Ivana Trump fue hallada muerta en las escaleras: se veía "cansada" pero "su salud parecía normal", afirmó dueño de restaurante

Ivana Trump, exesposa de Donald Trump, ha muerto a los 73 años. La dama era una madre muy querida, reconocida empresaria, ex modelo, autora de libros y entusiasta de la salud.

El expresidente compartió la devastadora noticia en su plataforma de redes sociales y recordó a Ivana como una mujer excepcional cuya vida fue una inspiración para muchos.

Los que la conocieron la recuerdan como una persona maravillosa que vivió una vida sana y venció todos los obstáculos para lograr sus objetivos.

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Ivana falleció en su residencia de Nueva York tras sufrir un paro cardíaco. TMZ informó que una de sus trabajadoras llegó a la casa y al abrir la puerta, la encontró en el lado derecho de la escalera del segundo piso. No respiraba.

TMZ también descubrió que el Departamento de Policía de Nueva York había recibido una llamada justo después de las 12:30 p.m. con la triste noticia de que Ivana había sufrido un paro cardíaco. La información plantea dudas sobre su estado de salud en los días previos a su repentino fallecimiento.

Horas antes de morir, la dama había visitado su restaurante favorito, Altesi Ristorante, situado cerca de su apartamento del Upper East Side. Ivana, que solía frecuentar el establecimiento, habló ese día con la propietaria, Paola Alavian, como siempre que la visitaba.

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Sin embargo, Alavian asegura que, a pesar de que Ivana estaba de buen humor, parecía ligeramente agotada. Reveló, entre lágrimas:

"Su salud parecía normal, quizás un poco cansada, pero por lo demás parecía estar bien".

La dueña del restaurante no recuerda el plato que Ivana pidió, pero aseguró que fue una "cantidad muy, muy pequeña de comida."

Según Alavian, Ivana era una figura materna para quienes la rodeaban, y su fallecimiento conmocionó a muchos que la conocían.

Ivanka está devastada por la muerte de su querida madre. La mujer ha presentado sus respetos en Twitter, recordando la hermosa vida que Ivana había vivido, sin dejar de bailar y reír.

No guarda más que hermosos recuerdos de su madre y recuerda su intelecto y sentido del humor. "La echaré de menos siempre y mantendré su recuerdo vivo en nuestros corazones siempre". escribió.

Sus otros hijos también publicaron un comunicado. Después de elogiarla por ser una amiga y madre cariñosa, afirmaron lo mucho que la echarán de menos.

DE INMIGRANTE A SOCIALITE DE FAMA MUNDIAL

Esta empresaria de gran empuje nació en la República Checa con el nombre de Ivana Marie Zelnickova, de padre ingeniero eléctrico y madre telefonista, y creció en Zlin.

De pequeña, se aficionó a varios deportes, entre ellos el esquí, a los cuatro años. Más tarde se unió al equipo nacional de esquí junior, que le proporcionó amplias oportunidades de viajar y le dio a la joven Ivana una idea del mundo fuera de su ciudad natal.

Una vez que descubrió el vasto mundo y las oportunidades que le esperaban fuera de Chequia, ya no quiso quedarse allí, como recordaría su madre más tarde. Asistió a la universidad en Praga, la capital checa, y se casó con el instructor austriaco Alfred Winklmayr.

Aunque el matrimonio no fue nada ideal, ella lo calificó como un "matrimonio de la Guerra Fría", y se aseguró un pasaporte austriaco. Más tarde reveló que ella y Alfred nunca consumaron su matrimonio.

Tras obtener el pasaporte, se trasladó a Canadá y se instaló en Montreal, donde trabajaba como instructora de esquí por el día y estudiaba inglés por la noche. Luego empezó a trabajar como modelo para los Juegos Olímpicos de Invierno de 1976.

Ese mismo año, trabajó en una recepción en Nueva York junto a otras modelos, sin saber que su vida estaba a punto de cambiar. Allí conoció a su futuro marido, Donald Trump. Por aquel entonces, Trump no era el magnate de los negocios que es hoy y apenas estaba empezando su carrera inmobiliaria.

Se casaron al año siguiente, y los dos se convirtieron rápidamente en miembros de la glamurosa escena social de Nueva York. Cuando Donald empezó a centrarse en proyectos de alto nivel en Nueva York, Ivana participó en la toma de decisiones, incluida la instalación de una cascada de 18 metros en el atrio de la Torre Trump.

A lo largo de los años 80, Ivana y Trump se convirtieron en la pareja ideal, decorando segmentos en revistas de farándula y participando en inauguraciones de Broadway y eventos de alfombra roja.

Desgraciadamente, a medida que los años 80 se cerraban, su matrimonio también se desmoronó, y en 1990 se vieron envueltos en uno de los procesos de divorcio más enconados de la época.

Tras el divorcio, Ivana recogió los pedazos rotos de su corazón y se centró en reinventarse. Procedió a realizar encomiables inversiones inmobiliarias en Estados Unidos y en el extranjero.

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También creó una línea de moda de diseño, la empresa de cosméticos Ivana Haute Couture, y escribió varios libros. Apareció en la película de comedia romántica "The First Wives Club", donde pronunció su famosa frase:

"Señoras, tienen que ser fuertes e independientes, y recuerden, no se enfaden, consigan todo".

Años después de su divorcio, conoció y se casó con su tercer marido, Riccardo Mazzucchelli. Sin embargo, el matrimonio fracasó dos años después, y ambos se divorciaron en 1997. Aun así, mantuvo una relación de amistad con Trump, que fue el anfitrión de su cuarta boda con Rossano Rubicondi en 2008 en Mar-a-Lago, Florida.

Ivana continuó con sus negocios hasta sus últimos momentos. Muchos la recuerdan por su empuje y como la mujer inmigrante que, contra todo pronóstico, logró el sueño americano.

Ivana también se mantuvo a la moda hasta su último aliento. En sus últimas fotos, tomadas unos meses antes de su fallecimiento, aparecía glamurosa con un abrigo de piel de leopardo, pantalones negros y un bolso de lujo.

Completó el look con unos pendientes de oro y un esmalte de uñas rojo mientras mostraba el signo de la paz a los paparazzi. Murió como había vivido: ¡con estilo!

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