Justo después de que mi novio me pidiera matrimonio, mi mejor amiga me llamó en mitad de la noche y me susurró: "No confíes en él" — Historia del día

Justo después de que mi novio me propusiera matrimonio, yo estaba en las nubes. Me moría de ganas de compartir la noticia con todo el mundo, pero mi mejor amiga guardaba silencio. Entonces, en plena noche, sonó mi teléfono. Su voz era un susurro, pero sus palabras me golpearon cuando dijo: "No confíes en él". De repente, mi mundo perfecto empezó a resquebrajarse.

Estoy segura de que muchos de ustedes tienen ese tipo de mejor amigo, con quien que pasarías por agua y fuego. La que sientes como si la conocieras de toda la vida. Brooke era esa amiga para mí.

Habíamos ido a la misma universidad, pero no nos conocimos hasta después de la graduación, en la fiesta de un amigo común.

Nuestra conexión fue instantánea, casi espeluznante. Era como si fuéramos una sola alma dividida en dos cuerpos. Ella me entendía, y yo a ella.

Por muy mal que me fueran las cosas en la vida, sabía que tenía suerte porque tenía a Brooke.

Siempre estuvo ahí: en las rupturas, en la pérdida del trabajo y en todas las crisis intermedias.

Pero, como todos sabemos, todo lo bueno se acaba. Dicen que un verdadero amigo se revela en los momentos difíciles, pero yo no estoy de acuerdo.

Creo que es lo contrario: un verdadero amigo muestra sus colores en la felicidad. Sólo cuando alguien te quiere de verdad, puede alegrarse de verdad por ti.

Por desgracia, mi amistad con Brooke no pasó la prueba de la felicidad, pero hablaremos de ello más adelante.

Mi felicidad llegó en forma de Jason. Era el mejor chico con el que había estado nunca.

Me sentía realmente feliz, segura y en paz con él. Pero todo empezó a ir mal cuando le presenté a Brooke.

Los tres fuimos a un bar. A primera vista, todo parecía bastante casual.

Jason le hacía preguntas a Brooke, ella respondía, le devolvía las preguntas y él bromeaba.

Pero percibí tensión en Brooke. Su sonrisa parecía demasiado forzada, su risa demasiado aguda. Era sutil, pero conocía a Brooke demasiado bien como para no darme cuenta.

Cuando Jason se alejó para ir al baño, me incliné hacia Brooke. Mi voz era suave, pero mi pregunta parecía pesada. "¿Qué piensas de Jason?"

Brooke no contestó enseguida. Hizo girar el hielo de su vaso, viéndolo dar vueltas. "No creo que sea el adecuado para ti" -dijo.

Sus palabras dolieron. Esperaba una sonrisa, un asentimiento tranquilizador, cualquier cosa menos eso. "¿Cómo sabes quién me conviene?"

Se encogió de hombros. "Es solo mi opinión".

"No es justo" -dije-. "Soy muy feliz con él. Pensé que tú también te alegrarías por mí".

Brooke suspiró, con los hombros caídos. "Creo que puedes conseguir algo mejor".

Negué con la cabeza. "No quiero algo mejor. Quiero a Jason".

Se echó hacia atrás, cruzándose de brazos. "Claire, me has pedido mi opinión. Mi opinión es que tienes que romper con él".

No podía creer lo que estaba oyendo. "No lo entiendo. ¿Estás celosa?"

Sus labios se torcieron en una sonrisa amarga. "¿Celosa? ¿Crees que quiero tu vida?"

"Creía que me apoyarías", dije. "Eres mi mejor amiga".

Ella resopló. Era un sonido áspero que no encajaba con ella. "Soy tu mejor amiga. Por eso te digo la verdad".

"Parece como si estuvieras intentando arruinarme esto".

El rostro de Brooke se tensó. "¿Sabes una cosa? Es tarde. No quiero pagar de más a la niñera. Tengo que volver a casa con Melanie".

Arrojó unos billetes sobre la mesa y se levantó. "Buenas noches, Claire".

