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Un hombre y cinco niños en el campo. | Foto: Flickr/davidmesaaz (CC BY 2.0)
Un hombre y cinco niños en el campo. | Foto: Flickr/davidmesaaz (CC BY 2.0)

Papá soltero de 5 niños cuida a su anciana vecina: a cambio, un día recibe $25.000 para la educación de sus hijos - Historia del día

Vanessa Guzmán
04 oct 2022
04:00

Un padre viudo de cinco hijos comienza a ayudar a su anciana vecina cuando se da cuenta de que su familia la está descuidando. Su gratitud se manifiesta de una manera inusual.

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Si alguien le preguntaba a Daniel quién era, la primera palabra que salía de sus labios era "papá". Así era él, ante todo. Fue el padre de Gary, Morgan, Harry, Brian y Donny.

La esposa de Daniel, Marcia, había fallecido siete años antes cuando nació Donny. Una de esas situaciones únicas en un millón, habían dicho los médicos. Daniel fue al hospital a recoger a su esposa y a su nuevo bebé y descubrió que era viudo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto:  Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

El hombre angustiado lloró, luego se dio cuenta de que tenía que recomponerse. Tenía cuatro niños pequeños y un recién nacido. Ahora era un padre soltero con una gran responsabilidad sobre sus hombros.

"Los criaré bien", susurró Daniel. "¡Te prometo, Marcia, que estarás orgullosa de nuestros muchachos!".

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Daniel tenía su propio negocio, por lo que podía organizar su horario para apoyar a sus cinco hijos. Aunque el negocio iba bien, era pequeño, y criar a cinco niños sin ayuda resultaba muy costoso.

Los cinco niños estaban en una buena escuela y todos tenían una pasión que habían heredado de su mamá: la música. Marcia había sido una música talentosa y todos los niños tocaban instrumentos.

Un día, Gary llegó a casa con un folleto. "Papá", dijo emocionado. "¡El Sr. Yépez me dio esto! ¡Es para un taller de música, diez días en Nueva York para los mejores músicos de la escuela!".

Daniel leyó el folleto. Aunque el taller era una invitación para músicos talentosos, ¡tenía un precio de 5.000 dólares!

"¡Estaría tocando con la Orquesta de Nueva York, papá!", expresó Gary con lágrimas en los ojos. "¡Cómo lo hizo mamá!".

"Está bien, Gary", dijo Daniel. "Eso es mucho dinero, hijo, tengo que pensar en esto, sacar algunas cuentas”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Pero más problemas venían en camino. Uno a uno fueron entrando los otros cuatro muchachos, blandiendo el mismo folleto y la codiciada invitación para asistir al taller de música avanzada para jóvenes músicos.

Daniel podría tener para pagar un niño, pero ¿cinco? ¡Era imposible! salió al patio, la cabeza le dolía. "Lo siento, Marcia", suspiró. "Sé que querrías que fueran, ¡pero no puedo permitírmelo!".

Daniel estaba parado allí, tratando de idear un plan, cuando notó que una de las ventanas de su vecina de al lado estaba dañada. El vidrio colgaba de una bisagra y la anciana intentaba cerrarla.

"¿Necesita ayuda, señora Fabiola?", preguntó Daniel cortésmente.

La señora se volvió sobresaltada. "Oh", dijo ella. "¡Eso sería tan amable! ¡Simplemente, no puedo arreglármelas sola! Mi esposo solía ser tan útil en la casa, pero mi hijo es un hombre tan ocupado...".

"Déjame ver qué puedo hacer", dijo Daniel. Recogió sus herramientas y se dirigió a la casa de la señora Fabiola. Rápidamente, arregló la contraventana, luego notó que algunas de las tablas del piso estaban sueltas y el techo dañado.

"Necesita algunas cosas más", dijo Daniel. "¿Le importa si vengo mañana y termino?".

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"¡Gracias!", dijo la mujer mayor. "Es usted muy amable... Pero, ¿cuánto le debo?".

Daniel sonrió. "Nada, señora", dijo. "Solo ser amable. Cualquier otra cosa que necesite, hágamelo saber".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto:  Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

"Bueno," la Sra. Fabiola parecía avergonzada. "Se suponía que mi hijo vendría y me llevaría al supermercado y a la farmacia para conseguir comida y mis medicamentos, pero está tan ocupado..."

