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Familia sentada a la mesa. | Foto: flickr.com/wickenden (CC BY-SA 2.0)
Familia sentada a la mesa. | Foto: flickr.com/wickenden (CC BY-SA 2.0)

Mujer informa a la familia de su prometido que está embarazada: “¡Él es infértil!”, dice su madre - Historia del día

Los padres de Cristóbal no aceptaban su relación con Amanda. Cuando ella anunció su embarazo en la cena, la llamaron infiel porque acababan de recibir unos resultados médicos impactantes. Sus vidas nunca volverían a ser las mismas.

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“Sólo quiero acabar con esto”, suspiró Cristóbal frente a la puerta de casa de sus padres.

“Son tus padres, cariño. Queremos que por fin me acepten y vengan a nuestra boda, ¿verdad?”, dijo Amanda, acariciando los brazos de su amado.

Cristóbal gruñó. “Realmente no me importa eso, Amanda. Lo siento, pero si no pueden aceptar a la mujer que amo, no quiero tener nada que ver con ellos”.

“Por favor, cariño. Tenemos que hacer las paces con ellos. ¿Y el futuro? Son familia. Queremos que formen parte de la vida de nuestros hijos, ¿no?”, continuó Amanda, sonriendo ligeramente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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El problema era que la joven y bella mujer no veía cómo se tensaba la boca de su pareja. Cristóbal intentó mantener la compostura tras sus palabras, pero apenas lo lograba. “Sí. Supongo”, murmuró a través de sus labios rígidos.

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“¡Está bien! Ahora, anímate. Estamos juntos en esto”, dijo Amanda y luego lo abrazó por el costado.

La madre de Cristóbal, la Sra. Castillo, abrió la puerta con su característica sonrisa falsa, apenas despegando los labios.

“Hola, Amanda. Me alegro de verte”, dijo, asintiendo sutilmente con la cabeza y moviéndose para que pudieran cruzar la puerta.

Cristóbal quería poner los ojos en blanco. Habían pasado años desde que Amanda y él habían comenzado una relación.

Estaban comprometidos y sus padres seguían viéndola como la mujer que había “arruinado sus planes”. Querían que su hijo se casara con otra y estaban resentidos por su decisión.

Cuando Cristóbal terminó la universidad y consiguió su primer trabajo, sus padres le presentaron a Clara, la hija del Sr. y la Sra. Guillén. Su padre pertenecía al consejo de una clínica privada local y gozaba de gran prestigio en la ciudad.

Cristóbal procedía de la familia Castillo, que siempre había sido adinerada gracias a las inversiones de su bisabuelo. A él no le importaban mucho esas cosas. Sus padres estaban obsesionados con el estatus y el qué dirán.

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Sin embargo, en la universidad hizo los amigos más increíbles, de todas las clases sociales. Le cambió la vida de verdad y se dio cuenta de que las chicas a las que había estado expuesto a través de la escuela privada y las fiestas en clubes de campo no eran para él.

Quería una mujer de verdad. Y Amanda apareció. Llevaba un par de años en su trabajo y chocó con ella al salir de un estacionamiento. Para él fue amor a primera vista, así que intentó bromear, sonreír e invitarla a salir enseguida.

Ella trabajaba en un edificio cercano y no estaba contenta con las insinuaciones de Cristóbal. Pero al final aceptó y desde entonces están juntos.

El momento en que Amada conoció a los padres del joven fue un desastre. Le dijeron a su hijo que dejara a la chica en lo que ella se levantó de la mesa para ir al baño.

“Es una asistente. ¿Por qué no puedes salir con Clara? Ella te adora. Esta no es la chica para ti”, dijo su madre en voz baja, pero su rostro mostraba desesperación y disgusto.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Escucha a tu madre, hijo. Debes casarte con una mujer de tu misma... clase. Si no, no funcionará”, dijo su padre, negando con la cabeza.

“Los dos tienen que callarse. No voy a escuchar esto. Clara es una princesita insípida, y no quiero estar cerca de ella... ¡nunca!”, dijo, enérgicamente, pero con la suficiente discreción.

