Hombre regresa temprano de viaje de negocios en Navidad, encuentra a desconocidos en lugar de a su familia en casa - Historia del día
Un hombre que siempre está preocupado por el trabajo vuelve pronto a casa de un viaje de negocios una Navidad y se sorprende al encontrar en su vivienda a una familia desconocida en lugar de a su esposa y sus hijos.
Ted era un hombre ocupado. Sus clientes, reuniones y negocios siempre tenían prioridad sobre su familia. Así que pasaban varios días de Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo, y Ted siempre estaba fuera por negocios.
"Hago todo esto por nosotros, cariño", le decía a menudo a su esposa, Marissa, que se había acostumbrado a no tener a su esposo en casa.
"Lo sé, pero los niños te echan de menos, Ted", respondía ella.
"Les enviaré regalos", decía él. "Los quiero a todos. Hasta pronto".
Ted planeaba sorprender a su familia con una nueva casa ese año, lo que le hizo estar más ocupado que de costumbre. Se suponía que estaría en un viaje de negocios esa Navidad, pero regresó a casa antes para sorprender a su familia, sólo para descubrir que se habían mudado...
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Era un día invernal. Ted estacionó su auto en la entrada y quedó confundido cuando vio un vehículo desconocido en el garaje. Vio los adornos navideños fuera de la casa y sonrió. A lo mejor tenemos invitados, pensó.
Ted descargó los regalos que había comprado para Marissa y sus hijos, y se acercó a la puerta principal. Los hubiera sorprendido entrando por la puerta trasera, pero recordó que Marissa le había dicho que estaba atascada y que la arreglaría después.
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Ted no tenía una llave de repuesto, así que llamó al timbre.
Ninguna riqueza puede compararse con el amor y la calidez de una familia.
"¿Marissa, cariño? ¡Soy yo! Ted", gritó.
No obtuvo respuesta, así que volvió a llamar al timbre.
“¿Qué le pasa? ¿Por qué no abre la puerta? se preguntó.
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Ted pulsó el timbre tres veces más y estaba a punto de llamar a Marissa cuando escuchó unos pasos apresurados que se acercaban a la puerta. Poco después, un hombre alto con tatuajes en el brazo izquierdo salió y preguntó con voz pesada: "¿Sí? ¿Quién es usted?".
“¿Es una broma? ¿Quién es usted?”, dijo Ted sonriendo satisfecho mientras empujaba al hombre a un lado y entraba.
“¿Marissa? ¿Niños? ¡Papá está en casa! Les traje regalos”.
Ted se detuvo en seco al entrar en la sala de estar. Había una mujer, que no era su esposa, y tres niños desconocidos decorando toda la casa, así como un enorme árbol de Navidad junto a la chimenea.
“¿Qué está pasando? ¡ESTA ES MI CASA! ¿Entraron por la fuerza? ¿Dónde están mi esposa y mis hijos?", preguntó Ted enfadado.
“¡Hey, hey, hombre!”, dijo el individuo con tatuajes. “Alquilé esta casa hace como dos semanas. Esta casa estaba vacía cuando nos mudamos. Soy Darren. ¿Eras tú... el inquilino anterior?”.
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“¿Qué?”, preguntó Ted. “¿Se mudaron? ¡Pero Marissa no me lo dijo! ¿Cómo es eso posible? No me iré de aquí hasta que lo confirme. Necesito hablar con mi esposa”.
Ted llamó a Marissa, pero la llamada no entró las primeras veces. Volvió a marcarle y ella no contestó.
“¿Qué le pasa? ¿Qué demonios está pasando?”, se preguntó.
Ted llamó entonces a su suegra, Pamela, y quedó sorprendido por lo que le dijo.
“¡Engañaste a mi hija, Ted! ¿Cómo esperas que responda a tu llamada? Ella está aquí, y también mis nietos. No te preocupes, pasaremos unas Navidades maravillosas. Nunca has estado ahí para ellos, de todos modos”.
Ted estaba desconcertado. No había podido hablar con Marissa en varias semanas debido a su apretada agenda. No tenía idea de que ella había solicitado el divorcio ni de que los papeles lo esperaban en el despacho de su abogado hasta que Pamela se lo dijo.
Ted condujo hasta la oficina de su abogado y se sorprendió al conocer el motivo del divorcio.