"Ha tratado de enseñarme, pero no puedo entender cómo ordenar cosas en línea. ¿Te importaría llevarme de compras? ¡Si no estás demasiado ocupado!".

Daniel estuvo de acuerdo y llevó a la Sra. Fabiola al supermercado. A la mañana siguiente era sábado, y Daniel estaba en la casa de su vecina muy temprano, arreglando el techo.

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La Sra. Fabiola estaba en la cocina haciendo galletas para que Daniel pudiera llevárselas a los niños cuando escuchó la voz de un hombre en el patio. Se asomó y vio a Daniel hablando con un hombre bien vestido.

"¿Cuánto?", preguntó el otro hombre.

"25.000 dólares", dijo Daniel. "Pero sabes que es demasiado para mí, Javier. Esto es algo que sería genial para mis hijos, algo que Marcia hubiera querido para ellos...".

"Gastas demasiado en esos muchachos", dijo fríamente el hermano del Daniel. "¡Si no tuvieras hijos, no te faltaría dinero!".

"Yo te ayudé cuando necesitabas dinero, Javier", dijo Daniel en voz baja. "Me dijiste que para eso estaban los hermanos, y te di ese dinero...".

"Bueno", dijo Javier. "Eso fue entonces y esto es ahora. Lo siento, Daniel. ¡Tengo planes de pasar el verano en las Bahamas y necesito el dinero!".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Sin otra palabra, Javier le dio la espalda y se alejó. La Sra. Fabiola se asomó y lo vio subirse a un SUV de lujo y alejarse a alta velocidad. "Se supone que la familia debe apoyrase...", se dijo la Sra. Fabiola.

Entonces recordó que el hombre que arreglaba el techo era Daniel y no su hijo. La Sra. Fabiola sabía muy bien cuán decepcionante podía ser la familia y cuánto dolía.

Decidió que iba a hacer algo y al día siguiente puso en marcha su plan. Después de que Daniel terminó de arreglar el techo, la Sra. Fabiola lo llamó.

“Daniel”, dijo. "Quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mí. No sabes lo que significa tener a alguien que se preocupe lo suficiente como para hacer un esfuerzo". Daniel parecía avergonzado. "No es nada, señora Fabiola", dijo. "¡Usted haría lo mismo por mí! ¡Y, además, esas galletas que hizo para los niños lo compensaron con creces!".

"En ese caso", dijo la Sra. Fabiola. "Tengo algo aquí para los chicos". Le entregó a Daniel un sobre. Lo abrió y se sorprendió al encontrar un cheque por $ 25.000 adentro.

Se sorprendió y el color se le subió a las mejillas. "No puedo... ¡Por favor, señora Fabiola, no puedo aceptar este dinero!"

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"Sí", dijo la Sra. Fabiola suavemente. "Puedes porque no es para ti. Es para los niños, así que puedes enviarlos a Nueva York. No puedes rechazar un regalo para los niños".

Daniel comenzó a llorar y abrazó a la Sra. Fabiola. Por primera vez desde que Marcia había fallecido, sintió que alguien estaba allí para ayudarlo y estaba muy agradecido.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Los cinco muchachos realizaron su viaje de diez días al taller de música y lo hicieron muy bien. Daniel y la Sra. Fabiola se convirtieron en los mejores amigos, y él y los niños entraban y salían constantemente de la casa.

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Daniel la visitaba para tener una buena conversación. Y los niños iban a su casa por las galletas y la Sra. Fabiola estaba encantada. Se convirtieron en una familia, y no hay nada más precioso que eso.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • A veces, la ayuda y el apoyo vienen de lugares inesperados: Daniel ayudó a la Sra. Fabiola con la bondad de su corazón y se sorprendió cuando ella hizo realidad los sueños de sus hijos.
  • La familia se trata de apoyo y afecto, no de lazos de sangre: Ni Javier ni el hijo de la Sra. Fabiola estaban allí para ellos, pero encontraron comprensión y apoyo mutuo.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Esta pieza está inspirada en historias de la vida cotidiana de nuestros lectores y escrita por un escritor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes son solo para fines ilustrativos. Comparte tu historia con nosotros; tal vez cambie la vida de alguien. Si desea compartir su historia, envíela a info@amomama.com.

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