Amanda volvió a la mesa y la cena continuó. Desde el principio los padres de Cristóbal no habían estado disimulando mucho su desaprobación, así que este encuentro no estaba siendo agradable. Sin embargo, fue peor después de aquellos comentarios, y Amanda lo percibió.

Cristóbal se lo explicó todo más tarde, y ella lo comprendió, diciéndole que les diera tiempo a sus padres. Pero ya había pasado un tiempo, y ellos aún no aprobaban su relación.

Se portaban bien con ella a la cara, pero refunfuñaban a sus espaldas. En general, la toleraban, sobre todo desde que ella y Cristóbal se habían comprometido.

Mientras tanto, ella mantenía la esperanza. Amanda era de las que ven el vaso medio lleno. Por eso, seguía llamando a su madre para planear cenas y la incluía en algunos de los detalles de la boda.

Lo único sobre lo que Amanda no se había sincerado era sobre el hecho de que ya estaban intentando tener un bebé. Quería que fuera una sorpresa. Con un poco de suerte, el Sr. y la Sra. Castillo se animarían cuando ella y su amado empezaran a tener bebés.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Mientras estaban sentados a la mesa de sus padres, Cristóbal sólo podía pensar en terminar esta reunión rápidamente. Tenía algo que decirle a su prometida, y era muy urgente. Podría cambiar la naturaleza de su relación para siempre. Incluso podría decidir dejarlo.

De hecho, había hablado con sus padres sobre esto unos días atrás, cuando recibió la noticia. No tenían mucho que decir al respecto. Sus rostros mostraban tristeza y preocupación, pero se mantenían estoicos.

“Si Amanda te deja, que lo haga”, le dijo su madre, pero eso mataría a Cristóbal. Por eso había tenido miedo de decirle la verdad.

“Bueno, Amanda”, empezó el Sr. Castillo, sacando a Cristóbal de sus pensamientos. “¿Qué tal el trabajo?”.

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“Ah, Sr. Castillo. El trabajo va muy bien. Mi jefe tiene un gran evento y estoy ayudando a planearlo todo. Ha sido divertido, la verdad”, respondió, contenta de que mostraran interés por ella.

“Eso está... bien. ¿Cuándo vas a dejar tu trabajo?”, continuó él.

“¿Cómo dice?”.

“Renunciar. Para ser ama de casa”, aclaró el hombre mayor.

“No voy a renunciar”, dijo Amanda, confundida.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Ella va a seguir trabajando, papá”, intervino Cristóbal, enojado.

“Eso está... muy bien. Amanda es una mujer moderna después de todo, cariño”, dijo su madre, sin sonreír del todo, pero tampoco enfadada.

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“Bueno, aún no conozco mis planes. Dependerá del futuro”, dijo Amanda tragando saliva nerviosamente. “Hablando de eso, tengo un anuncio que hacer. ¡Estoy embarazada!”.

Hubo un silencio extremo en la mesa, que pareció prolongarse durante horas, pero sólo fueron unos segundos. Amanda había estado segura de que un bebé era todo lo que esta familia necesitaba para que la aceptaran finalmente, pero no tenía idea de lo que Cristóbal acababa de descubrir.

La primera persona en romper el silencio fue la Sra. Castillo. “¡Él es infértil!”, gritó, furiosa. Sus ojos estaban casi rojos de la ira.

Cristóbal se quedó helado, en estado de shock. Los dos habían estado intimando durante un tiempo sin protección, esperando esto. Pero acababa recibir los resultados médicos que demostraban que no podía engendrar a nadie. Eso significaba... que Amanda le había sido infiel.

“¿LE FUISTE INFIEL A MI HIJO Y QUEDASTE EMBARAZADA? ¿Y AHORA DICES QUE ES DE ÉL PARA ENGATUSARLO?”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¿Engatusarlo? Sra. Castillo, Cristóbal y yo llevamos meses intentándolo. Queríamos darles una sorpresa y formar una familia de inmediato. ¿Qué quiere decir con él es infértil? Eso es imposible”, dijo Amanda sacudiendo la cabeza rápidamente, sin saber qué hacer.

El Sr. Castillo se limpió la boca con una servilleta de tela y se levantó. “Sal de esta casa inmediatamente. No vuelvas a asomar la cara cerca de mi hijo o pediremos una orden de alejamiento”, amenazó en voz baja.

