Niña adoptada llora al ver su primer pastel de cumpleaños: recibe $40.000 de su papá biológico al día siguiente - Historia del día
Una niña es adoptada por una pareja amorosa y recibe su primer pastel de cumpleaños. Al día siguiente, le llega un legado inesperado de su familia biológica.
Melanie tenía seis años y quería una familia. Había quedado en el sistema de acogida desde los dos años, y no recordaba a sus padres.
A menudo se preguntaba: "¿Quiénes eran? ¿Me amaban?". Luego lloraba y se lamentaba: "¿Por qué no me querían?" Pero un día, algo maravilloso sucedió.
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Una trabajadora social vino a visitar a Melanie y con ella vino una joven pareja. El hombre le guiñó un ojo a Melanie y la mujer sonrió. Tenía los ojos más dulces y amables que Melanie había visto jamás.
"Estos son Gustavo y Helena", explicó la trabajadora social. "Y quieren adoptarte".
"¿En serio?", se entusiasmó Melanie. Luego se volvió hacia la pareja y preguntó: "¿Y por qué quieren adoptarme?".
Gustavo parecía sorprendido por la pregunta de la niña, pero Helena se arrodilló para poder mirarla a los ojos y dijo: "Queremos adoptarte porque queremos que la chica más bonita, divertida e inteligente de la ciudad sea nuestra hija".
El rostro de la niña se iluminó con una sonrisa. ¡Había encontrado una familia que la quería y estaba dispuesta a amarla!
Melanie se fue a vivir con Gustavo y Helena, y descubrió que tener padres era a la vez maravilloso y terrible. Maravilloso, porque la querían y le brindaban todos los cuidados, afecto y atención que podía necesitar.
Pero terrible también, porque que le prestaran atención también significaba que ya no podía salirse con la suya y hacer lo que tenía prohibido sin que nadie se fijara en ello.
Por ejemplo, no podía dejar las tareas escolares sin hacer y que nadie más que la maestra se diera cuenta, o saltarse los vegetales para ir directamente a comerse el postre. En el hogar, había demasiados niños para que nadie prestara atención a detalles como esos.
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¡En una familia real, no te sales con la tuya porque la gente se preocupa por ti! Le contó su reflexión a su mamá adoptiva, y ella rio de buena gana. "Bueno, te tengo que regañar más seguido entonces, así sabes que te estoy prestando atención", bromeó Helena, y la niña la abrazó.
Seis meses después, ya la vida empezaba a correr por los carriles amables de la costumbre. Ya se conocían bien. Melanie sabía que no tenía que hacer ruido por las mañanas porque Gustavo trabajaba en el turno de la noche. Gustavo aprendió a no asustar a Melanie con arañas de plástico porque la chiquita se asustaba de veras.
Helena aprendió que tanto Gustavo como Melanie amaban las galletas de limón. Nunca duraban más de una hora después de salidas del horno. Y en definitiva, los tres aprendieron a ser una familia feliz.
Pero luego ocurrió una desgracia. Gustavo tuvo un accidente haciendo una reparación doméstica que lo mandó por varias semanas al hospital. Helena lucía muy preocupada, y su angustia crecía con el paso de los días.
Melanie en efecto era una niña inteligente. No se le escapaba que el accidente traía problemas de dinero. A veces escuchaba a Helena llorar a altas horas de la noche. Entonces se metía en su cama y la abrazaba.
"Gracias a Dios por ti, Melanie", le susurraba Helena, acariciándole el pelo.
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Afortunadamente, Gustavo mejoró y regresó a casa. Pero no pudo volver a trabajar enseguida, porque todavía andaba con muletas y precisaba algo de tiempo para rehabilitarse. Las facturas del hospital se juntaron con la de la tarjeta de crédito, y el panorama era poco alentador. "Lo arreglaremos, ya veremos cómo", decía Gustavo. Pero él también lucía preocupado.
"Ya nos hemos gastado todos los ahorros, Gus", lamentaba ella. "Tengo miedo. Ya no somos solo nosotros. ¿Qué pasa si Melanie necesita algo y no tenemos el dinero?".
