La tragedia que vivió Jaime Peñafiel con la muerte de su hija de 21 años
La pérdida de un hijo es posiblemente el dolor más grande que experimenta cualquier ser humano. Jaime Peñafiel confiesa jamás haber podido superarlo emocionalmente.
En muchos aspectos, la vida ha sido muy generosa con el afamado periodista Jaime Peñafiel. Incluso a sus 88 años, tuvo la fortuna de sobrevivir al covid-19 que lo puso al borde de la muerte al principio de la pandemia.
Pero desde hace 25 años siente que una parte de él murió al lado de su preciosa hija Isabel. La joven perdió la vida el 20 de junio de 1995. Tenía tan solo 21 años.
Jaime Peñafiel en el Círculo de Bellas Artes el 18 de diciembre de 2018 en Madrid, España. | Foto: Getty Images.
SU ÚNICA HIJA
"Uno se recupera de todo, menos de la muerte de una hija o un hijo. Por lo general, son los hijos los que entierran a los padres. Pero enterrar a una hija y además única…", expresó Peñafiel en una entrevista, según recoge El Español.
La única hija de Peñafiel nació de su primer matrimonio. La pareja se divorció poco después y en 1984 él celebraba su segunda boda con Carmen Alonso, su actual esposa y compañera de vida.
Su hija quiso seguir sus pasos y obtuvo un grado en periodismo. Para Jaime, era una chica preciosa y muy inteligente, por lo que confiesa su brutal sorpresa cuando supo que había caído en las garras de una de las peores drogas, la heroína.
Peñafiel reconoce que no estaba cerca cuando supo que su hija era una adicta que compartía con otros drogadictos. Sin embargo, intentó entenderla y ayudarla, sin éxito.
"NADA PUDIMOS HACER"
Cuando supo que su hija había sufrido una sobredosis, el miedo lo invadió y no fue capaz de afrontar una realidad tan dolorosa. No pudo ir al hospital, donde intentaban salvarle la vida y no pudo verla en el funeral.
"Yo fui un cobarde. Me negué a verla porque tenía pánico a ver su cadáver. Fue su madre la que asumió todo, cosa que también me avergüenza. Tampoco podía hacer nada. Es algo que no he superado, que me perseguirá siempre”, dice Jaime con dolor.
Admite que al no haber visto nunca su cuerpo agonizando o sin vida, a veces se engaña a sí mismo imaginándola viva. Pero la verdad es que emocionalmente, jamás se recuperará.
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