“¡Señor! Cristóbal, por favor. Haz algo. No lo entiendo”, suplicó Amanda a su prometido, pero Cristóbal no podía moverse. De repente, la Sra. Castillo la agarró del pelo y empezó a tirar de ella hacia la puerta principal.

“¡Sal de aquí ahora mismo!”, gritó la mujer mayor, histérica.

Amanda se agarró el pelo para evitar más dolor y llamó repetidamente a Cristóbal. Pero fue inútil. Él seguía en la mesa, mirando su plato y sin moverse.

“¡CRIS!”, gritó ella de nuevo, antes de que la pesada puerta principal se cerrara de golpe.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Los días siguientes fueron confusos. Cristóbal se mudó del apartamento que compartían y dejó los resultados médicos en la encimera de la cocina. También dejó una nota.

“Estaba preocupado y me hice las pruebas. Soy estéril. Completamente. Espero que tengas una vida feliz, pero no será conmigo”, escribió, rompiéndole el corazón a Amanda.

Aquel médico tenía que estar equivocado. Estaba embarazada y era 100% de Cristóbal. No había estado con nadie más en muchos años. “¿Cómo es posible? ¿Y por qué no habla conmigo?”, pensó.

A pesar de sus esfuerzos, Cristóbal rechazó el contacto. Cuando ella fue a casa de sus padres, llamaron a la policía, y le dijeron que se fuera o se arriesgaba a que la detuvieran.

“¡Bien! ¡Me iré! Voy a criar a este precioso bebé yo sola. Ustedes son quienes se lo van a perder, y cuando se den cuenta de la verdad, ¡será demasiado tarde!”, gritó hacia la mansión y se marchó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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A pesar de lo que la familia Castillo intentó insinuar, Amanda no necesitaba engatusar a nadie. Puede que no perteneciera a una familia adinerada, pero tenía un trabajo estupendo.

Su empresa tenía una fantástica política de bajas por maternidad y todo el equipo estaba dispuesto a apoyarla con todas sus fuerzas. Su jefa la adoraba, así que no estaba preocupada.

El problema era enfrentarse a un futuro totalmente distinto sin Cristóbal y como madre soltera. Pero si otras podían hacerlo, ella también. Por lo tanto, tuvo al bebé, a quien llamó Pablo.

Ella hacía todo lo que podía. A veces era sofocante hacerlo todo sola, pero perseveraba cada día por su hijo. El único problema era que su bebé era idéntico a Cristóbal. Era imposible no verlo.

“Esos idiotas”, susurró después de acostar a su pequeño para que durmiera la siesta. “No saben lo que se pierden. Que coman pastel en sus clubes de campo mientras tú y yo encontramos la verdadera felicidad”.

Cristóbal intentó seguir adelante con su vida. Sus padres, normalmente fríos, lo apoyaron mucho después de que se mudara del apartamento que compartía con Amanda.

Estaba agradecido por ello. Lo último que había imaginado era que ella pudiera serle infiel. No parecía posible a pesar de las pruebas irrefutables.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Pero sus padres le dijeron que todo se arreglaría pronto. Y la vida sigue, aunque uno no quiera. Él volvió al trabajo, se buscó un nuevo apartamento e intentó olvidar el dolor. El futuro era sombrío sin Amanda, pero sus padres intentaban animarlo.

Un día lo invitaron a cenar y Clara estaba allí. Sorprendentemente, se llevaron bien y ella tenía muchas cosas interesantes que decir. Sus padres estaban encantados y fomentaron la amistad. Cristóbal no tenía fuerzas para volver a negarse.

Empezó a salir con ella. Se estaban tomando las cosas con calma, pero no desanimó a su madre cuando habló de una boda en un club de campo. “Bien. Si esta es la vida que merezco, dejaré que lo planeen todo por mí”, pensó durante sus momentos de depresión.

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Amanda estaba fuera de su vida. Sólo esperaba que el padre de su bebé fuera un buen hombre.

Casi un año después del nacimiento de Pablo, Amanda se encontraba caminando por la calle, concentrada en su teléfono móvil, cuando tropezó con alguien.

