Padres abandonan a hijo con síndrome de Down: descubren que a los 17 años dirige su propio negocio - Historia del día
Cuando James encontró a un bebé abandonado en la calle, no dudó en acogerlo. Años más tarde, los padres biológicos del niño regresaron y descubrieron que le estaba yendo mucho mejor de lo que podrían haber imaginado.
James era un hombre amable y cariñoso. Enseñaba economía en una escuela local y era querido por todos sus alumnos. Él y su esposa, Hannah, dirigían un centro comunitario en una iglesia cercana.
Además, se esforzaban por ayudar a organizaciones benéficas y comedores de beneficencia.
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"Si hay alguna forma en que podamos ayudar, lo haremos", solía decir James. Tenían dos hijos, Michael y Frank, que ya estaban en la universidad. Eran cristianos devotos y asistían a la iglesia todos los domingos.
Un día, al regresar de dar clases en la escuela, James se dio cuenta de un cochecito solitario al costado de la calle y tuvo una sensación extraña. Siguiendo su instinto, detuvo su auto para investigar.
Se sorprendió al encontrar a un bebé con síndrome de Down en la carriola. Decidió esperar junto al niño. Confiaba en que sus padres regresarían, pero nadie vino.
James volvió a revisar su cochecito y notó que los documentos del niño estaban metidos dentro de uno de los bolsillos. Su nombre era Pablo. Llamó a la policía para denunciar la situación y le dijeron que lo llevara a la comisaría.
"No hemos recibido ningún informe de niños desaparecidos que se ajusten a la descripción de este niño. De momento, debemos llevarlo a un refugio infantil", le dijo el oficial a James.
James miró a Pablo y su corazón se inundó de amor. Tenía debilidad por los niños y esperaba que Hannah no tuviera ningún problema en que lo llevara a casa.
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"Lo dejaron solo. No sabía qué hacer. ¿Crees que podríamos cuidarlo?", le preguntó a su esposa cuando regresó a casa. "Sabes lo que siempre decimos. Haremos lo que podamos", respondió Hannah.
Esa misma noche, un avión privado partió de la ciudad. En él viajaba una pareja joven y adinerada, Gabriel y Daniella. Lucían angustiados, y ella miraba por la ventana del avión.
"¿Estás seguro de que hicimos lo correcto? Digo, ¿dónde lo dejaste?", preguntó Daniela.
"Ninguna cámara de vigilancia me vio", respondió Gabriel.
"Sabes que no me refiero a eso", respondió Daniella.
"Escucha, ¿sabes cuánta atención necesita un bebé con Síndrome de Down? Somos jóvenes y tenemos toda una vida por delante. Tenemos carreras en las que pensar. Esa comunidad cristiana es muy amable. Estoy seguro de que alguien lo acogerá", dijo Gabriel.
Gabriel tenía 25 años y un negocio exitoso que lo obligaba a viajar. Era conocido por ser un hombre de negocios frío y astuto, que solo se preocupaba por hacer dinero. Consideraba a Daniella como una esposa trofeo y él tomaba todas las decisiones.
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En los meses siguientes, James y Hannah decidieron adoptar a Pablo. No se atrevieron a dejarlo en un hogar de acogida e hicieron un pacto para criarlo para que fuera un individuo independiente y seguro de sí mismo.
James y Hannah estaban felices de poder criar a Pablo y brindarle la atención que necesitaba. Lo alentaban a participar en las actividades que llamaran su atención.
Las habilidades motoras finas de Pablo se desarrollaron a un ritmo que sorprendió a los médicos. Además, sus habilidades sociales no se vieron obstaculizadas por su síndrome de Down.
Era amado y respetado en su comunidad. Pablo estaba particularmente interesado en los días de mercado en su escuela. Vendía postres de todo tipo, y su mayor éxito era su helado casero.
"Uno de estos días tendré que empezar a conducir un camión de helados por la ciudad", bromeaba Pablo.
Esto le dio a James una idea: "¿Qué pasaría si realmente lo hiciera?", pensó. Mencionó la idea a sus dos hijos mayores cuando regresaron de la universidad para las vacaciones.
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"Michael, Frank… Tienen que probar los helados de Pablo. Quiero decir, este chico es un mago de los sabores. Bromeaba sobre comprar un camión de helados, pero haría una fortuna el próximo verano si lo intentara", comentó James.
"El padre de un amigo es dueño de una empresa de reacondicionamiento de automóviles. Tal vez si conseguimos un viejo camión de helados, podemos restaurarlo y pintarlo. Así podría vender sus helados en el verano", respondió Michael.
Los tres tramaron un plan para conseguirle a Pablo un camión de helados para su cumpleaños número 16. El proyecto fue un secreto hasta mayo. James hizo que su hijo cerrara los ojos y saliera con él.
Tan pronto llegaron frente a su regalo sorpresa, James le pidió que abriera los ojos. Para sorpresa de Pablo, Michael y Frank estaban parados frente a un camión rojo y blanco brillante con la palabra "Heladería" escrita en el costado.
"¡Es perfecto!", dijo Pablo con incredulidad. "Pero aún no puedo conducir", recordó.
"Alguien tiene que servir el helado, chico", respondió Frank. Pablo abrazó a James antes de correr a abrazar a sus hermanos mayores. Luego revisó el camión lleno de entusiasmo. Equiparon la parte de atrás con todo lo que el chico necesitaría para hacer las ventas.
