Michael J. Fox está agradecido con su esposa Tracy, quien lo sacó de la depresión después de que le diagnosticaran la enfermedad de Parkinson
Michael J. Fox vivió una etapa oscura al ser diagnosticado con la enfermedad de Parkinson. Eligió el alcohol como una forma de afrontarlo, pero le pasó factura.
En 1990, cuando Fox notó que su meñique izquierdo temblaba incontrolablemente, supo que algo andaba mal. Un año después, fue a un neurólogo en Manhattan y le dieron la noticia. Tenía Parkinson en etapa inicial.
El actor se fue a casa y le contó a su esposa, Tracy Pollan. Al principio no sabían qué hacer, así que Fox simplemente trató de olvidar lo que tenía y siguió adelante con su vida.
FINGÍA QUE ESTABA BIEN
Sin embargo, su esposa no pensó que fuera una buena idea. En contra de su consejo, Fox consiguió tantos trabajos como pudo. Podía "fingir" que todo estaba bien, pero el dolor seguía allí.
En aquel momento el actor de 59 años encontró consuelo en el alcohol. Había dejado de beber cuando se casó, y para que su esposa no se enterara ocultaba las botellas.
“Mi primera reacción fue comenzar a beber mucho, solía beber para ir de fiesta, pero después bebía solo y... todos los días”, recordó Michael.
Sin embargo, eso afectó a su joven matrimonio. Michael reveló a People que se estaba aislando de familiares y amigos. La esposa del actor dijo que estaban asustados porque no sabían cómo hacer frente a la enfermedad.
“Fue aterrador porque simplemente no sabes cómo va a resultar. Obviamente, no vas a vivir así por el resto de tu vida”, precisó.
EL ÚLTIMO TRAGO
Las cosas llegaron a su límite después de que el protagonista de ‘Back to the future’ salió con unos amigos para una noche de tragos en 1992.
Cuando llegó a casa estaba tan borracho que se desmayó en el sofá y derramó una lata de cerveza sobre la alfombra.
Tracy y su hija, que en ese momento tenía 3 años, lo encontraron a la mañana siguiente. En lugar de conseguirse con una esposa enojada, encontró a una mujer aburrida. Ella le preguntó si esto era lo que quería de la vida.
Fue entonces cuando decidió que ese sería su último trago. Dio un paso a la vez, comenzó a asistir a reuniones de AA, se puso sobrio y buscó ayuda de un terapeuta. La terapia fue providencial para que el actor aceptara su enfermedad:
“Aceptación no es resignación. Ahora puedo seguir adelante. Puedo iniciar la ‘Fundación Michael J. Fox’. Puedo trabajar con otros pacientes. Puedo estar con mi familia y dejar que se preocupen por mí”, manifestó.
Además de la terapia y la ayuda que recibió de AA, Fox le da crédito a Pollan por mantenerse a su lado y ayudarlo a salir del abismo donde había caído.
MÁS DESAFÍOS
A través de la aceptación, descubrió que su enfermedad es un regalo. En sus memorias de 2002, ‘Lucky Man’, el actor comparte recuerdos sobre su crecimiento en el oeste de Canadá. También habló de su meteórico ascenso al estrellato y el apoyo de su familia y amigos.
En 2018, a Fox le encontraron un tumor en la columna y tuvo que someterse a una cirugía para extirparlo. La enfermedad de Parkinson también hizo que su recuperación fuera más desafiante. Debido a los temblores y la falta de estabilidad que tiene sobre su cuerpo, todo fue mucho más duro.
El actor quiso demostrarle a su familia que podía cuidar de sí mismo. Pero un día estando en casa solo, se cayó y se rompió el brazo. La lesión que tuvo terminó requiriendo 19 tornillos. El incidente lo llevó a la desesperación. El hombre que una vez fue un tipo optimista ahora estaba muy mal.
En 2020, Fox escribió su segunda memoria: ‘No hay tiempo como el futuro: un optimista considera la mortalidad’. Él compartió que las cosas no siempre salen bien, pues a veces se ponen feas.
LA ENFERMEDAD Y SU TRABAJO
Michael J. Fox fue una de las mayores estrellas de Hollywood en los años 80. Antes de interpretar su papel más conocido como Marty McFly, estuvo en la comedia de televisión.
Previo a su meteórico éxito en la industria del entretenimiento, siendo un adolescente abandonó la escuela secundaria en Vancouver para convertirse en actor. Los directores compraron su estilo de actuación único.
Su fuerte era la comedia. Sin embargo, la disposición de Fox a ese género era bastante física. Por lo que cuando la enfermedad de Parkinson lo golpeó, no solo perdió la capacidad de control del cuerpo, sino que también perdió su vehículo de expresión cómica.
Su condición le impidió realizar sus famosas expresiones. Su rostro comenzó a afectarse y terminó con gestos congelados. Hoy en día, Fox es considerado la referencia mundial en lo que respecta a la enfermedad de Parkinson.
No ha habido muchos estudios sobre las posibles causas de la enfermedad. El actor de 59 años cree que podría ser una combinación de contaminación y genética. Pero se enteró de que cuatro actores de ‘Leo & Me’ con los que trabajó siendo un adolescente, también desarrollaron la condición.
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