Hombre se casa con mujer que queda paralítica justo un mes antes de su boda, prueba de que el amor verdadero existe
Una futura novia quedó paralítica tras un desafortunado accidente en su propia despedida de soltera. Lo que se suponía que era una broma inocente cambió el curso de su vida para siempre.
No tenía que acabar así. Rachelle Friedman estaba a punto de casarse con el hombre de sus sueños, su primer novio. Llevaban casi un año prometidos después de cinco de noviazgo.
Friedman estaba disfrutando de su despedida de soltera preparada por sus mejores amigas cuando decidieron rematar la noche yendo a nadar. Fue la despedida perfecta a su vida de soltera, ya que estaba a punto de casarse con el amor de su vida en un mes.
Una broma que salió mal
Las chicas se vistieron, bajaron a la piscina y jugaron como siempre. La mejor amiga de Friedman la empujó juguetonamente a la piscina —"como hemos hecho un millón de veces", señaló—, pero en esa fracción de segundo, el empujón hizo que la futura novia cayera al fondo de la piscina.
Friedman se golpeó la cabeza y se quedó rígida. Al instante supo que algo había ido muy mal porque no podía moverse.
En lugar de dejarse llevar por el pánico, Friedman esperó lentamente a salir a flote hasta que gritó pidiendo ayuda. Sus amigas llamaron inmediatamente al 911, y cuando la sacaron del agua, no podía sentir nada en su cuerpo.
Una lesión vital
Cuando llegó al hospital, los médicos determinaron que sufría una lesión medular C6, lo que significaba que no podía sentir nada por debajo de la clavícula. También perdió la capacidad de andar.
Al enterarse de su drástica situación, Friedman llamó a su prometido, Chris Chapman. Él estaba de acampada con su padre, pero ella tenía que comunicarle la gravedad de su situación antes de que llegara al hospital.
Con voz severa y seria, Friedman soltó la noticia: "Me he roto el cuello y probablemente no voy a poder caminar". Tras avisar a todas las personas importantes de su vida, la futura novia pasó casi tres meses en el hospital antes de someterse a rehabilitación.
Estaba inmovilizada
Más que caminar, Friedman anhelaba una cosa: poder volver a usar las manos. No se dio cuenta de ello mientras se recuperaba en la UCI porque en ese momento sólo pensaba en que no podía andar.
Cuando por fin le dieron el alta, Friedman tuvo que hacer frente a una factura médica en constante aumento, ya que tenía que someterse a rehabilitación ambulatoria. Aunque seguía deseando casarse, le parecía descabellado porque eso significaría también que no tendría derecho a recibir seguro médico.
Una vez casada, sus ingresos combinados con los de su prometido, que trabaja como profesor de secundaria, superarían los límites para poder seguir haciendo uso del subsidio gubernamental que le permitía acceder a la atención médica que necesitaba, sin que por ello pudiera realmente costearla de forma privada: en la práctica, casarse implicaba renunciar al tratamiento. Aunque lo único que deseaba era casarse, su situación no se lo permitía.
Agradecida a la vida
A pesar de todo lo que ha pasado, Friedman sigue estando agradecida por la vida que lleva. Pensaba que su vida era perfecta antes del incidente, pero después de lo ocurrido ha aprendido a ver la perfección incluso en la imperfección.
Un año después del accidente, Friedman consiguió por fin la boda de sus sueños. Ella y su novio Chris finalmente pudieron casarse. Chapman estaba decidido a casarse con ella, demostrando a todo el mundo que el amor verdadero existía, y que las discapacidades no son un obstáculo para el amor.
Cuatro años después, tuvieron una hija, Kaylee, por gestación subrogada. Aunque la vida había sido dura para ellos, Chapman aclaró que su matrimonio no lo había sido en absoluto. De hecho, fue su matrimonio lo que les mantuvo unidos a pesar de todas las dificultades. Se mostró orgulloso:
"Pondría nuestro matrimonio a la altura de cualquier otro. La vida ha sido dura, pero el matrimonio no. Eso es lo que nos ha mantenido unidos".
Diez años casados
Diez años después de casarse, la pareja decidió renovar sus votos cuando Friedman se dio cuenta de que había perdido su anillo. Pensó que era el momento perfecto, porque ya no tenían que demostrar nada a nadie y la celebración debía ser sólo para ellos.
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Sólo asistieron familiares y amigos cercanos, y la encantadora pareja bailó toda la noche. También se dedicaron mensajes especiales, con votos similares a los que pronunciaron una década atrás.
Friedman intentó proteger la identidad de su amiga durante años, negándose a nombrarla y asegurando constantemente que no sentía ningún rencor hacia ella.
Demostrar que los escépticos se equivocaban
Su relación no se libró de los comentarios escépticos de otras personas. Algunos afirmaban que Friedman era una irresponsable criando a una niña en silla de ruedas, y otros dudaban de que su relación durara porque Friedman dependía de otros.
A pesar de ello, Friedman ha aprendido a no tomarse las cosas como algo personal. De hecho, reconoce que necesita ayuda, pero no sólo ella: su marido también la necesita a veces. Dice:
"Él tiene más ansiedad que yo y se agobia un poco, y yo soy una persona muy tranquila, así que soy capaz de contrarrestar eso por él".
Su situación con su mejor amiga
En cuanto a la mejor amiga de Friedman que la empujó a la piscina, tampoco fue fácil para ella. Friedman intentó proteger la identidad de su amiga durante años, negándose a nombrarla y asegurándole constantemente que no sentía ningún rencor hacia ella para aliviar su sentimiento de culpa.
Sin embargo, cuando pasaron los años y la amiga ya no correspondía a su amistad, Friedman se dio cuenta de que lo mejor era cortar por lo sano, porque empezaba a tener sentimientos negativos hacia ella y sabía que, a la larga, no les haría ningún bien a las dos.
A pesar de estar en silla de ruedas, Friedman ha aprendido a vivir con su discapacidad y a utilizarla en su beneficio. Admite que, diez años después, es mucho más fuerte física y mentalmente, e incluso conduce y se mete y se saca de la cama sola.
Friedman también se dedica a ser una esposa cariñosa, una madre solícita, una paraatleta que juega al rugby en silla de ruedas y una firme defensora de las personas con discapacidad.
Ella y su marido siguen locamente enamorados y hacen todo lo posible por criar a su querida hija lo mejor que pueden, y ha sido lo más satisfactorio para ambos.
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