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Xaviera y su hijo Francis | Foto: facebook.com/heartkidsnt
Xaviera y su hijo Francis | Foto: facebook.com/heartkidsnt

Mamá desesperada tiene que sentarse en el retrete del avión para salvar a tiempo a su bebé moribundo

Guadalupe Campos
30 abr 2023
21:40

Tras descubrir que el único hospital que podía tratar a su hijo moribundo estaba a kilómetros de distancia, una madre desesperada hizo todo lo posible por llevarlo allí, aunque tuviera que sentarse en el retrete de un avión durante todo el vuelo para llegar a tiempo.

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Cualquier madre se desviviría por su hijo, aunque tuviera que hacer lo imposible. Una madre hizo todo lo posible por salvar la vida de su hijo, incluso sentarse en el lavabo de un avión durante todo el vuelo.

Xaviera y su esposo Ben siempre habían querido ampliar la familia. Tras dar la bienvenida a su hijo mayor, Ignatius, lucharon contra la infertilidad y decidieron plantearse la adopción. Pero el destino tenía otros planes.

Una sorpresa impactante

A los 37 años y con los papeles de adopción pendientes, Xaviera cayó enferma de repente. Sintió náuseas y, de repente, los pechos se le pusieron sensibles.

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Al principio pensó que era el principio de la menopausia, pero decidió hacerse una prueba de embarazo. Para su sorpresa, la prueba dio positivo.

Estaba en estado de shock, y su esposo reaccionó de la misma manera cuando se lo contó. Estaban en la playa cuando ella le metió en el bolsillo una nota adhesiva doblada. Al verla, le preguntó: "¿Estás segura?"

Les esperaban más sorpresas

Cuando Xaviera le dijo que era verdad, su esposo le dijo que no debían hablar de ello, que no querían arruinar el momento que habían estado esperando. Temían que su sueño desapareciera si hablaban mucho de él.

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Fue un embarazo difícil para Xaviera, que descubrió que esperaba gemelos. Tuvo una hemorragia a las ocho semanas y temió perder a sus preciosos hijos, pero finalmente todo fue bien.

En la semana 20, durante una de sus ecografías rutinarias, sintió que algo iba mal cuando los médicos se callaron de repente. Le comunicaron a Xaviera que uno de sus gemelos, Francis, tenía síndrome de Down y comunicación interventricular, más comúnmente conocida como un agujero en el corazón.

Un diagnóstico sombrío

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Xaviera comenzó con el trabajo de parto a las 36 semanas y dio a luz a sus gemelos. Pero un día después de nacer, le dijeron que el corazón de Francisco estaba mucho peor de lo que esperaban.

"El agujero de su corazón no es compatible con la vida", les dijo el médico a Xaviera y Ben. A primera vista, no podían creer que ésta fuera la realidad de su hijo. No estaba conectado a un respirador y parecía estar bien. Sin embargo, estaba luchando muy duro por su vida.

Xaviera sentía que cada segundo que no hacían algo significaba que Francis estaba cada vez más cerca de la muerte. Así que hizo todo lo que pudo para que recibiera el tratamiento que necesitaba.

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Todos los asientos ocupados

Francis necesitaba una operación especial para sobrevivir, pero sólo era posible en Melbourne, que estaba a miles de kilómetros de su Darwin natal. Como el COVID-19 hacía estragos entonces, ningún vuelo comercial quería llevarlos. Fueron necesarios varios días de insistencia hasta que finalmente les embarcaron en un vuelo de Care a Melbourne.

A los 21 días, Francis fue transportado a Melbourne en una incubadora con un equipo médico. Normalmente la incubadora se transportaba en avión desde Sydney o Melbourne, pero gracias a una fundación llamada The Humpty Dumpty Foundation, se donó una incubadora de transporte al hospital donde estaba ingresado Francis.

En un principio sólo iba a viajar Francis, pero como Xaviera insistió en acompañarle, su única opción fue sentarse en el lavabo del avión durante todo el vuelo. Se sentó allí con el gemelo sano de Francis, Ernie, como equipaje de mano.

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Camino de la recuperación

Cuando por fin llegaron a Melbourne, Xaviera no pudo evitar las lágrimas. Se había quitado un gran peso de encima y su querido hijo iba a recibir por fin los cuidados que necesitaba.

Al final, la operación fue un éxito y Francis es ahora un niño sano, tan activo como Ernie. El agujero de su corazón, que una vez amenazó con quitarle la vida, quedó cerrado.

Aunque todavía tiene que ir paso a paso debido a su diagnóstico de síndrome de Down, ha recibido tanto amor y cuidados que adaptarse a su vida diaria ha sido mucho más fácil.

Con tanta experiencia a sus espaldas, Xaviera es hoy una madre más fuerte. Está agradecida de tener a sus hijos y haría cualquier cosa para que prosperaran.

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