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"Bueno, ¡El helado de Pablo estará a la venta todo el verano!", exclamó James. Todos los días, el chico preparaba lotes frescos de helado en siete sabores.
James, Michael y Frank se turnaron para conducir el camión por la ciudad mientras Pablo vendía desde la ventana lateral. El negocio floreció de inmediato y el adolescente necesitaba hacer lotes cada vez más grandes para satisfacer la demanda.
Nunca había estado más feliz y agradecía a su familia adoptiva todos los días por su apoyo.
Mientras tanto, Gabriel y Daniella conducían por la ciudad. Era la primera vez que regresaban desde que abandonaron a Pablo hacía casi 16 años. La situación se había vuelto difícil para la pareja, a pesar de su riqueza.
El año anterior, habían hecho un viaje a una estación de esquí cuando Gabriel sufrió una trágica caída. Quedó paralizado de la cintura para abajo, y confinado a una silla de ruedas.
"Sabes, he estado teniendo estos sueños vívidos sobre Pablo desde hace un tiempo. Sé que han pasado años, pero todavía pienso en él todo el tiempo. ¿Recuerdas que tenía un lunar en forma de corazón en su mejilla? Me pregunto cómo estará ahora", dijo Daniella.
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"¿Es por eso que quisiste venir aquí?", murmuró Gabriel. Daniella miró por la ventana y no respondió. El día era particularmente caluroso, por lo que decidieron parar por un helado.
Encontraron un camión de helados rojo y blanco brillante en el centro de la ciudad y se detuvieron. Daniella empujó a Gabriel al frente y le preguntó qué quería.
"Chispas de chocolate con menta", respondió Gabriel. Daniella tomó su bolso y dijo: "Uno de fresa y uno de chispa de chocolate con menta, por favor".
"Uno rosa y uno verde saliendo", respondió Pablo.
Cuando Daniella miró hacia arriba, no podía creer lo que veía. De inmediato, notó un lunar en forma de corazón en la mejilla de Pablo cuando le sirvió el helado en conos.
Pablo, le entregó los helados y le dijo: "No lo coman muy rápido. Que tengan un buen día". Cuando Daniella se alejó con Gabriel, le dijo con voz temblorosa: "Era él. Era Pablo. Tenía el mismo lunar en la mejilla. Deberíamos decirle algo".
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Gabriel dejó escapar una tos sorprendida antes de responder: "De ninguna manera. ¿Qué diríamos? ¿Qué pasa si es más feliz sin nosotros? ¿Qué pasa si pregunta por qué lo abandonamos? Estaríamos haciendo más daño que bien".
"¡Dame tu billetera, ahora!", exigió Daniella. Gabriel le entregó su billetera a su esposa con una mirada confundida.
Daniella corrió hacia el camión de helados y dijo: "Toma este dinero y dale helado gratis a muchos niños. Nosotros lo pagamos".
"Vaya, gracias, señora. Realmente lo apreciarán", respondió Pablo con una mirada confundida.
Al darse cuenta de que el dinero cubriría todos sus lotes del día, Pablo continuó gritando: "Solo por hoy, helado gratis. ¡Aprovechen de disfrutar estos ricos sabores!".
Daniella y Gabriel se registraron en un hotel local y continuaron discutiendo toda la noche. Eventualmente, ella convenció a su esposo de que deberían decirle algo a Pablo, o se arrepentirían por el resto de sus vidas.
Al día siguiente, rastrearon el camión de helados de Pablo y le revelaron la verdad.
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"Cuando eras un bebé, te dejamos en esta ciudad. Hemos estado avergonzados desde entonces, y hemos pensado en ti todo el tiempo. Lamentamos mucho haberte hecho eso. Esperamos que no nos odies. Estamos muy felices de verte tan bien", le dijo Daniella.
"No te odio, Daniella. Tampoco te odio, Gabriel", comenzó Pablo con calma.
"El Señor trabaja de maneras misteriosas. Así que tal vez debería agradecerles. Gracias por haberme ayudado a encontrar un padre, una madre y dos hermanos amorosos. Estoy muy feliz por eso".
"Se ven muy elegantes, y tal vez podrían haberme dado mucho dinero y comodidades. Pero en realidad, solo quiero hacer un buen helado y pasar el rato con mi familia", dijo el adolescente con una sonrisa.
"Me encantaría volver a verlos, y que sigan comprando barquillas de fresa y de chispa de chocolate con menta", dijo Pablo, con total inocencia.
Desde entonces, Daniella y Gabriel lo han visitado de vez en cuando y le han comprado helado. Eventualmente, Pablo se convirtió en un exitoso hombre de negocios con su propia marca. Nunca abandonó su ciudad natal y sigue disfrutando de pasar tiempo con su familia adoptiva.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La vida es lo que haces de ella: El hecho de que alguien sea diferente, no significa que no pueda ser genial. Daniella y Gabriel abandonaron a Pablo por su síndrome de Down, y él resultó ser un joven increíble y exitoso.
- Siempre que puedas, ayuda a tu prójimo sin esperar nada a cambio: Gracias al generoso corazón de James y Hannah, Pablo tuvo un cálido hogar y una maravillosa familia donde pudo desarrollar todo su potencial al máximo.
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