"No quiero que tu hijo viva con nosotros", le dice un hombre a su esposa tras mudarse juntos y la hace llorar - Historia del día
Mónica pensaba que la historia de amor con su segundo esposo sería como un cuento de hadas. Pero a los pocos meses de haberse casado, Jacob botó a Mónica y a su hijo Lucas de la casa.
Mónica estaba de pie en la cocina de sus padres, preocupada porque tenía que tomar una decisión difícil.
"¿Qué voy a hacer ahora?", pensó, mirando la luna a través de la ventana.
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Sus padres habían tenido la amabilidad de acogerla después de que su primer marido Terry la abandonara hacía cuatro años.
El precioso hijo de Mónica, Lucas, no tenía ni un año de nacido cuando Terry los abandonó. La dama no habría podido seguir adelante sin la ayuda de sus padres.
Su madre cuidó de Lucas, mientras que su papá le enseñaba al niño a escuchar a los pájaros y a lanzar una pelota.
"En la comodidad de tenerlos cerca, olvidé que ellos también tienen sueños", pensó.
"Mis pobres padres… No voy a seguir comiendo de sus ahorros ni causándoles más preocupaciones. Simplemente, no lo haré". Mónica empacó sus cosas y se fue.
A la mañana siguiente, para sorpresa de sus padres, Mónica y Lucas les dieron las gracias, los abrazaron y se mudaron de su casa.
Habían pasado cinco meses en un apartamento pequeño. La vida no fue fácil desde que Mónica y Lucas se mudaron allí. Pero una tarde, Mónica decidió comer un helado con su hijo.
Tras meses de lucha por encontrar trabajos decentes que pagaran lo suficiente para cubrir el alquiler y la comida, por fin había encontrado una oportunidad.
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"Empiezo el lunes, cariño. Es una oficina grande y mamá tiene un gran escritorio para ella sola".
"¿Más grande que nuestro apartamento?", preguntó Lucas inocentemente, haciendo que su madre se riera cariñosamente y ganándose un beso en la mejilla.
"Mucho más grande. Y también hay una guardería. Así que ahora vas a viajar al trabajo con mamá".
Un detalle que Mónica omitió fue que su jefe era un hombre dulce, y se había dado cuenta de que estaba interesado en ella.
Al principio, Mónica no le dio importancia. Él era el jefe. Y siempre había mucho trabajo en la oficina como para pensar en un romance.
Pero con el pasar del tiempo, su encantador jefe Jacob empezó a demostrarle que estaba enamorado de ella.
Mónica también se estaba enamorando de él, y le agradaba el hecho de que a Jacob le gustara Lucas.
Tras un sinfín de citas y un romance relámpago del que todo el mundo se enteró en el trabajo, Jacob le propuso matrimonio en una fiesta de la oficina. Mónica había enseñado a su corazón a ser cauteloso, pero no podía contener la emoción de una nueva oportunidad de amor.
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En la primavera de ese año, Mónica y Jacob se casaron en una ceremonia bastante extravagante.
Probablemente, no deberían haber gastado todo ese dinero. Porque a las pocas semanas de su matrimonio de cuento de hadas, las cosas empezaron a complicarse.
Fue Lucas, de 6 años, quien se convirtió en la causa de las preocupaciones de la pareja.
Con toda la felicidad y la emoción de las cosas nuevas, los sentimientos abrumadores y no resueltos del pequeño terminaron por descuidarse.
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El niño no encontraba la manera de expresar su miedo o ansiedad sin hacer un berrinche. Y Jacob, al ser el nuevo en el mundo de la paternidad, se desesperaba con el comportamiento de Lucas.
Mónica y Jacob lo intentaron todo, desde pasar pícnics y vacaciones con el niño hasta llevarlo a sesiones de terapia. Pero nada parecía funcionar.
"Vamos a dejar de intentar arreglar esto, cariño. Tal vez nos estemos esforzando demasiado cuando lo único que tenemos que hacer es darle tiempo", intentó consolar Mónica a su marido.
Pero dos días después, Jacob vio a Lucas hacer algo que no podía dejar pasar.
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"¡Oye! ¿Qué le estás haciendo a mi coche? ¡Lucas! Para ahora mismo".
Cuando Jacob corrió hacia su coche, Lucas ya había hecho el daño. El hombre se molestó al ver que el chico había rayado todas las puertas de su lujoso todoterreno.
Esa fue la gota que colmó el vaso para Jacob.
"Jacob, amor, ¿qué estás…?".
"¡No quiero oírlo! Solo empaca sus cosas. No quiero que tu hijo viva con nosotros", dijo Jacob.
Mónica se quedó sorprendida por el comentario de su marido. "¿Qué quieres decir? ¿Dónde se supone que lo voy a enviar? ¡No puedes abandonar así a nuestro hijo!".
"¡Tu hijo!", corrigió Jacobo a Mónica y siguió echando ropa en la maleta.
Justo cuando Mónica intentaba encontrar las palabras para calmar a Jacob, este hizo otra declaración demoledora.
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"¿Sabes qué? Tú también deberías irte. No me vas a permitir ni un segundo de paz estando lejos de tu hijo. Así que vete con ese niño desagradecido". Jacob continuó murmurando, apartando las manos de Mónica cuando ella intentó calmarlo.
"¿Dónde se supone que vamos ahora en medio de la noche?". preguntó Mónica.
Al no tener otro lugar donde pasar la noche, madre e hijo tomaron un taxi hasta el lugar al que habían llamado hogar durante cuatro años: la casa de los padres de Mónica.
La mujer se pasaba el día buscando nuevos sitios para vivir en la urbanización donde había crecido. Y por la noche, volvía a la casa, insomne y con el corazón roto por sus dos relaciones fallidas y su vida infeliz.
"¿He agotado todas mis oportunidades? ¿Ya no hay nadie para mí?". Mónica miraba impotente al cielo, sin saber que el único y verdadero amor de su vida se hacía las mismas preguntas. Y no estaba en el otro extremo de la tierra; solo a unas pocas manzanas de distancia.
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El destino quiso que se encontraran al día siguiente.
Y aunque "¡Eh, me has pisado los pies!" no parezca la primera frase perfecta para una historia de amor, lo fue en el caso de Mónica y Samuel, que se encontraron en el colorido mercadillo de los domingos.
De repente, todo parecía encajar como nunca antes. Samuel era honesto y se enamoró perdidamente del sentido del humor de Mónica. Pero lo más importante es que Lucas también lo amaba.
El niño dejó a Samuel y a Mónica sin palabras cuando un día le preguntó a Samuel: "Entonces, ¿ya puedo llamarte papá? ¿O tengo que esperar a que le pidas matrimonio?".
La pareja se miró asombrada y soltó una carcajada que inició un nuevo capítulo en sus vidas.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La vida es dura, pero el verdadero amor siempre es paciente y acepta: Jacob no pudo soportar la prueba de ser un compañero comprensivo y una figura paterna durante la lucha emocional de Lucas. Esa fue razón suficiente para que el matrimonio terminara.
- El amor se encuentra en los lugares más inesperados: Mónica se encontraba en un momento de su vida en el que tenía dos matrimonios fracasados, una carrera rota y ningún lugar donde vivir. Pero seguía buscando el amor, y este vino a buscarla.
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