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Conmovedora historia de un niño pobre y un helado

Stef Colina
14 dic 2018
01:09

Esta es la conmovedora historia de una mesera que pensó que un niño no podía pagar un helado, pero la verdad es que el niño había incluido sus propinas en la cuenta.

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Un niño de 10 años apareció en la cafetería y se sentó en una de las mesas. La mesera entonces se acerca, pues estaba muy fastidiada por su presencia. Ella pensó que el niño era solo eso, un niño, y que no iba a gastar dinero.

Pero en contra de su voluntad, la mesera se le puso un vaso de agua de frente, a lo que niño respondió con una pregunta: "Señorita, cuánto cuesta un helado Sundae"; a lo que ella respondió "50 centavos".

Créditos de la imagen: Freepik

Créditos de la imagen: Freepik

El niño se quedó callado por un momento, como si estuviese pensando algo. Luego, le preguntó el precio del helado simple. Pero la insistencia del niño puso impaciente a la mesera, quien tenía una fila de clientes esperando a ser atendidos.

Créditos de la imagen: Freepik

Créditos de la imagen: Freepik

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LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

La mesera le dijo al niño que el helado simple cuesta 35 centavos. Finalmente, el niño decidió ordenar un helado simple, mientras sonreía al devolver el menú a la mujer; quien al llevarle su orden al niño, no emitió opinión, se mantuvo callada.

Fuente: Pixabay

Fuente: Pixabay

Cuando el niño se termina de tomar su helado, se dispone a pagar. En algún punto la mesera se da cuenta que la mesa del pequeño quedó vacía y eso le trajo alivio.

Una mesa más significa más espacio para clientes que sí puedan tomarse la molestia de dejarle una propina que haga que su atención valga la pena.

Créditos de la imagen: Freepik

Créditos de la imagen: Freepik

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Pero, al prepararla para los próximos comensales, notó que el chico le había dejado 15 centimos de propina.

Esa era la razón por la cual el niño no podía pagar el helado Sundae. La mesera se detuvo por un momento a pensar en lo niño había hecho. Comprensiblemente, la culpa abrumó sus pensamientos.

Es importante que no juzguemos a las personas desde nuestras impresiones y prejuicios. A veces, las personas que menos sospechamos nos dan gratas sorpresas.

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