Trillizas prometen reunirse en 50 años: 2 mujeres se presentan y reciben carta de su hermana - Historia del día
Trillizas prometen encontrarse en un resort en 50 años. Pero cuando llegan, se dan cuenta de que una de las hermanas está desaparecida y reciben una carta de ella unos días después.
María, Daniela y Ruth perdieron a sus padres en un incendio en su casa cuando eran niñas. Después de eso, las hermanas fueron internadas en un orfanato. Tenían solo ocho años cuando todo sucedió, y la vida se volvió más difícil para ellas a medida que pasaba el tiempo.
Un día, una pareja llegó al orfanato y expresó interés en adoptar a Daniela. María estaba angustiada esa noche y durmió junto a ella, abrazándola. Le dijo a la directora del orfanato que no dejaría que su hermana se fuera. "Mamá y papá siempre me decían que cuidara de mi hermana. ¡No voy a dejarla ir!".
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En ese momento, la Sra. Martínez, la directora del orfanato, le explicó amablemente la situación a María y le dijo: "Cariño, es por el bien de tu hermana. Se criará en una familia amorosa. ¿No deseas eso para ella? ¿La quieres ver sola y deprimida todo el tiempo?".
"¡Pero ella no está sola!", replicó María. "¡Estoy aquí con ella, y Ruth también está aquí!".
"Serán sus nuevos padres, María. Y Daniela será feliz con ellos. ¿No la dejarás ir?".
María finalmente cedió, pero no mucho después, Ruth también fue adoptada por una familia, dejándola sola. Extrañaba terriblemente a sus hermanas y pasaba horas hablando de ellas. "Daniela y Ruth... ¿Se olvidaron de mí, señora Martínez?", preguntaba la niña con tristeza.
La directora le sonreía. "¡Por supuesto que no, querida! Les va bien con sus familias, y verás, ¡algún día te reunirás con ellas!".
Cuando María cumplió 23 años, recibió un mensaje de Facebook de una mujer llamada Ana Hernández. ¡No podía creer lo que veía cuando abrió el mensaje y lo leyó! ¡Era Daniela! Sus padres adoptivos la llamaron Ana y ella solicitó conocerla junto con Ruth.
Ella sugirió que regresaran a su ciudad natal para presentar sus respetos en las tumbas de sus padres biológicos.
María, que había estudiado después de dejar el orfanato y trabajaba como maestra de escuela, aceptó de inmediato y, unos días después, se encontró con sus hermanas.
Al principio, no reconoció a Ruth. La había visto por última vez cuando era una niña regordeta, pero ahora se veía deslumbrante y tenía un físico delgado. Daniela no había cambiado mucho, excepto que se había puesto anteojos.
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María se emocionó mientras las tres hermanas estaban sentadas en un restaurante. "¡No pensé que nos reuniríamos así!", dijo llorando. "¡Estoy muy feliz de verlas de nuevo!".
"Y nosotros también, María", agregó Daniela. "¿Recuerdas cuánto lloraste la última vez que dejé el orfanato? ¡Ojalá te hubiera encontrado antes!".
"Ok, chicas, ¡suficiente! ¡Me están haciendo sentir excluida!", intervino Ruth refunfuñando. "¡No es mi culpa que no pueda recordar mucho de lo que pasó!".
Las otras hermanas se echaron a reír y Daniela no dudó en tomarle el pelo a Ruth. "¿En serio? ¿No recuerdas cuando mamá y papá te recogieron de la basura? ¡Con razón te ves diferente a nosotros!".
"¡Chicas! ¡No sean malas! ¡Somos trillizas! ¡Eso significa que mamá y papá nos sacaron a las tres de la basura!", refutó Ruth. Daniela y María no podían dejar de reír.
Estuvieron todo el día juntas, visitaron la tumba de sus padres y, cuando se marchaban, prometieron volver a encontrarse dentro de 50 años. Bromearon diciendo que para entonces serían abuelas. Se abrazaron e intercambiaron números de teléfono y direcciones antes de despedirse.
Pasaron 50 años. Varios acontecimientos ocurrieron en la vida de las hermanas durante ese tiempo. María se convirtió en una orgullosa madre de dos hijas gemelas y un hermoso niño. Ruth estaba divorciada y tenía dos hijos. Daniela tenía una hija y se estableció en el extranjero.
Cuando llegó el momento de volver a encontrarse en el resort que habían acordado, cada una de ellas viajó hasta el lugar, emocionadas de volver a ver a sus hermanas.
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María, como siempre, fue la primera en llegar. Estaba sentada en un banco en el balneario, con un abrigo rojo y zapatos planos blancos. De repente, la sobresaltó una voz. "¿María?".
La mujer mayor se dio la vuelta para ver a Daniela parada allí. Se veía un poco diferente con un nuevo corte de cabello y anteojos redondos, pero María la reconoció en un instante. Le dio un fuerte abrazo cuando se acercó a ella.
"¡Oh, Daniela! ¡Estoy tan contenta de verte de nuevo! Pero, ¿dónde está Ruth?", preguntó ansiosamente.
