Millonario descubre que su hija y sus nietos viven en una carpa bajo un puente - Historia del día

Un millonario echó a su hija de 17 años porque no le gustaba su novio. Después de unos años, contrató a un detective privado y descubrió que ella vivía en una tienda de campaña debajo de un puente. Pero algo sorprendente sucedió cuando corrió en su ayuda.

“Ya no necesitaré sus servicios, señor Cortés", le dijo Antonio al detective privado por teléfono. El hombre le había enviado un correo electrónico con fotos de la boda de su hija Victoria con su novio, Nahuel.

Antonio no quería saber nada más. Había esperado mucho más para su hija, y ella lo había arruinado todo.

Cuando Victoria tenía 17, él le exigió que rompiera con Nahuel. Venía de una mala familia y estaba en una banda. Él representaba todo lo que Antonio odiaba, pero su hija no hizo caso.

Así que le dio a elegir. “¡O terminas con él, o te vas de mi casa para siempre, jovencita!”, gritó en ese momento.

“¡Así lo haré!”, exclamó ella y empacó sus cosas. Antonio estaba seguro de que ella regresaría porque había crecido con todos los lujos que su dinero podía comprar, pero Victoria no regresó.

Por eso, Antonio había contratado al señor Cortés para que la vigilara. Pero ya estaba hecho. Se había casado con solo 18 años. Su vida había terminado a sus ojos.

“Gracias por su trabajo, señor Cortés. Que tenga un buen día”, dijo Antonio y colgó el teléfono. Se quitó las gafas de leer y se masajeó el puente de la nariz para despejarse el dolor de cabeza. Se lamentó: “Oh, Victoria... se suponía que tu vida iba a ser mucho más”.

Cinco años después…

Antonio se despertó un día después de un mal sueño sobre su hija y volvió a llamar al señor Cortés. No tenía idea de dónde o qué estaba haciendo Victoria, por lo que decidió contratar al investigador nuevamente y esperar información.

“Ella no se habría mudado de la ciudad, ¿verdad?”, se preguntó a sí mismo y así lo esperaba.

Unos días después, el señor Cortés lo llamó y su voz sonaba desesperada. “Señor Antonio, tengo una noticia inquietante que darle. Encontré a su hija, pero yo... yo…”.

“¿QUÉ?”, gritó Antonio exasperado. “¡Escúpelo, hombre!”.

“La encontré viviendo en una tienda de campaña debajo de un puente con sus dos hijos”, reveló el investigador. “¡Y por lo que pude averiguar, su esposo vive en una linda casa que compraron juntos hace tres años!”

“¿Cómo dices?”, preguntó el millonario incrédulo. “¡CUÉNTAMELO TODO!”.

El señor Cortés transmitió la información y Antonio corrió hacia su automóvil, manejando lo más rápido posible para buscar a su hija. Durante todo el camino, se estuvo lamentando.

Él sabía que algo así sucedería si su hija se casaba con alguien como Nahuel. Debería haber hecho algo diferente en aquel momento, pero se había dejado llevar por la rabia.

Llegó adonde le había dicho el señor Cortés, pero Victoria no estaba allí. De hecho, no veía ninguna tienda de campaña allí. Condujo hasta el otro lado del puente y nada. Llamó al detective y preguntó al respecto.

“Ella estaba allí, señor”, respondió el hombre, confundido.

“¡Dame la dirección de Nahuel ahora!”, dijo Antonio con voz amenazadora. Llegó a un lugar que nunca había imaginado. Victoria no tenía acceso a su fideicomiso, por lo que no tenía idea de cómo habían logrado comprar una casa tan grande.

Al ver el lugar su ira aumentó. ¡Ese perdedor había arrojado a su hija y a sus nietos al frío! Y ahora, habían desaparecido.

“Nahuel va a pagar”, pensó Antonio, cerrando la puerta de su auto y golpeando la puerta principal. “¡Nahuel! ¡Sal inmediatamente! ¿Dónde está mi hija? ¿Dónde están mis nietos? ¡Ven a enfrentarme, cobarde!”, gritó mientras su puño golpeaba y resonaba en el pacífico vecindario.

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La puerta se abrió de repente, pero no vio a Nahuel allí, sino a su adorada hija. “Oh, gracias a Dios”, dijo Antonio y la abrazó sin pensar. Victoria lo abrazó y comenzó a reírse con fuerza.

Antonio se apartó y la miró a la cara, frunciendo el ceño. “¿Qué es tan gracioso?”.

“Me alegro de que mi padre todavía se preocupe por mí y... de que hayas caído en mi trampa”, respondió, con una sonrisa pícara en el rostro.

“No entiendo”, dijo su padre, muy confundido.

“Vi a tu investigador privado acechando y le pagué para que te engañara”, reveló Victoria, guiñándole un ojo a su padre.

“¡Caramba, Victoria! ¿Sabes lo asustado que estaba?”. Antonio respiró, sus manos tirando de su cabello hacia atrás. Pero luego, también se echó a reír ante la idea. “Estoy tan contento de que estés bien”.

“¿Estás listo para aceptar mi vida? ¿Y a mi esposo?”, le preguntó su hija, con una expresión seria. Antonio suspiró y miró la fachada de la casa. Era evidente que ella estaba bien a pesar de que él no la había apoyado financieramente. Eso significaba que Nahuel no podía ser tan malo.

“Estoy listo”, respondió, y Victoria lo invitó a pasar. Nahuel bajó y hablaron durante mucho tiempo. Antonio se disculpó con ambos y el esposo de su hija habló sobre su vida en común.

Ambos pudieron ir a la universidad y se graduaron juntos, lo cual fue notable porque Victoria se embarazó dos veces. Ahora, tenían buenos trabajos y eran muy felices. Al final, Antonio se dio cuenta de que su hija tenía todo lo que necesitaba.

Era tarde, por lo que sus nietos ya estaban en la cama, pero Victoria lo invitó a almorzar al día siguiente, para que pudiera conocerlos oficialmente. Cuando se marchó, llamó al investigador para reclamarle y a la vez agradecerle por todo.

Después de ese día, se aseguró de no perderse ningún momento de la vida de su hija y de su adorable familia.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

No dejes que tu orgullo te aleje de tu familia. A veces, el orgullo se interpone en el camino de las relaciones y separa a las familias. Sin embargo, debes hacer todo lo posible para encontrar puntos de reconciliación y seguir adelante.

Es posible que los hijos no sigan el camino que sus padres desean, pero eso no significa que sea la elección equivocada. Antonio echó a su hija por sus elecciones y se perdió una parte considerable de su vida.

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