Estaba en coma y escuché a mi esposa decir: "Nuestro plan funcionó" - Historia del día
Tuve un accidente y caí en coma, pero resultó ser una bendición disfrazada porque mi esposa y su concubino estaban detrás de todo. Pensaron que no viviría, pero lo hice.
"¿Moriré hoy?", ese era el pensamiento que corría por mi cabeza mientras pisaba los frenos de mi auto. Había estado conduciendo rápido para regresar con mi esposa Eleonor, quien me había llamado para decirme que había un intruso en nuestra casa.
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Conducía a 80 km/h cuando un joven pelirrojo se atravesó en plena carretera. Pisé los frenos y no obtuve respuesta, así que para evitar atropellar al niño que literalmente había salido de la nada, giré el volante fuertemente y mi vehículo se volcó varias veces. Perdí el conocimiento.
Cuando retomé la conciencia, estaba en un hospital. Sentía dolor en todo el cuerpo y no podía abrir los ojos, a pesar de estar muy consciente de todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Mi boca tampoco respondía, aunque intenté hablar varias veces.
Durante mucho tiempo, todo lo que escuché fue el “bip bip bip” de las máquinas a las que estaba conectado. Las enfermeras entraban a revisar mis signos vitales y asegurarse de que estuviera estable, pero después de que se iban, no había nada que yo pudiera hacer. Así que seguía tratando de que mi cuerpo respondiera.
Después de varias horas, escuché que alguien entraba en mi habitación. Una vez más intenté abrir los ojos, pero no pasó nada. La persona que entró olía familiar, y cuando habló, confirmé que era mi esposa.
Me alegré mucho, pero no pude demostrarlo. Fue una experiencia desgarradora. Esperaba escucharla sollozar por la extensión de mis heridas, pero en cambio, la escuché marcar un número. Cuando la persona atendió su llamada, sus palabras me sorprendieron.
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"Alberto no murió, cariño", dijo. "Debería haber sabido que el mecánico al que le pagué para manipular sus frenos haría un trabajo terrible". No pude escuchar lo que la otra persona le dijo a Eleonor, pero ella respondió con una carcajada.
"No te preocupes, querido", dijo. "Alberto es un vegetal en este momento y el médico dice que es probable que se quede así".
Estaba dolido y me sentía traicionado. En ese momento, intenté con todas mis fuerzas hacer que mi cuerpo volviera a funcionar, pero no tuve éxito. Mi esposa se fue después de unos minutos, pero el impacto de lo que había descubierto se quedó conmigo.
Después de una hora, escuché que la puerta de mi habitación se abría nuevamente. Esta vez escuché a un niño pequeño hablar. "¿Es este el hombre que me salvó la vida?", preguntó.
"Sí, Arturo, es él”, respondió una voz femenina. "Dale las gracias".
"Gracias, señor", dijo rápidamente el niño. "Espero que se mejore pronto".
La mujer me tomó de la mano y sollozó mientras me daba las gracias. Era la madre del niño y había venido a mostrar su gratitud por mi acto heroico. Por primera vez en ese terrible día, me sentí un poco mejor.
Arturo y su madre me seguían visitando todos los días, tal vez por culpa, pero parecía más una forma de agradecimiento. Ella me limpiaba y se aseguraba de que permaneciera presentable. Me afeitaba la barba casi a diario.
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Cada vez que venía, me traía una novela que me leía con su melodiosa voz, y me encontré deseando abrir los ojos solo para ver cómo era ella. Se había presentado un día como Jenny, pero no sabía cómo lucía.
Todo se sentía como una tortura, excepto cuando ella venía. Me di cuenta de que estaba enamorándome. Mi esposa no se había molestado en visitarme ni una sola vez después del primer día, y sabía que probablemente se encontraba en algún lugar gastando el dinero que tanto me costó ganar.
Aproximadamente dos meses después, Jenny y su hijo me visitaron con noticias tristes. Se iban a mudar a otra ciudad para vivir con su madre porque se habían endeudado. Habían venido a despedirse, y me deseaban una recuperación completa.
Cuando Jenny me contó sobre su mudanza, mi corazón se rompió y comencé a sentir genuino pánico. No quería que se fuera. Una lágrima corrió por mi mejilla. Me sentía indefenso.
Jenny vio la lágrima y fue a buscar al médico. Regresaron juntos y siguieron intentando que abriera los ojos. Finalmente lo logré porque quería desesperadamente verla.
Cuando lo hice, ella estaba realmente feliz y me enamoré aún más. El médico me preguntó si quería comunicarme con mi esposa de inmediato, pero le dije que prefería sorprenderla. Tenía un plan.
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Una hora después de despertar, le pedí a la enfermera que la llamara y le dijera que había fallecido. Cuando se enteró, se apresuró al hospital para confirmarlo. Al enterarse de que me habían trasladado a la morgue, sacó su teléfono y le dijo con entusiasmo al hombre con el que hablaba: "¡Nuestro plan funcionó!".
Sin que Leonor lo supiera, yo la estaba mirando, y cuando terminó la llamada, me paré frente a ella. Estaba tan asustada que gritó: "¡Fantasma!".
Fue realmente gracioso, pero no me reí cuando le dije que ya no quería tener nada que ver con ella. Le revelé mi intención de divorciarme, lo que significaba que no podría heredar mi propiedad.
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También le hice saber que la pondría tras las rejas si intentaba hacer más daño. Me suplicó, pero le conté que escuché su llamada telefónica el día que ingresé en el hospital. Eso la hizo cerrar la boca e irse rápidamente, ante el temor de que yo cambiara de opinión.
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Ayudé a Jenny a deshacerse de su deuda y empezamos a salir poco después. Ahora disfruto pasar tiempo con ella y su hijo Arturito, y nos sentimos muy felices.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El mal nunca triunfa: Eleonor cometió actos malvados solo para apoderarse de la propiedad de Alberto, pero al final, él sobrevivió y sus planes se frustraron.
- Hay una razón para todo: La situación de Alberto era terrible, y parecía que su vida había terminado porque no podía hacer que su cuerpo obedeciera sus órdenes. Pero con el tiempo descubrió que había una fuerza mayor detrás de todo. Lo llevó a Jenny, quien se convirtió en su esposa, y si alguien le pregunta si volvería a vivir todo eso de nuevo, él seguramente diría que sí.
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