Sabía que Melanie estaba con su madre, no con una niñera. Brooke había mentido. Pero, ¿por qué? Melanie era la hija de Brooke. La había tenido durante su último año de universidad y la había criado sola.

Brooke estaba tan enfadada con el padre de Melanie por haberlas abandonado que ni siquiera mencionaba su nombre. Estaba haciendo un trabajo increíble como madre soltera.

Cuando Jason regresó, su sonrisa se desvaneció al verme la cara. "¿Qué ha pasado?"

Forcé una débil sonrisa. "¿Podemos irnos a casa?"

No presionó para obtener respuestas. Pagamos la cuenta y nos fuimos.

En casa, el silencio nos envolvió. Mientras estábamos tumbados en la cama, Jason se volvió hacia mí. "¿Qué ha dicho Brooke de mí?".

Vacilé, con las palabras atascadas en la garganta. "Dijo que no eras adecuado para mí".

No reaccionó. "¿Y qué opinas tú?"

"Le he dicho que no es verdad", dije rápidamente. "Creo que eres perfecto".

Me acercó. "Quizá sólo esté celosa".

Asentí con la cabeza, pero un pequeño pensamiento persistía. ¿Y si tenía razón?

Después de aquello, cada vez que veía a Brooke era como adentrarme en una tormenta. No importaba lo que dijera -ya fuera algo bueno o malo sobre Jason-, ella siempre encontraba la forma de tergiversarlo.

Convirtió cada historia en una prueba de que Jason era el villano. Era agotador.

Una tarde, no pude aguantar más. Me senté en el sofá con Jason y me temblaba la voz. "No entiendo por qué Brooke no puede alegrarse por nosotros".

Jason no parecía sorprendido. "A lo mejor es ese tipo de persona. Es madre soltera. Quizá esté celosa de que tengas una buena relación mientras ella está sola".

Me mordí el labio. "Nunca lo había pensado así".

"Además, tiene un hijo", añadió.

Sus palabras me inquietaron. La forma en que dijo "además tiene un hijo" me pareció incorrecta. Pero sabía que él también estaba frustrado. Después de todo, Brooke había dejado claro que no le gustaba.

"Quizá tengas razón", dije. "Es que estoy muy cansada de esto".

"Entonces deja de hablar con ella", dijo Jason.

Dudé. "Quizá debería".

"Ya verás", dijo, tirando de mí para abrazarme. "Te sentirás mucho mejor".

Me acarició el pelo. "Sinceramente, de todas formas nunca pensé que Brooke fuera una buena amiga para ti".

Ni siquiera tuve que hacer un esfuerzo consciente para dejar de hablar con Brooke. Sucedió por sí solo.

Cada mensaje sin contestar, cada llamada ignorada, construía lentamente un muro entre nosotras. En pocas semanas, nuestra comunicación se redujo a la nada.

Si no hubiera sido por Jason, no sé cómo habría superado la pérdida de mi mejor amiga.

Cuando sentía el dolor de la ausencia de Brooke, él estaba allí con un cálido abrazo, una palabra amable o una distracción. Me hacía sentir segura y me aferraba a ese sentimiento.

Y las cosas con Jason no hicieron más que mejorar. Nuestro vínculo se hacía más fuerte cada mes.

Entonces, una noche cualquiera, durante una cena romántica en casa, me propuso matrimonio.

Su voz era firme, sus ojos llenos de esperanza. Por supuesto, ¡dije que sí! Estaba en la luna. Era lo mejor que me había pasado nunca.

Publiqué una foto del anillo en las redes sociales. Me llovieron los comentarios y los "me gusta": miles de felicitaciones de amigos, familiares e incluso antiguos compañeros de clase.

Todos menos Brooke. Ella ni siquiera pudo enviar un simple "¡Felicidades!". Me dolió más de lo que quería admitir.

"¿Lo ves?", dijo Jason. "Te dije que nunca fue una amiga de verdad. Estás mejor sin ella". Quería creerle.

