Listas negras y condiciones insoportables: la lucha que marcó el origen del Día de la mujer
Actualmente, el Día Internacional de la Mujer se celebra por todo lo alto. Sin embargo, a principios del siglo XX, las trabajadoras ni soñaban con esta posibilidad.
Las cosas han cambiado radicalmente en las últimas doce décadas. Hoy las mujeres son independientes, capaces de valerse por sí mismas, y pueden estar seguras de que su voz será escuchada de cualquier manera que la proyecten.
Pero las cosas no siempre fueron así. Hasta la segunda década del siglo pasado, las mujeres trabajaban bajo condiciones inhumanas, hasta 75 horas a la semana, y sus quejas por mejoras en los sitios de trabajo eran ignoradas.
Mujeres marchando en el Día Internacional de la Mujer en Algeria. | Foto: Getty Images
Durante esos años, la industria textil era la más rentable del mercado en Nueva York. Facturaba casi 50 millones de dólares (de esa época) al año, y los empresarios estaban viviendo su mejor momento en la gran ciudad.
Los empleados, por su parte, no tenían la misma suerte. Y si se habla del género femenino, no tenían casi suerte en absoluto. Para ellas era prácticamente imposible laborar dignamente. Si se atrevían a protestar, una paliza podría estar esperándolas a la vuelta de la esquina.
Afiche del Día de la Mujer de Roma, Italia de 1975. | Foto: Getty Images
Para el último domingo de febrero de 1909, con varias huelgas realizadas por parte de las mujeres para mejorar sus condiciones de trabajo, se celebró la primera gran manifestación masiva de trabajadoras, que perseguía el mismo objetivo de siempre.
El Partido Socialista Internacional fue el propulsor de la idea, insistiendo en que se debía hacer el último día del segundo mes del año para que las trabajadoras pudiesen participar.
Diseño del Día de la Mujer, dibujado a mano. | Foto: Freepik
En Nueva York, de casi 30.000 trabajadores de empresas textiles, más de 20.000 eran mujeres. Eran prácticamente el motor de esta industria en la ciudad, pero su trabajo, como reseña Vanity Fair, “era tan relevante como silenciado”.
Aunque los hombres representaban la minoría en la división de camiseros y camiseras del sindicato del textil, eran los voceros en el Local 25.
Así, tanto las trabajadoras que eran madres de familia, como las que no, eran vulneradas en todos los sentidos por parte de los capataces de al menos 500 talleres. Además de trastocar su dignidad, estos las mantenían entre rejas con candado durante las horas laborales, que muchas veces se extendían.
Clara Zetkin a la izquierda y Rosa Luxemburgo a la derecha, ambas de tendencia comunista, fueron pioneras en pedir que se revalorizasen los derechos de las mujeres. | Foto: Wikimedia Commons Images
CLARA LEMLICH
“No sabía nada de activismo, sólo tenía audacia", diría Clara Lemlich años después de que el 22 de noviembre de 1909 inspirara a dos decenas de miles de mujeres a protagonizar 'El alzamiento de las 20.000'.
Fue la mayor huelga de las trabajadoras del textil nunca antes vista, misma que marcaría el incipiente Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Lemlich, de solo 23 años para esa fecha, pidió la palabra ese día en el Local 25, donde varios hombres ya se habían parado anteriormente a repetir lo necesario era que les mejoraran el salario que devengaban (unos siete dólares la hora).
Mientras tanto, las mujeres anhelaban al menos ganar lo mismo que los hombres (ellas recibían algunos seis dólares semanales).
Retrato de Clara Lemlich, líder de la Huelga Camisera de 1909-1910 en Nueva York. Fotografía de alrededor de 1910. | Foto: Wikimedia Commons Images
Ese día, Lemlich fue decidida en su discurso: “Soy una chica trabajadora, una de las que ya están en huelga contra condiciones intolerables. Estoy cansada de oír a aquellos que sólo dicen vaguedades. Estamos aquí para decidir si hacemos huelga o no. Y yo propongo que vayamos a la huelga general”, expresó, según Vanity Fair.
Ya había protagonizado al menos tres huelgas para ese momento, una en cada fábrica en la que había trabajado anteriormente. De hecho, dos meses antes de su turno en el Local 25, el patrón de la Triangle Shirtwaist Factory, donde trabajó y protestó, la mandó a golpear con un boxeador callejero y varios “detectives”.
Lejos de intimidarla, la judía y ucraniana, que ya estaba en una lista negra que impedía que la contratasen en ningún taller, presumía de sus golpes y las seis costillas rotas que le dejaron tras la golpiza como una marca de lucha.
Incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York, el 25 de marzo de 1911. | Foto: Wikimedia Commons Images
La joven, que falleció en 1982 a los 96 años de edad, no sabía lo que había logrado con su ímpetu ese 25 de noviembre.
'El Alzamiento de las 20.000' se extendió hasta febrero de 1910, para alcanzar a celebrar el segundo Día Nacional de la Mujer. Para la fecha, todos los países decidieron unirse a la huelga estadounidense, que demostró que las mujeres, aparte de protestar, son muy capaces de cumplir sus objetivos.
Después del tercer Día de la Mujer, algo muy triste ocurrió: la Triangle Shirtwaist Factory, que atentó contra Lemlich, se incendió el 25 de marzo de 1911, matando a 143 personas (123 eran mujeres). Esta fue de las pocas fábricas que no mejoró sus condiciones laborales tras la huelga de 1909-1910.
Así como Clara Lemlich dedicó su vida a defender los derechos de las mujeres a principios del siglo pasado, hoy todavía se mantiene viva la llama en mujeres que, además, tienen la oportunidad de llegar a millones de personas.
Se trata de las colaboradoras del ‘Deluxe’, Sonsoles Ónega, Anabel Alonso, Míriam Díaz-Aroca y Chelo García-Cortés, quienes muy temprano este 8 de marzo reivindicaron su lucha por la importante conmemoración de cada Día Internacional de la Mujer.
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