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Mujer en silla de ruedas. | Foto: youtube.com/DramatizeMe
Mujer en silla de ruedas. | Foto: youtube.com/DramatizeMe

"No servimos a personas como usted": Discapacitada es rechazada en un restaurante y al día siguiente vuelve a pie - Historia del día

Vanessa Guzmán
01 nov 2022
09:50

Una mujer en silla de ruedas entró en un restaurante, pero el mesero la rechazó con disgusto. Fue a su casa a cambiarse de ropa, regresó y la dejaron entrar. Pero la trataron terriblemente. Al día siguiente regresó, y asombró a todos con la verdad de su visita.

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“Señora, no puede entrar”, le dijo un mesero a Fiona en la puerta de un restaurante en el centro de la ciudad. La ceja de la mujer se elevó.

“Tengo una reserva”, dijo ella.

“Sí, bueno, verá, es que no servimos a personas como usted aquí”, explicó el hombre, con tono despectivo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“¿Personas como yo? ¿Qué significa eso?”, preguntó Fiona con calma. Sabía que el mesero quería rechazarla porque estaba en silla de ruedas. Pero ella quería ver lo que decía. Ella tenía un plan.

El hombre se humedeció los labios y se pasó una mano por la frente, exasperado. “No está vestida para este restaurante, señora”, dijo con los labios apretados.

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“Ah, ¿eso es todo? No se preocupe. Me cambiaré y volveré”, dijo Fiona y se alejó rodando. Su casa estaba cerca.

Unos minutos más tarde, estaba de vuelta y esperó a que el mismo hombre le dijera que no podía entrar. “Mire, joven. Me cambié de ropa. Ahora sí cumplo con el código de vestimenta, ¿verdad?”, dijo con tono burlón, pero el mesero no entendió su tono.

“Sí, señora. Adelante”, dijo él. Luego la hizo pasar de mala gana. Él comenzó a poner la mesa, aunque Fiona notó que lo estaba haciendo a regañadientes, arrojó el menú y se alejó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Durante el resto de la comida, fue casi imposible llamar su atención o la de casi todos los demás en el restaurante. En cambio, una mujer joven, que parecía ser camarera, se le acercaba cada vez que llamaba. Le llevaba agua e incluso la ayudaba con los cubiertos.

Cuando Fiona pidió la cuenta, el mesero la ignoró y prefirió hablar con el cantinero o con otra camarera. “Supongo que no le gustan las propinas”, pensó la comensal con sarcasmo.

Pero la camarera llevó la cuenta. La mujer pagó rápidamente y le dejó $50 a la chica. Ella comenzó a empujar la silla de ruedas de su cliente para ayudarla a salir del restaurante, pero Fiona la detuvo.

“Joven”, dijo la mujer en silla de ruedas llamando la atención del mesero que la había recibido con rechazo. El hombre tuvo la audacia de torcer los ojos y mirarla con impaciencia.

“Esto no ha terminado”, continuó ella. El mesero la ignoró y volvió a lo que estaba haciendo, y Fiona salió rodando del lugar.

El día siguiente, la mujer se vistió de punta en blanco porque iba al mismo restaurante esa noche. Pero esta vez, no usó una silla de ruedas. Se vistió con su ropa de negocios más elegante, añadió sus mejores accesorios y se puso un poco más de maquillaje.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Llegó al lugar y fue recibida por el mismo mesero del día anterior. Pero obviamente no la reconoció. La guio alegremente a una mesa y la atendió con mucha amabilidad.

“Mi nombre es Javier, y seré su mesero por la noche. ¿Quiere algo de beber?”, preguntó él, y Fiona sonrió al saber finalmente su nombre.

Pidió una botella del vino más caro del lugar, pero detuvo al hombre cuando vio a la camarera del día anterior. “¿Cómo se llama esa chica?”.

“Ah, Sarah, creo. Ella es nueva aquí”, dijo Javier, un poco confundido, pero hoy estaba siendo muy servicial. “Iré a buscar su vino mientras examina nuestro menú”.

Fiona comió y bebió como si no hubiera pasado nada, pero cuando Javier llevó la cuenta, pidió algo. “Joven, ¿puede decirle al gerente que venga aquí? Y me gustaría que usted lo acompañara”.

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“Claro”, respondió Javier, tragando saliva. Fiona lo vio sonreír como si estuviera teniendo la idea de que ella iba a elogiarlo ante su jefe.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Cuando llegó el gerente, el Sr. Garrido, ella se presentó. “Ah, Sra. Díaz. ¡Por supuesto! Es muy bueno verla”, dijo y se volvió hacia Javier. “Ella va a comprar el restaurante. Javier aquí es uno de los mejores en el personal. Me alegro de que la haya atendido hoy”.

Ambos le sonreían ampliamente, pero Fiona negó con la cabeza. “No estoy contenta. Vine aquí ayer y recibí un trato extremadamente diferente de este hombre”, comenzó la mujer, levantando las cejas hacia Javier.

“¿Qué? No la recuerdo”, respondió él, frunciendo el ceño.

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“Yo era la mujer en la silla de ruedas”, reveló, y los ojos del mesero se abrieron como platos. El gerente estaba muy confundido. “Primero, me dijo que no estaba vestida correctamente, y luego, cuando me cambié de ropa y regresé, se negó a atenderme adecuadamente, y sé por qué”.

“Él no soporta a los discapacitados y pensó que yo no era nadie. Otros miembros del personal me ignoraron también”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

El Sr. Garrido miró a Javier y comenzó a disculparse profusamente. “¿Hay algo que pueda hacer por usted ahora?”.

“Sí, haré revisión de todo el personal. Están todos despedidos, y usted también, Sr. Garrido. Porque estoy segura de que Javier aprendió este comportamiento de sus superiores”.

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“No quiero gente así en mi restaurante”, dijo la mujer, poniéndose de pie y arrojando su servilleta de tela sobre la mesa. “Ah, excepto esa camarera. Sarah puede quedarse”.

Fiona salió, dejando a los hombres con la boca abierta. Ella mantuvo su promesa. Casi todo el personal fue reemplazado, excepto Sarah.

Cuando contrató a gente nueva, los entrenó para tratar a todos con respeto, a pesar de trabajar en el restaurante más elegante de la ciudad.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Todos merecen respeto sin importar su género, estado, discapacidad, orientación, etc. Javier trató horriblemente a Fiona por estar en una silla de ruedas y no parecer una persona con dinero, y aprendió una dura lección.
  • Es esencial contar con personal que honre tus valores. Como propietaria de un negocio, Fiona creía en tratar a todos con cortesía. Tuvo que despedir a algunas personas para mejorar su restaurante.
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