Paola de Bélgica, una de las más admiradas de la realeza europea a la que no se le permitió divorciarse de su marido
El príncipe Alberto y Paola de Bélgica se conocieron en 1958, durante la recepción por la coronación del papa Juan XXIII.
Alberto jamás imaginó que en esa celebración conocería a la hermosa princesa italiana Paola Ruffo di Calabria. El flechazo entre ambos fue inmediato y en julio de 1959, la pareja se casó en la catedral de Santa Gúdula en Bruselas.
Paola se convirtió en un ícono de la belleza al usar un vestido de Concenttina Bonano para su boda, compitiendo con la actriz de Hollywood Grace Kelly, quien fue nombrada princesa de Mónaco.
El príncipe Alberto de Bélgica y la princesa Paola de Bélgica intercambian anillos en su ceremonia de boda.| Foto: Getty Images
Su matrimonio real y traslado de Italia a Bélgica no fue impedimento para que la joven de 22 años siguiera vistiendo minifalda y disfrutando del rock.
Al principio de la relación todo iba bien, hasta el nacimiento de su primer hijo, Felipe, el ahora rey de los belgas. La situación empezó a complicarse debido a las responsabilidades que conlleva la maternidad.
Paola Ruffo di Calabria posó con un vestido de pino rojo en un jardín de Bélgica el 18 de junio de 1969.| Foto: Getty Images
Dos años más tarde nació la princesa Astrid y luego el príncipe Lorenzo, quien ahora tiene 56 años. De la educación de los niños se encargaron los reyes Balduino y Fabiola.
Tiempo después, Alberto se convirtió en padre de una hija fuera del matrimonio. El monarca tuvo una relación extramarital con Sybille Selys Longchamps, quien es baronesa e hija del embajador de Bélgica en Grecia. Delphine Böel nació en 1968 y el rey la reconoció como su descendencia.
El príncipe Alberto de Bélgica y la princesa Paola de Bélgica anuncian su compromiso el 14 de abril de 1959. | Foto: Getty Images
Ante dicha situación, Paola quiso divorciarse pero el jefe de la Casa Real no se lo permitió. La única separación que podían tener era dormir en alas distintas del palacio.
Con el paso del tiempo, la princesa aceptó su destino y los belgas le perdonaron la falta de preparación que tenía para llegar al trono, así como su desconocimiento de la cultura, la lengua y su exceso de espontaneidad.
La princesa Paola de Bélgica deja la embajada belga para ir de compras a Londres, el 17 de marzo de 1964.| Foto: Getty Images
En 1993, el rey Balduino murió y su hermano Alberto se convirtió en el rey de Bélgica y la princesa Paola en reina consorte.
Durante los 20 años de reinado, la pareja tuvo una relación muy estable. En 2013, el rey Alberto abdicó el trono ante su hijo Felipe.
Paola de Bélgica besa a Alberto de Bélgica durante su última visita oficial como reyes el 19 de julio de 2013.| Foto: Getty Images
Actualmente, el rey emérito de 86 años y la reina Paola, también de 86, siguen muy unidos al menos de cara a la opinión pública.
Al parecer, los años de matrimonio y las dificultades que vivieron fortalecieron la relación de estos importantes miembros de la realeza.