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“Marissa vino a verme hace unas semanas, Ted, y me dijo que tenía prisa. Me dijo que te pasara esta carta”, dijo el abogado, entregándole a Ted un sobre. “Dice que fuiste un gran padre a pesar de todo, y que puedes seguir viendo a los niños después de la separación. No quiere que los niños crezcan sin su papá”.
Conmocionado y confuso, Ted abrió la carta y empezó a leer...
“Ted,
No sé cuándo nos distanciamos tanto como para enterarme de tu aventura por tus compañeros de trabajo. Fui a su casa a una fiesta y... No estoy segura de lo que viste en tu secretaria, pero no me forzaré a mí o a nuestros hijos contigo... ¿Supongo que es joven y hermosa y tiene todo el tiempo del mundo para viajar contigo? ¿Es esta la razón por la que me engañaste con ella?
Ella tuvo la audacia de enviarme tus mensajes y decirme lo mucho que te ama. ¡Lo hizo delante de nuestros hijos viniendo a nuestra casa! Tal vez por eso te habías ido y no querías venir a vernos. Habías encontrado un nuevo amor, ¿no?
No quiero decirte nada hasta que leas esta carta porque ¿qué va a cambiar? ¡Eres un mentiroso y un infiel, Ted!
Sam y Lily echarán de menos a su papá, pero yo no. Adiós, Ted. Vive una vida infernal con esa secretaria tuya”.
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Ted enterró la cara en las palmas de las manos. “¡Todo esto está mal! ¡Necesito visitar a mi familia!”.
El hombre condujo hasta la casa de Pamela y entró furioso cuando ella abrió la puerta.
“¿Ted? ¿Qué demonios estás...?”, antes de que Marissa terminara, Ted cayó de rodillas y empezó a llorar.
“¿Cómo puedes pensar que te estoy engañando, nena? ¿Tienes idea de por qué he estado tan ocupado últimamente?”.
“¡Ted, vete! ¡Ahora mismo!”, dijo ella. “¡Los niños están viendo a su padre suplicar a su madre, y no creo que sea una escena feliz!”.
“¡Marissa!”, dijo Ted. “No te estoy engañando. ¡Nunca te he engañado! No sé de qué mensajes estás hablando, pero puedes revisar mi teléfono. Te quiero de verdad a ti y a nuestros hijos”.
“¡Basta, hombre!”, intervino el padre de Marissa. “¡Tendremos esa charla en la corte! ¡Fuera de mi casa ahora!”.
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Ted rogó y suplicó antes de finalmente revelar su gran sorpresa para su familia. Le habló a Marissa de la casa que quería regalarle por Navidad y le mostró los diseños en su portátil, explicándole por qué estaba más ocupado de lo habitual y no tenía tiempo para ellos. Llevaba tres años trabajando en el proyecto. Construir aquella casa era un asunto caro y había contratado a los mejores contratistas.
“Bien, pero, ¿cómo explicas esto?”, Marissa le mostró entonces los mensajes que había recibido de su secretaria, y algo no cuadraba.
Resultó que la secretaria de Ted se sentía atraída por él, y falsificó esos mensajes para crear un malentendido entre Ted y Marissa. Ella sabía que Ted no siempre estaba en contacto con su familia, y aprovechó esa ventaja para separarlos.
“Lo siento mucho, cariño”, dijo Marissa. “¡No debería haber dudado de ti! Menudo lío”.
“No pasa nada, nena”, dijo Ted, abrazándola. “¡Te amo, y amo a nuestros hijos!”.
“Yo también te amo, cariño”, dijo ella.
Afortunadamente, el malentendido se resolvió rápidamente y la familia disfrutó de una tranquila cena de Navidad. Ted decidió dar prioridad a su familia sobre su trabajo, porque se puede volver a ganar todo el dinero del mundo si se pierde, ¡pero no una familia!
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Ninguna riqueza puede compararse con el amor y la calidez de una familia: Ted se dio cuenta de esto cuando fue testigo de lo que su loca obsesión por el trabajo podría haber hecho: podría haber perdido a su familia para siempre.
- En Navidades, quédate en casa con tus seres queridos y pasa tiempo con ellos: Ted y su familia finalmente aclararon los malentendidos y disfrutaron de una encantadora cena de Navidad.
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