Anciana viuda viaja a otra ciudad y ve a trillizos que se parecen a su difunto hijo - Historia del día
Una anciana viuda viaja a otro pueblo para cumplir el último deseo de su esposo, pero las cosas toman un giro inesperado cuando se encuentra con un grupo de trillizos de 5 años en una playa. Los niños se parecían mucho a su difunto hijo.
Después de perder a su hijo, Mateo, 17 años antes, Dolores quedó con el alma desolada y apenas tenía deseos de vivir. Pero las cosas se pusieron aún más difíciles para ella cuando su alma gemela falleció debido a un ataque al corazón hacía tan solo tres meses.
Miguel era un hombre corpulento con una gran sonrisa en el rostro y había ayudado a Dolores a sobrellevar la pérdida de su hijo. Pero como él ya no estaba a su alrededor, ella estaba de nuevo en el mismo lugar: deprimida, sola y devastada.
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Dolores no salió de su casa y no habló con nadie durante más de un mes después de la muerte de su esposo. Pero una mañana, se despertó y se dio cuenta de que había estado tan absorta en su dolor que se había olvidado por completo del último deseo de su marido.
Por supuesto, no era agradable recordarlo cuando lo decía, postrado mientras yacía en la cama del hospital, con todo el aparataje a su alrededor. Pero no podía sacar esa expresión de sus pensamientos porque esa fue la última vez que Miguel le sonrió.
"Cariño", había dicho. "Sabes que estos doctores te dirán que no moriré... que de alguna manera lo lograré, pero la verdad es que no creo que tenga mucho tiempo. Así que hay una última cosa que quiero que hagas por mí".
"¡Por favor, deja de decir esas cosas, Miguel!", lo regañó Dolores con amabilidad. "No te irás a ningún lado, ¿de acuerdo? Y no voy a ceder a ningún deseo tonto tuyo. Puedes decirme lo que quieras una vez que te hayas recuperado y hayas regresado a casa".
Miguel se rio débilmente. "Por favor, cariño. Escúchame con atención... Quiero que vayas a mi ciudad natal y encuentres a una mujer llamada Linda Flores. Debes pedirle perdón... ella...".
De repente, Miguel no podía respirar.
"¡Miguel! ¿Qué pasa? ¡Doctores! ¡Enfermera!". Dolores entró en pánico cuando notó que su respiración se volvía irregular. Salió corriendo para pedir ayuda a alguien, pero cuando llegó un médico, Miguel ya no estaba.
"Lo siento", dijo el doctor. "El Sr. Miguel ha muerto".
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Mientras Dolores ahora pensaba en ese fatídico día, no podía dejar de llorar. Pero en el fondo de su mente, se preguntaba quién era Linda Flores. Y así, para saber más sobre ella y cumplir el último deseo de su esposo, voló a su ciudad natal.
Cuando llegó a la casa en la playa donde él había crecido, no podía dejar de llorar. Tenía mucho valor sentimental para él y por eso nunca la había vendido ni alquilado. Ahora que él se había ido, el lugar lucía triste y solitario.
Tenía todas sus fotos aún colgadas en las paredes y sus álbumes escondidos en un cajón. Dolores se deprimió tanto recorriendo la casa que guardaba todos los recuerdos de su marido que decidió dar un paseo por la playa para distraerse.
Se quedó de pie en la fría orilla por un momento. El mar mojaba sus pies y pensaba que, si Miguel todavía hubiera estado vivo, las cosas habrían sido tan diferentes y hermosas.
De repente, una pelota aterrizó muy cerca de ella e interrumpió sus pensamientos. Miró hacia abajo e iba a recogerla cuando un niño corrió a buscarla. "Lo siento, no quería lastimarla". Sonrió, recogió la pelota y salió corriendo.
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Dolores le devolvió la sonrisa. Se dio la vuelta y vio al niño jugando con otros dos niños, que eran idénticos al que buscó la pelota. Eran trillizos, pero lo que asombró a Dolores fue lo mucho que se parecían a Mateo. ¿Cómo era posible?
Decidió seguirlos esa noche para averiguar dónde vivían y notó que caminaron un poco desde la playa hasta una casa en ruinas. Abrieron la puerta solos y entraron.
Esa noche en casa, no podía dejar de pensar en los trillizos y en cómo se parecían a su difunto hijo. Así que decidió hablar con sus padres al día siguiente. Pero cuando llegó, nadie abrió la puerta.
"¿Hola, hay alguien ahí?", gritó de nuevo. Pero no hubo respuestas.
Abatida, hizo un gesto y decidió retirarse del lugar, pero la puerta se abrió de repente y uno de los niños salió del interior. "¿Sí?".
"Buen día, cariño. ¿Puedo hablar con tu mami o tu papi? ¿Están en casa?".
El chico negó con la cabeza. "Mami está enferma, fue al hospital y papá no vive con nosotros".
Dolores lo interrogó: "¿Te quedas aquí solo, cariño? ¿Hay alguien cuidando de ti?".
"La Sra. Gómez solía venir a nuestra casa, pero se cayó y se lastimó. Así que me quedo con mis hermanos Samuel y Ernesto. Mami prometió regresar pronto".
Dolores miró al niño pequeño y vio las condiciones deplorables en las que estaban viviendo. La casa parecía necesitar reparaciones y el niño lucía muy frágil. "¿Cómo te llamas, cariño? ¿Has comido algo?".
