal los declaró inocentes a él y a su hija, pero no sin antes ser enlodados en los tabloides por largo tiempo, un golpe que sin duda afectó su trabajo. Posteriormente, en 2015, Morey falleció, víctima del cáncer.

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Otra impactante biugrafía es la de Lola Flores. La vida de La Faraona ha sido bastante convulsionada, pues no solo ha tenido una carrera musical exitosa, sino que en lo personal ha vivido situaciones deplorables y algunos excesos.

Con una familia bastante humilde que había renunciado a su negocio para obtener el dinero con el que Lola Flores se convirtió en artista, la cantante se las ingenió para retribuirle a sus padres el sacrificio que hicieron por ella.

Pero cuál fue el precio que debió pagar. Lola contó que vendió su cuerpo para ayudar a su mamá y a su papa a tener en su mesa algo más que caldo como único alimento.

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