La mujer asegura que las papas de su propia cosecha le causan una enfermedad misteriosa
Cuando las personas dicen que su vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, en realidad no están bromeando.
Juana Muñoz era una mujer saludable de 25 años que vivía con su esposo y su hijo de un año, cuando su mundo se puso patas arriba. Eso fue en 1989 y ahora, casi 30 años después, ella está confinada en una jaula de vidrio de solo 25 metros cuadrados.
Según reportó Shared, Muñoz vive sin ningún contacto humano, no tiene acceso a un teléfono celular, televisión o radio, y ha estado encerrada en este pequeño espacio durante 13 años.
Los médicos que la han tratado dicen que Juana sufre de sensibilidad química múltiple, fibromialgia, síndrome de fatiga crónica y electrosensibilidad.
"Lo peor de vivir así no es el dolor, es el daño físico y psicológico de no poder salir y vivir una vida normal con los seres queridos", dijo ella consternación.
"En unas pocas semanas nacerá mi nieto y no sé si seré capaz de abrazarlo en algún momento de mi vida", añadió.
Durante todo ese tiempo, esta española de 53 años ha desarrollado cuatro enfermedades crónicas, todas sin una cura.
Pero cómo llegó a donde está hoy sigue desconcertando a los médicos. Juana cree que desarrolló su condición misteriosa después de haber sido envenenada con papas de su propia cosecha.
Muñoz espera que su historia concientice sobre los peligros de los tóxicos en nuestros productos.
Ella recuerda claramente el día en que su vida cambió.
Cuenta que llevaba las patatas de la cosecha pasada de su marido a la cocina, cuando entró en contacto con el polvo que estaba cubierto por un agente antigerminativo que se utiliza para evitar que las patatas almacenadas germinen.
Después de lavar el polvo, sus ojos comenzaron a picarle y ella lo rascó con sus dedos. De repente, los ojos y la lengua comenzaron a hincharse.
Al comenzarle los síntomas, Juana acudió a la sala de emergencias de inmediato, donde le dieron medicamentos antiinflamatorios y la enviaron a casa. Pero solo una hora después regresó al hospital, ya que su condición empeoró.
Estuvo inconsciente en la unidad de cuidados intensivos durante días. Tenía la lengua tan hinchada que apenas podía respirar, y tardó más de una semana en salir de su cama en el hospital.
"Llegué a la conclusión de que el origen de todo está en la intoxicación que sufrí", dijo ella a los medios locales.
Los médicos ayudaron a Juana y su familia a llegar al fondo de lo que causó su enfermedad, enviando muestras de sangre y del pesticida que su esposo usó en las papas a un centro de estudios clínicos en Barcelona.
Extrañamente, las muestras se "perdieron". Con el paso de los años, el agente anti-germinación que el marido de Juana utilizó en las papas fue retirado del mercado, sin que su familia hubiera tenido la oportunidad de participar en esa decisión.