Papá le prohíbe a mamá quedarse con su bebé sin piernas: la niña se convierte en una gimnasta famosa años después
Cuando un padre vio que su bebé nació sin piernas, le dijo a su esposa que no podían quedarse con la niña. A la desconsolada mujer no se le dio otra opción en el asunto, y cuando se separó de su pequeña, se preguntó si alguna vez se volverían a encontrar.
Todos los niños merecen crecer sintiéndose amados, apreciados y protegidos. Tener un hogar seguro y padres amorosos es esencial para su buen desarrollo.
Muchos niños que se vieron privados de la vida familiar han encontrado amorosas familias de acogida y adopción. En AmoMama, nos encanta compartir historias que documentan el poder del amor, la aceptación y la unión. La siguiente es una de esas.
Jennifer Bricker. | Foto: Youtube.com/truly
RENUNCIA A SU BEBÉ
En 1987, una pareja rumana, Camelia y Dumitru Moceanu, dieron la bienvenida a una niña. Tenía grandes ojos marrones y una sonrisa encantadora, pero cuando su padre la vio de cerca, inmediatamente decidió entregarla en el hospital. ¿Por qué hizo eso?
La niña nació sin piernas y su padre temía no poder pagar sus facturas médicas. Según los informes, le comunicó la decisión a su esposa, quien no tuvo voz en el asunto y tampoco la oportunidad de abrazar a su pequeña princesa.
UNA FAMILIA ADOPTIVA AMOROSA
Cuando la pequeña todavía era de meses, fue adoptada por Sharon y Gerald Bricker. La pareja dijo que inmediatamente se enamoraron de ella porque estaba llena de energía y tenía una sonrisa contagiosa.
Los Brickers llevaron a su hija a casa y la nombraron Jennifer. Cuando la adoptaron de un hogar de acogida, les dijeron que la niña nació sin piernas después de que el cordón umbilical cortó el suministro de sangre a sus extremidades inferiores estando en el útero.
Sharon y Gerald llenaron a la pequeña Jennifer de amor y cuidados infinitos y le dieron la confianza para perseguir sus sueños. Se convirtieron en su fuerza cuando se sentía débil y la motivaron. Jennifer también tenía tres hermanos mayores.
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Ella expresó: "Desde que mis padres me adoptaron, no solo dijeron que podía hacer lo que quisiera, sino que creyeron en mí. Decían: '¿Quieres ir a patinar? Ponte los patines en las manos. Encontraremos un modo diferente de hacerlo'".
JOVEN APASIONADA
Jennifer creció sabiendo que era adoptada y que sus padres biológicos eran de Rumania. Señaló que sus padres adoptivos siempre habían sido abiertos acerca de su adopción, y sabía que la razón por la que la abandonaron fue porque no tenía piernas.
A Jennifer le gustaban los juegos de pelota y amaba la gimnasia cuando era niña. Sus padres la alentaron a seguir su pasión y siempre le dejaron claro que ella era la respuesta a sus sentidas oraciones. Al crecer en Illinois, disfrutaba viendo eventos deportivos en la televisión.
En 1996, vio a una compañera rumana durante los Juegos Olímpicos, una niña gimnasta de 14 años, Dominique Moceanu, a quien comenzó a idolatrar con el tiempo. La gimnasta era solo seis años mayor que ella en ese momento y le resultaba muy familiar.
"Me atraía porque nos parecíamos y eso era muy importante para mí", recordó.
Indicó que no conocía a muchos rumanos en los EE.UU. en ese momento, y que de alguna manera se relacionaba con Dominique. Precisó que se veía reflejada en ella porque ambas eran pequeñas y tenían las mismas facciones.
"Sabía que ella era rumana. Sabía que yo era rumana. Tenía esa pequeña personalidad valiente como yo, así que cuando era niña me identificaba con ella", declaró.
UNA INSPIRACIÓN
Cuando Dominique y su equipo ganaron una medalla de oro para los EE.UU. en los Juegos Olímpicos de 1996, Jennifer decidió que ella también quería ser gimnasta. Se sometió a un entrenamiento riguroso y, a los 11 años, se convirtió en campeona de gimnasia.
Mientras tanto, el amor y el aprecio de Jennifer por Dominique aumentaron, y regularmente siguió las actualizaciones de su ídolo. En 1998, descubrió que Dominique, de 17 años, se había emancipado de sus padres.
Cada vez que veía a la medallista de oro, se preguntaba si compartían una conexión. Cuando Jennifer cumplió 16 años, le preguntó a su madre si había algo que no le había dicho sobre su familia biológica. Para su sorpresa, Sharon respondió con un "Sí".
Entonces, la mamá adoptiva de Jennifer reveló que su apellido biológico habría sido Moceanu y recordó: "Inmediatamente, cuando dijo eso, dije: 'Vaya, eso significa que Dominique es mi hermana'".
LA CARTA
Jennifer tardó cuatro años en llegar a su hermana perdida hace mucho tiempo. Le escribió una carta a Dominique, explicándole la situación y contándole cómo fue su inspiración para unirse a la gimnasia. Incluyó copias de todo el papeleo y fotografías de sí misma.
“Instintivamente, tomé la decisión de no decirle que no tenía piernas porque pensé que sería demasiado", contó.
Por otro lado, Dominique había cumplido 26 años y ya no competía profesionalmente. Estaba casada con un compañero atleta y embarazada de su primer hijo. El 10 de diciembre de 2007 encontró la carta de Jennifer en un paquete que había recogido en la oficina de correos.
ENCONTRAR RESPUESTAS
Después de leer la carta, Dominique se quedó desconcertada y, cuando miró las fotos, el parecido era asombroso. Ella recordó: "Esa carta fue el mayor impacto de mi vida y nunca la olvidaré".
Antes de responder a Jennifer, llamó a su madre y le preguntó si había dado en adopción a una niña en 1987. La voz de su progenitora se quebró mientras relataba la desgarradora historia.
Dominique finalmente se armó de valor para escribirle a su hermana, después de darle la bienvenida a su propia hija el día de Navidad.
REUNIÓN POR FIN
Las hermanas perdidas hace mucho tiempo se conocieron en persona en la primavera de 2008, y Jennifer también descubrió que tenía una hermana menor, Christina. Las tres no pudieron evitar adorar lo similares que se veían y prometieron recuperar el tiempo perdido.
Jennifer declaró: "Es muy divertido cada vez que nos juntamos las tres. Y no puedo creer que esta vida loca sea mi vida loca. Y por loca, quiero decir increíble".
Bricker dijo que su padre biológico murió antes de que pudiera conocerlo, pero en enero de 2010, a la edad de 22 años, conoció a su verdadera madre, Camelia. Ellas se abrazaron y Jennifer recordó cómo su progenitora se sentía orgullosa de sus logros.
A lo largo de los años, las tres hermanas han logrado mantenerse en contacto, a pesar de vivir en diferentes estados y de llevar vidas distintas.
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Jennifer viaja constantemente por el mundo como acróbata aérea y oradora motivacional. De hecho, es una verdadera inspiración para millones de personas, especialmente mujeres. Si te gustó esta historia, por favor compártela con tus seres queridos.
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