"¿Se olvidó de la reunión? ¡Ya sabes cómo es! Siempre despistada y olvidadiza".
María se rio y precisó: "Déjame enviarle un mensaje. Es posible que llegue tarde, pero estoy segura de que no olvidará nuestra cita".
María le envió un mensaje de texto a Ruth y el mensaje fue entregado, pero no hubo respuesta. Más tarde ella también la llamó, pero no se pudo comunicar.
La esperaron todo el día y luego decidieron pasar unos días en el balneario. Pensaron que tarde o temprano Ruth llegaría, pero pasaban los días y no se sabía nada de ella.
Por fin, decidieron que era hora de visitar a Ruth. Sin embargo, cuando salían del resort, la recepcionista las detuvo. "¡Señora Suárez!", gritó, corriendo hacia María y Daniela. "Espere por favor."
María se dio la vuelta para ver a una joven que sostenía un sobre. "Me disculpo, señora Suárez. Recibimos una carta, está dirigida a usted y a la señora Tamayo. La recibimos hace unos días, pero la empleada de turno la olvidó por completo. Solo me enteré esta mañana".
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"¿Una carta?”, preguntó María mientras abría el sobre. No había información sobre el remitente en él, pero cuando lo abrió, se dio cuenta de que era de Ruth.
"Queridas, María y Daniela,
Lamento mucho no haber podido asistir a nuestra reunión. Desafortunadamente, no tuve otra opción. Mis hijos me echaron de la casa después de que tuve un derrame cerebral porque no querían cuidarme. Me alegro de estar al menos viva y poder enviarles mi amor. Espero que me perdonen.
Con amor, Ruth".
Después de leer la carta, María y Daniela no podían dejar de llorar. "¡Cómo pudieron esos chicos hacer tal cosa! ¿Cómo pueden simplemente echar a su madre de la casa?", expresó María, furiosa.
"¡Me aseguraré de que se arrepientan de lo que han hecho!", agregó. Las dos hermanas volaron para encontrarse con Ruth.
Cuando llegaron, la hija de Ruth, Ana, abrió la puerta. Ella y su esposo Matías se habían mudado a la casa de Ruth después de echarla. Adán, su hijo, se mudó al extranjero después de eso y se casó.
"¿Qué están haciendo aquí, ustedes dos? Vuelvan más tarde. ¡No las puedo atender!", dijo Ana.
"¿Dónde está Ruth, Ana? ¿A dónde diablos la enviaste?", preguntó María enojada, dando un paso adelante.
"¿Cómo podría saberlo? Esa vieja bruja se fue de casa un día y nunca regresó".
En este punto, Daniela perdió el control y abofeteó a Ana en la cara. "¡Niña desvergonzada! ¡Solo espera hasta que la encontremos! ¡Nos aseguraremos de que te arrepientas de lo que has hecho!". Sin embargo, nunca podrían haber predicho lo que estaba a punto de suceder.
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Pasó una semana. Daniela y María hicieron todo, incluso ir a la policía y usar las redes sociales, pero nada funcionó. No hubo noticias de Ruth. ¿Se había ido de la ciudad? O peor aún, ¿estaba muerta? Las hermanas estaban perplejas, aterrorizadas y preocupadas.
Se detuvieron en un café para tomar una taza de café una noche, cansadas de hacer rondas en otro vecindario en busca de Ruth. De repente notaron a una mujer acurrucada en una esquina. María procedió a ofrecer algo de dinero, pero se tapó la boca con horror al ver el rostro de la mujer. "¿Ruth? ¿Eres tú?".
La mujer miró hacia arriba, sus ojos se llenaron de lágrimas y no podía dejar de llorar. "¡María! ¡Oh, Dios mío! ¿Cómo... cómo pudieron?".
No pudo terminar. Las lágrimas brotaron de sus ojos. Las hermanas no podían creerlo cuando se dieron cuenta de que la vagabunda era Ruth, su alegre y tonta Ruth.
La llevaron adentro del café, ordenaron comida para ella y esa noche la llevaron a un hotel. Ruth reveló que era la primera vez que comía y dormía tranquila en varios años.
Más tarde, las tres hermanas salieron del hotel y se dirigieron a la casa de Ruth con todas sus pertenencias. Ana se congeló cuando abrió la puerta. "Tú… tú... ¿Qué estás haciendo aquí?".
"¡Hazte a un lado! ¡Esta es la casa de nuestra hermana, y hemos venido a pasar tiempo con ella aquí!", dijo María mientras cargaba todas sus pertenencias a la casa y se sentaba en el sofá de la sala.
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"¿Quieren tomarse algunos tragos, hermanas? ¡De repente, la temperatura parece estar muy alta en esta habitación!", se burló de Ana, que estaba parada allí, echando humo por la ira.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Lo que tenga que ser, será: Ruth, Daniela y María estaban destinadas a encontrarse de nuevo, que es exactamente lo que sucedió.
- La vida puede ser brutal a veces, pero no pierdas la esperanza: Daniela y María pasaron por un infierno cuando no pudieron encontrar a Ruth. Incluso les preocupaba que ya no estuviera viva, pero finalmente se volvieron a unir.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.