Los esposos se abrazaron. "Mantengamos la fe", dijo él. "Dios proveerá".
Una mañana bien temprano, Melanie se despertó sobresaltada. ¡Alguien le había hecho sonar un silbato de fiesta casi en el oído! Se levantó de un salto y abrió grandes los ojos.
¡Su habitación estaba llena de globos! Helena y Gustavo estaban junto a la cama con gorritos de fiesta y una sonrisa luminosa. "¡FELIZ CUMPLEAÑOS!", gritaron al unísono.
Melanie sonrió. "¡Me olvidé que hoy era mi cumple!", dijo.
"Levántate, levántate", coreaba Gustavo. "¡Hay una SORPRESA!"
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Melanie se levantó y siguió a Helena y Gustavo al comedor. Había un gran letrero que decía: "¡Feliz cumpleaños Melanie!" y sobre la mesa estaba el pastel de cumpleaños más hermoso que había visto.
"¿Para mí?", dijo Melanie, sin poder creerlo. Se acercó al pastel y leyó en voz alta: "Feliz Cumpleaños Melanie".
"¡Ey, tiene mi nombre y todo!", se emocionó, y se echó a llorar. "Cariño, no llores, ¿qué pasa?", se preocupó Gustavo. "Es la primera vez que tengo un pastel de cumpleaños", sollozó la niña. "¿Quiere decir que me quieren? ¿Mucho mucho?".
Gustavo y Helena la abrazaron. "¡Pero por supuesto que te amamos!", dijo su mamá adoptiva.
La familia tuvo un día genial, y Melanie se fue a dormir con algo de dolor de panza por haber comido demasiado pastel. Pero así y todo, fue el mejor cumpleaños de su vida.
Al día siguiente era domingo, y la familia se estaba preparando para ir a la iglesia cuando alguien llamó a la puerta. Había un hombre alto parado allí. "¿Es usted la adoptante de Melanie?", preguntó a Helena.
"Sí, yo soy la mamá de Melanie, ¿quién es usted?".
"Soy amigo de su difunto padre", dijo el hombre. "Y querría verla".
"No puedes llevártela", protestó Helena. "¡La adoptamos legalmente!".
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"Tranquila, señora. No quiero llevarme a nadie", explicó con amabilidad el desconocido. "Nada más quiero verla".
Helena y Gustavo se quedaron presentes mientras el hombre hablaba con la pequeña. "Querida", dijo. "Creo que entenderás mejor la historia que voy a contarte cuando seas mayor...".
"Tengo siete años", dijo Melanie con orgullo. "¡Cumplí siete años ayer!".
"Lo sé", dijo el hombre, sonriendo. "Yo estaba allí cuando naciste. Debes saber que tu mamá y tu papá te querían mucho, Melanie. Pero cuando tenías un año, tu madre fue al cielo.
No mucho después de eso, tu padre descubrió que estaba muy enfermo. Quería asegurarse de hacer todo lo posible por ti, así que me pidió que vendiera todo lo que tenía".
El hombre sacó un pedazo de papel y se lo dio a Melanie. "Quería que te diera este dinero cuando tuvieras dieciocho años, o cuando fueras adoptada por una buena familia. Sé que Helena y Gustavo son buenas personas que te aman. Esto es para ti y tu nueva familia".
Melanie le dio el papel a Helena, quien comenzó a llorar. Era un cheque por 40.000 dólares. ¡La familia biológica de Melanie se había acercado y ayudado a su nueva familia cuando más lo necesitaban!
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Los milagros ocurren cuando menos te los esperas: Melanie fue adoptada por una pareja maravillosa cuando ya había perdido la esperanza, y después recibió un regalo inesperado de sus padres biológicos.
- Una familia se construye sobre la base del amor y la aceptación: Melanie, Gustavo y Helena se convirtieron en una familia maravillosa a pesar de que no estaban biológicamente emparentados porque se amaban.
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