Álvaro Falcó e Isabelle Junot se casan: aquí recordamos su historia de amor
Los padres de Isabelle, Philippe Junot y Nina Wendelboe-Larses, han protagonizado uno de los matrimonios más glamurosos de la jet set del siglo XX.
Ahora, su hija sigue sus pasos tras comprometerse con su novio Álvaro Falcó. La boda está planeada para el 2022 y sellaría el amor que nació entre ellos hace un par de años.
La pareja se conoció en un evento en Gstaad en 2016. Isabelle cuenta que lo saludó por equivocación sin saber que se convertiría más adelante en su esposo.
"En realidad, lo saludé pensando que era otra persona", dijo.
La hija de los Junot creyó que era otro español que no reconocía, pero que debía saludar. Ellos compartieron una plática por un rato y en cuanto se fue, la amiga que acompañaba a Isabelle preguntó sí lo conocía.
"‘¿No es Fulanito?’. Y mi amiga: ‘Qué va’. Y yo: ‘Qué vergüenza’", relató Isabelle. Más tarde esa noche, ella se lo topó de nuevo y le aclaró el error. Entonces, a Falcó le pareció divertida la situación y no paró de reír.
Dos años más tarde, Isabelle se mudó a Madrid y allí se reencontró con este viejo conocido. Empezaron a coincidir en su círculo social y siempre bromeaban con aquel primer encuentro.
La relación entre Isabelle y Álvaro salió a la luz pública en septiembre de 2018, tras asistir a la Corrida Goyesca de Ronda.
Álvaro es primo de Tamara Falcó, con quien tiene una muy buena relación. Después de la muerte de su padre, heredó el título de marqués de Cubas.
Trabaja como director de ventas en una agencia de Marketing Digital y lo combina con su pasión por la música electrónica bajo el sobrenombre de Difalco.
Por su parte, Isabel se formó en la Universidad de Virginia para ser actriz, pero ahora se dedica a ser coach nutricional. Cabe anotar que la pareja ya vive junta en un piso en el centro de Madrid, donde suelen verse paseando por los alrededores.
Isabelle estará concentrada en preparar la boda y, por ahora, la maternidad no es una prioridad. Ella afirmó que le gustaría ser madre en unos tres o cuatro años, así que la pareja tendrá un poco más de tiempo para disfrutar de la compañía mutua.