"Mi nombre es Tomás. Mami nos dejó un poco de pan. Pero no quiero comerlo. Tengo hambre, y Samuel y Ernesto también tienen hambre".
"Bueno, entonces, Tomás. ¿Qué tal unos sándwiches y galletas? Puedo entrar y prepararlos para ti. ¿Te gustaría eso?".
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Los ojos del chico brillaron. "¡Sí! ¡Las galletas son mis favoritas! ¡Mami también nos hace galletas!".
"Bueno, entonces, ¡hagamos algo para ustedes!".
Dolores preparó comida para los niños y, mientras comían, no podía apartar la mirada de ellos. Parecían estar hambrientos como si no hubieran comido en mucho tiempo.
"¿Cuándo fue tu madre al hospital, Tomás? ¿Sabes a qué hospital fue?", preguntó Dolores cuando el niño terminó de comer.
"Se fue hace dos días. ¡Tengo su dirección!". Corrió a un cajón y volvió con una nota. "Los médicos me dieron esto cuando la ambulancia se llevó a mamá".
Dolores lo abrió para leer el nombre, pero cuando lo vio, quedó impactada y su cuerpo se paralizó. El nombre era Linda Flores y la dirección era un hospital local. Por un breve momento, no podía creer lo que veía y quería conseguir a la mujer de inmediato.
Sin embargo, no quería dejar solos a los trillizos, así que decidió esperar hasta que Linda estuviera en casa. Cuidó de los trillizos durante unos días y finalmente creó un lazo con los chicos.
La Sra. Gómez se ofreció a ayudarla, pero Dolores le dijo que estaría encantada de cuidarlos por su cuenta, y agregó que era una vieja conocida de Linda y había venido a buscarla.
Pero cuando Linda finalmente llegó a casa y vio a Dolores, la joven madre entró en pánico. "¿Quién eres? ¿Y qué haces en mi casa?", preguntó Linda, algo alterada.
"Oh, no me malinterpretes. Puedo explicarlo todo..."
Dolores narró toda la historia de cómo encontró a los trillizos en la playa y comenzó a cuidarlos.
Al escuchar esto, Linda se calmó un poco y se disculpó con ella. "Oh, lo siento… solo estaba asustada. Soy Linda Flores, y tú eres…".
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"Dolores Martínez", dijo con una sonrisa, mirando directamente a los ojos de Linda. De inmediato notó el cambio de expresión de Linda y un extraño miedo en sus ojos en el momento en que mencionó su apellido. "¿Martínez?", susurró Linda. "Quiero decir…"
"Sé que conoces a Miguel, Linda. Él me dijo que viniera aquí y te pidiera perdón. Es extraño que tus hijos se parezcan tanto a mi hijo. En un momento, pensé que mi esposo me engañaba..."
"Por favor, señora Dolores", expresó Linda. "¡No hay nada de eso! ¡Soy la hija de tu marido! ¡Él es mi padre!"
"¿Qué?", manifestó Dolores. Estaba atónita. "¡Pero Miguel nunca lo mencionó!".
"¿Cómo pudo, señora Martínez? Porque todo fue su culpa. Todo comenzó cuando...".
Linda compartió su trágica historia en la que reveló cómo Miguel las abandonó a ella y a su madre hacía años porque no quería hacerse responsable de ellas.
Tenía 15 años en ese entonces y estaba saliendo con la madre de Linda. Sin embargo, cuando quedó embarazada, él simplemente se alejó de sus vidas.
"¡Oh, Dios! Eso es vergonzoso... No puedo creer que Miguel haya hecho eso", dijo Dolores, avergonzada. "¿Qué le pasó a tu madre, cariño? ¿Y por qué están tú y tus hijos solos?".
"Diría que la historia se repitió, señora Weaver. Mamá murió en un accidente y mi esposo me dejó porque no quería cuidar a nuestros hijos. Para ser honesta, me sorprende cómo mi supuesto padre me recuerda. Nunca vino a verme en todos estos años".
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"Lamento mucho eso, Linda. Siento que también es mi culpa. Debí haber insistido en preguntarle sobre su pasado. Creo que por eso quiso pedir perdón en sus últimos días. Me alegro de que lo haya hecho, al menos".
"¿Qué? Oh, no sabía que él..."
Dolores asintió. "Ya no está".
Linda se disculpó con Dolores por su pérdida. "Puedo entender lo terrible que se siente estar solo. Temo que alguien llame a Servicios Sociales y se lleve a mis hijos si se enteran de cómo estamos viviendo. Por eso no dejo que nadie entre. Y es por eso que sentí miedo al verla. Pero gracias, por cuidar de ellos”.
"Está bien, cariño. En realidad, tengo una idea..."
La mujer mayor sugirió que Linda y sus hijos se mudaran a la antigua casa de Miguel y que ella cuidaría de los niños porque se sentía sola después de la muerte de su esposo.
Linda hizo una pausa y luego asintió, con los ojos llorosos. Y desde ese día, Dolores sintió que había sido bendecida con una hermosa hija y tres adorables nietos.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca ocultes tu pasado a tu pareja: Si Miguel le hubiera contado a Dolores sobre Linda, podrían haberla cuidado a ella y a sus hijos.
- Las relaciones pueden ser complicadas, pero la comunicación a menudo ayuda a solucionar las cosas: Después de hablar entre ellas, Linda y Dolores decidieron apoyarse y dejar atrás el pasado.
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