Mujer va a una cita "infernal", acaba en silla de ruedas y marcada de por vida: "Confía en tu instinto"
Cuando Kiaha Kurek tuvo una cita a ciegas, esperaba pasar una noche agradable. Cuando el chico se ofreció a buscarla, ella dudó, pero se dijo a sí misma que solo estaba siendo paranoica y aceptó. Habían planeado cenar y ver una película, pero pronto se convirtió en la peor noche de su vida.
Las citas a ciegas pueden convertirse en los encuentros más incómodos. La primera vez que salen, intentan conocerse a fondo; si no congenian, la cosa puede acabar mal. Para Kiaha Kurek, de 35 años y natural de Portland, U.S.A., la cita a ciegas fue un desastre.
Todo empezó de la forma habitual. En 2012 conoció a un chico en la aplicación de citas Plenty of Fish. Parecía simpático y hablaron un rato antes de que ella aceptara salir con él. Quería llevarla a cenar y al cine, una típica salida nocturna con alguien a quien no conoces muy bien.
Ella aceptó, pero se mostró reacia a que la recogiera en su coche. Le dijo que se reunirían en el restaurante, pero él insistió, diciendo que quería enseñarle su auto deportivo recién restaurado. Finalmente, Kiaha aceptó que la buscara en su casa y la llevara al restaurante y al cine.
Kurek fue trasladada al hospital, donde empezaron a tomarle puntos en los cortes de la cara.
Su cita, que insistió en que conduciría de forma responsable, estaba encantado y se presentó en su casa. Cuando se subió, Kurek se dio cuenta de que los cinturones de seguridad del coche solo le rodeaban las caderas y nada le sujetaba el torso. Sin embargo, se dijo a sí misma que estaba siendo innecesariamente paranoica y no dijo nada.
Tuvieron una cena agradable, pero la noche pronto se convirtió en lo que Kaiha llamó la cita "del infierno". De camino al cine, se detuvieron ante una flecha amarilla parpadeante cuando estaban a punto de girar a la izquierda. De repente, el chico se adelantó y se detuvo en medio de la carretera. Presa del pánico, la chica miró a un lado y vio unos faros que se dirigían hacia ella.
Las secuelas
Mientras Kaiha y su acompañante estaban parados en medio de la intersección, un Jeep Cherokee los impactó del lado del pasajero a gran velocidad. Ella quedó inconsciente y lo primero que oyó al despertarse fue un ruido muy fuerte.
Durante las tres semanas siguientes al accidente, Kaiha no volvió a saber nada de su cita.
Durante la colisión, Kurek sufrió múltiples heridas graves. Finalmente, la sacaron del coche, pero estaba muy dolorida. Tenía heridas por todo el cuerpo y estaba claro que necesitaba ir a urgencias lo antes posible.
Fue trasladada al hospital. Su familia se apresuró a verla, y su padre estaba comprensiblemente furioso por todo el incidente. El personal del hospital reveló entonces que iban a tener que operar a la joven, ya que se había roto numerosos huesos.
Kaiha, que desconocía el alcance de los daños, solo quería que le pusieran una escayola en la pierna, pero pronto le informaron de que la situación era mucho más grave. El impacto le había destrozado el fémur y la pelvis, le había roto las costillas y le había dejado el hígado lacerado.
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Sus padres volvieron a casa, dejando a sus hermanos como apoyo moral. Pronto llegó una enfermera y la trasladó a otra cama, previo a llevarla al quirófano. Kaiha no quería, pero se calmó y se preparó para la operación. Pasó siete horas inconsciente.
Tras la operación, sufrió un dolor insoportable. El personal del hospital le administró una epidural, que alivió el dolor, pero las cosas no tardaron en complicarse. Su médico le informó que tendría que pasar el año siguiente en una silla de ruedas, y que no sabía si podría volver a caminar.
El accidente le pasó factura en más de un sentido
Kurek volvió a vivir con sus padres para que pudieran cuidarla, pero estaba decidida a demostrar a los médicos que se equivocaban y volver a ponerse en pie. Durante las seis semanas siguientes, con ayuda de la fisioterapia, aprendió a andar y recuperó la mayor parte de sus funciones motoras.
Las tres semanas posteriores al accidente, Kaiha no volvió a saber nada de su cita. Cuando lo hizo, descubrió que había mentido sobre su edad, diciendo que tenía 24 años cuando en realidad solo tenía 19. La joven describió su recuperación como extremadamente dolorosa, pero estaba decidida a recuperar las habilidades que había perdido.
Kurek rehizo su vida
Mientras Kurek sufría múltiples lesiones, su cita estaba bien. Tenía un rasguño en la cabeza debido al impacto, pero por lo demás, estaba completamente ileso. Ella confesó que nunca le demandó ni le guardó rencor por lo ocurrido, ya que todo fue un accidente.
Sin embargo, se planteó emprender acciones legales contra el hospital, ya que la enfermera que la trasladó antes de la operación no debía tocarla en absoluto. Resultó que había cometido numerosas infracciones, y el resto del personal se puso lívido cuando se enteraron de todo lo que había hecho.
El accidente le pasó factura en más de un sentido. A Kurek le costó mucho dinero y se quedó sin ahorros. Dejó su carrera como asesora y abrió un camión de comida. Por suerte, pudo recuperar el uso de las piernas y ahora tiene un trabajo que le exige estar de pie todo el día.
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Kurek no volvió a ponerse en contacto con su cita y optó por dejar atrás el incidente para siempre. Con los años, conoció a otra persona, y desde entonces ambos están felizmente casados. Ella comentó que cualquiera que tenga una primera cita debería siempre "confiar en su instinto".
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