“Lo siento mucho. No estaba mirando”, se disculpó. Cuando levantó la mirada vio a Cristóbal. “Ah”.

“Amanda”, dijo él, tragando saliva. “Hola”.

“Hola”, respondió ella torpemente. “Adiós”.

“Espera”, dijo Cristóbal agarrándole la mano, pero el movimiento hizo que se le cayera el teléfono. “Ah, lo siento”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Lo tomó y la pantalla se iluminó. Había una foto de su bebé como salvapantallas, y sus ojos se centraron en ella.

“Dame eso”, dijo Amanda, arrebatándole el dispositivo de las manos, mostrando finalmente su enfado. “No mereces mirar a mi hijo”.

“¿Tu hijo?”, preguntó, sin aliento al ver la imagen.

“Sí. Mi hijo”, dijo ella, levantando la barbilla. “Solamente mío”.

Su comportamiento lo dejaba perplejo. Él entendía por qué ella había ocultado su infidelidad al principio, pero había pasado un tiempo desde su separación. Ya no tenía que fingir.

“Supongo que no funcionó con el padre del niño”, comentó Cristóbal, queriendo enfadarse y herirla de alguna manera.

“Sí. No funcionó”, levantó las cejas. “Adiós, Cristóbal”.

Y se marchó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Durante varios días, Cristóbal reflexionó mucho sobre la situación. No recordaba mucho la foto del bebé, ya que ella le había arrebatado el teléfono demasiado rápido.

Pero tenía unos ojos azules impresionantes. Los ojos de Amanda eran marrones. Por supuesto, cualquiera podía ser el padre. Pero su actitud. La forma en que lo acusaba sin decir nada era muy extraña.

¿Será posible que se hubiera equivocado? ¿Que sus médicos estuvieran equivocados?

No parecía probable, porque había ido a la clínica privada del padre de Clara. Tenían todas las últimas tecnologías, así que las posibilidades de un resultado falso eran extrañas. Pero... ¿y si...?

No pudo pensar mucho en ello porque Clara lo arrastró a casa de su madre para una reunión con la organizadora de bodas. Sí, estaban comprometidos, y las cosas se estaban moviendo rápido. A él no le importaba. Sólo quería que sus padres lo dejaran en paz.

Toda la situación era una locura. No tenía idea de por qué estaba allí cuando Clara y su suegra estaban encargándose de todo. Cuando su nueva prometida hizo una pausa para salir, la Sra. Guillén se centró en él. Habló un poco de la boda, del futuro, de cómo siempre había sabido que este día llegaría, etc.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Pero, de repente, dijo: “Dios mío, y los bebés que tendrán. Preciosos”.

“¿Bebés? Sra. Guillén, soy estéril. Debería saberlo. Me hice la prueba en la clínica de su esposo y todo el mundo lo sabe”, explicó Cristóbal, frunciendo el ceño.

“¿Qué? No, querido, ése era nuestro plan”, dijo la mujer riendo y agitando una mano.

“¿Plan?”, preguntó Cristóbal, con la voz helada.

La Sra. Guillén pareció darse cuenta entonces de lo que había dicho. Su rostro se puso blanco y se llevó la mano a la boca. “Quiero decir.... Eh, no. Esas cosas tienen errores... Creo que la fecundación in vitro puede funcionar...”, tartamudeó entre sus palabras.

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Y Cristóbal se dio cuenta de todo de inmediato.

Clara regresó. “Está bien, continuemos”, dijo, sin darse cuenta de la situación.

“Cariño, me alegro de que me hayas engañado y ahora pueda casarme contigo”, dijo él inesperadamente. Clara giró rápidamente la cabeza hacia él.

“¿Lo sabes?”, preguntó, empezando a sonreír.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¡Clara, no!”, susurró su madre.

Cristóbal se levantó del sofá. “Adiós. Espero que se pudran en el infierno”.

El hombre llamó a su madre por teléfono y le sacó toda la verdad mientras él conducía hasta el apartamento de Amanda. Por suerte, ella nunca se había mudado del lugar que compartían y él aún tenía una copia de la llave.

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“¡Cristóbal, no lo entiendes!”, se lamentó ella, y a él no le importó. Exigió la verdad.

