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Una niña sentada triste | Foto: Shutterstock
Una niña sentada triste | Foto: Shutterstock

Cada día los padres se despiden de su hija menor que está en coma: la mayor murió en un accidente de tránsito - Historia del día

Guadalupe Campos
14 jun 2022
21:50

Después de un trágico accidente, Nicolás y Betty perdieron a su hija mayor, y su hija pequeña, Linda, permaneció en coma en el hospital. Comenzaron a perder la esperanza. Una noche, su perro los despertó como queriendo darles una noticia.

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"No puedo más", dijo Betty con un suspiro abatido en la puerta del hospital. Su marido, Nicolás, venía con ella, y él también respiró hondo.

"Te entiendo, querida. No nos queda sino orar y esperar lo mejor", le dijo a su esposa cuando empezaron a caminar hacia su coche en el estacionamiento. Betty se detuvo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

"Lo sé, lo sé. Es que… cada día, cuando nos vamos, nos despedimos de ella como si no fuera a despertar mañana. Y los doctores no saben por qué no despierta. Ni tiempo para llorar a Erica tuvimos. Es como un limbo, donde no sabemos si nuestra pequeña va a sobrevivir o va a acompañar a su hermana mayor", se sinceró Betty, mientras las lágrimas caían de sus ojos. "No puedo más".

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Nicolás se acercó a su esposa y la abrazó con fuerza. "Sí, puedes. Podemos porque es nuestra hija. Ella es la única luz que nos queda, y lo único que podemos hacer ahora es esperar", alentó mientras sus propias emociones lo embargaban. Volvieron a casa llorando en silencio.

Durante las últimas dos semanas, Betty y Nicolás habían visitado hospital todos los días para sentarse y acompañar a su hija, Linda. Tenía solo 11 años y estaba en coma. Pero eso no era lo peor: su hija mayor, Erica, había muerto dos semanas antes junto con su prometido en un accidente.

Linda estaba en el asiento trasero, así que no había recibido de lleno el impacto. Pero igual su vida pendía de un hilo. Erica tenía 25 años, y tenía una relación muy cercana con su hermana menor. Era adolescente cuando Linda llegó como una sorpresa tardía para sus padres. Y para ella, la niña era el mundo.

La niña incluso fue la razón principal por la que eligió la modesta universidad local, teniendo la posibilidad de viajar a la capital para tener una formación de mayor prestigio. Cuando ocurrió el accidente, Erica y su prometido estaban viendo departamentos para mudarse juntos. Linda, por supuesto, había querido acompañarlos.

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Los dolidos padres no habían tenido ni tiempo de llorar a su hija mayor, volcados como estaban a cuidar de la menor. Betty no tenía idea de lo que haría si la niña no salía de esta. "Dios no puede llevarse a mis dos hijas al mismo tiempo. Es demasiado cruel", le dijo a su marido, en el coche de vuelta.

"Dios la salvará, cariño. No preguntes cómo pero lo sé", respondió Nicolás, al volante.

Una vez en casa, los recibió Max, el perro de la familia. Desde el accidente, estaba decaído y pasaba la mayor parte de su tiempo echado sobre la cama de la niña. "No entiendo cómo es que sabe, pero Max entiende", dijo Nicolás, mientras le daba una caricia bajo las orejas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Es que tiene una conexión muy especial con Linda", replicó Betty.

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Comieron en silencio y se fueron a dormir enseguida. A las cinco de la mañana, se despertaron con un sobresalto. Max saltó ladrando sobre la cama. Movía la cola, evidentemente emocionado. "¡Max! Cálmate, qué te pasa", protestó Betty, medio dormida.

"Basta, es muy temprano, en un rato te saco", prometió Nicolás. Consiguieron bajar al perro, pero él seguía tironeando de las sábanas y moviendo la cola. "¿Qué te pasa? No eres así", se extrañó el hombre.

"¿Qué viste?", le preguntó Betty.

De repente, el teléfono empezó a sonar. Nicolás se dio la vuelta, nervioso, y atendió.

"¿Hola?". "¿Qué? ¿En serio? ¡Estaremos ahí en seguida! ¡Muchas gracias!".

"¿Quién era?", preguntó Betty.

"¡Levántate y vístete! ¡Linda despertó!". Nicolás se levantó de un salto y se puso lo primero que encontró a mano.

Betty hizo otro tanto, y le dio un coscorrón cariñoso a Max antes de salir. "Lo sabías, ¿verdad?", le dijo al can. Por toda respuesta, ladró y pareció sonreírle.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"El médico del turno de noche hizo algunas pruebas, y todo parece estar bien. Pero tenemos que retenerla durante varios días más en observación", les dijo la enfermera después de que saludaran a su hija y lloraran de alivio.

Betty y Nicolás estaban aliviados de que Linda pudiera hablar y levantar su cuerpo. Pero ahora, se enfrentaban a la difícil tarea de contarle sobre Erica.

"Mira, cariño, Hay algo que tenemos que decirte", empezó Betty y miró a su hija con lágrimas en los ojos.

"Mamá, ya lo sé", dijo la niña.

"¿Que sabes qué?".

"Erica se ha ido. Ya lo sé", explicó.

"¿Cómo lo sabes? ¿Recuerdas el accidente?", preguntó preocupado Nicolás, y su mujer le dio un significativo codazo.

"No, no recuerdo nada, solo que vi dos luces brillantes que se acercaban a nosotros. Pero cuando estaba dormida, vi a Erica y a su prometido jugando en un prado. Yo estaba allí, pero los tenía lejos. Cuanto más me acercaba, más lejos se iban. Era un prado sin fin. Pero recuerdo que finalmente me acerqué a ella, y se volvió hacia mí", refirió Linda.

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"¿Y entonces?", preguntó Betty.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Erica dijo: 'Date la vuelta'. Pero su voz sonaba como de lejos. Me volteé y vi a Max allí. Me ladraba. Me fui a jugar con él, pero cuando me di vuelta para ver si Erica venía con nosotros, ella ya no estaba. Estaba sola con Max. Y parecía que el prado se estaba haciendo más pequeño. Le hice un mimo a Max y me desperté aquí", terminó.

Betty y Nicolás lloraban a raudales. Ninguno de ellos sabía si lo que Linda había visto era realmente un sueño o algo más. Pero parecía que Max y Erica habían guiado a Linda de vuelta a ellos. Y fue el mejor regalo del mundo.

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Los perros pueden sentir más que nosotros. Ya sea que creamos en el más allá o no, está claro que los perros tienen una conexión diferente con la vida y la muerte que los humanos.
  • Nunca pierdas la esperanza. Betty y Nicolás estaban a punto de perder la fe en que su hija iba a despertar. Pero se sostuvieron el uno al otro.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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