Pero aquella noche, cuando Jason ya estaba dormido, sonó de repente mi teléfono. "Mejor Amiga" parpadeó en la pantalla. Se me aceleró el corazón. Contesté vacilante.

"¿Hola?", susurré en la oscuridad.

La voz de Brooke era grave. "No confíes en él". Luego colgó.

Volví a llamarla. Una, dos, una docena de veces. Sólo me recibió el silencio y su buzón de voz.

Sinceramente, estaba harta de la actitud de Brooke. No podía soportarlo más. Al día siguiente, decidí ir a verla.

Necesitaba respuestas. Necesitaba saber por qué no podía alegrarse por mí.

Me planté ante su puerta, con la mano apretando el teléfono. Respiré hondo y llamé. Al cabo de un momento, la puerta se abrió y vi a Stephanie, la madre de Brooke.

"Hola, Stephanie. ¿Está Brooke?", pregunté.

Stephanie me dedicó una sonrisa amable. "Hola, Claire. No, no está aquí. ¿Necesitas algo?" Dio un paso atrás, abriendo la puerta. "Pasa".

La seguí dentro. La casa olía a café y lavanda, como siempre.

Siempre había tenido una buena relación con la madre de Brooke. Era cálida y acogedora, y me sentía segura a su lado.

Nos sentamos a la mesa de la cocina y no me contuve. Le conté todo: cómo se había comportado Brooke, lo que había dicho de Jason y cómo me había llamado en mitad de la noche con aquel extraño aviso.

Stephanie escuchó y su rostro pasó de la confusión a la preocupación. Rodeó la taza de café con las manos. "Espera, ¿has dicho que se llama Jason?".

"Sí, ¿por qué?", le pregunté.

Sus labios se cerraron en una fina línea. "Quizá le trae malos recuerdos".

"¿Qué quieres decir?", le pregunté. "No sé si te entiendo".

Stephanie apartó la mirada y la clavó en un punto de la pared. "El padre de Melanie también se llama Jason".

Sus palabras se hundieron en mí como piedras. "¿Qué? ¿Hay fotos suyas?"

Stephanie vaciló. "Que yo sepa, Brooke las tiró todas. Pero déjame comprobarlo". Se levantó y desapareció en otra habitación.

Un rato después, Stephanie regresó. Llevaba una sola foto en la mano. "Toma", me dijo, pasándomela. "Esto es todo lo que he encontrado".

Tomé la foto y todo en mi interior se hizo añicos. Era Jason. Mi Jason.

El mismo hombre que había abandonado a Brooke cuando estaba embarazada. De repente, todo cobró sentido.

El comportamiento de Brooke y por qué Jason quería que cortara lazos con ella: todo encajaba. Decidí esperar a Brooke. Necesitaba oírlo de ella.

Cuando por fin entró por la puerta, su rostro palideció. "¿Claire? ¿Qué haces aquí?"

Me levanté, con la foto agarrada en la mano. "¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me dijiste la verdad sobre Jason?".

Sus ojos se abrieron de par en par. "¿Cómo te has enterado?"

"Tu madre me enseñó la foto", dije.

Los hombros de Brooke se hundieron. "¿De dónde ha sacado eso? Creía que lo había tirado todo hace años".

Me mantuve firme. "No eludas la conversación".

Se le llenaron los ojos de lágrimas. "Porque me amenazó. Dijo que si te lo contaba, se llevaría a Melanie. Me llamó justo después de aquella noche en el bar. ¿Qué se suponía que debía hacer?"

Mi ira se desvaneció. "Oh, Brooke". Me acerqué más y la rodeé con los brazos. "Deberías habérmelo contado todo".

"Tenía miedo", dijo. Su voz era pequeña, quebrada.

Me aparté y la miré a los ojos. "Ahora estamos juntas en esto. Jason no sabrá qué lo golpeó".

Un atisbo de sonrisa se abrió paso entre sus lágrimas. "Gracias".

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