El resultado de su examen había sido, de hecho, un plan... una traición. Todo estaba diseñado para que dejara a Amanda y se fuera con Clara. De alguna manera, su madre había descubierto lo mucho que Amanda quería tener hijos. Pensaron que, al enterarse de que él era estéril, terminarían su relación.

Pero su plan salió aún mejor tras el anuncio del embarazo de Amanda. La Sra. Castillo reunió su mejor actuación y montó el espectáculo. Todos lo sabían.

Sus padres, los padres de Clara y el técnico al que le habían pagado y despedido después para que diera los resultados falsos. Incluso su médico había sido engañado porque sólo había visto los análisis y las imágenes falsas.

“No volverás a verme”, le dijo a su madre y colgó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Él llamó a la puerta, se dio cuenta de que Amanda no estaba en casa y decidió entrar. Entró en la segunda habitación y vio el hermoso espacio que ella había construido para su hijo. Era azul. Había nubes pintadas en las paredes y juguetes por todas partes.

Cristóbal también entró en su dormitorio y vio que todo estaba prácticamente igual. Se sentó en el lado de la cama de ella y quiso echarse a llorar.

Pero tuvo que contenerse y pensar mucho. “¿Cómo voy a reconquistarla y disculparme por todo? ¿Me creerá?”, reflexionó, pero las lágrimas aparecieron y no paraban.

Al final, se quedó dormido.

“¡AAAAH!”, gritó Amanda después de encender la luz de su habitación. “¡Fuera de aquí! ¡Voy a llamar a la policía!”.

“¡Amanda!”, dijo Cristóbal levantándose rápidamente de la cama. “¡Amanda! ¡Amanda! ¡Soy yo!”.

“¡Cristóbal! ¿Cómo pudiste entrar aquí? ¿Estás loco? ¡Estaba a punto de agarrar un cuchillo!”, dijo ella gritando y golpeando ligeramente el hombro del hombre; entonces vio su cara llena de lágrimas. “¿Por qué estás aquí?”.

“Tenemos que hablar...”, dijo, bajando la mirada, mojándose los labios resecos.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“Supongo... que no me sorprende, pero... sigue siendo... demasiado increíble”, dijo ella después de que él le contara toda la historia.

“Sí”, asintió Cristóbal. “Lo siento mucho. Debería haberte creído. Debería haberme hecho más pruebas. Me sorprendió la noticia y no sabía si me dejarías porque siempre quisiste tener una familia. Fui una idiota”.

“Sí, lo fuiste”, convino Amanda. “Pero supongo que por fin tiene sentido. Como... todo encaja. No digo que esté bien. Pero lo entiendo”.

“¿Hay alguna forma de que me perdones?”.

“La vida es demasiado corta para rencores”.

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“¿Y hay alguna manera de que pueda estar en sus vidas?”.

“Eso no lo sé”, respondió Amanda, bajando la mirada. “Ha sido... duro. He estado muy sola. No es lo que habíamos planeado juntos. No sé si haya vuelta atrás”.

Ella había contenido las lágrimas hasta ahora, pero, mientras recordaba todo lo que había pasado en casi dos años, la humedad comenzó a correr lentamente por su cara. Cristóbal lloró con ella.

“Sé que me llevará una eternidad, pero te compensaré por esto. Pase lo que pase... aunque tú y yo no podamos continuar donde lo dejamos, tú y él son mi familia. Mi única familia”, juró. Amanda lo miró a los ojos doloridos e hinchados y supo que estaba decidido.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Primero... deberías conocer a Pablo, tu hijo”, dijo ella, secándose la cara. “Y después, probablemente tengamos que pensar en demandar al Sr. Guillén”.

Cristóbal rio y lloró al mismo tiempo. Era ella misma, alegre a pesar de todo y, como siempre, tenía razón. Necesitaban un abogado.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Debes pedir siempre una segunda opinión: Siempre puede haber resultados falsos en el campo de la medicina, así que siempre debes consultar con otra persona cuando un diagnóstico parezca demasiado drástico.
  • Dale a tu pareja el beneficio de la duda y deja que se explique: Cristóbal podría haberse ahorrado mucho dolor si hubiera escuchado a Amanda. El plan podría haberse descubierto inmediatamente.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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