Conmovedora carta de una madre que envejece a su hijo prueba cuánto necesitan nuestro amor
Los hijos no están conscientes de los sentimientos de los padres hasta que la vida los pone en sus zapatos. Es allí cuando el círculo se completa.
La vida es un ciclo y así como nacemos, crecemos, llegamos a la adolescencia y luego nos convertimos en adultos, una vez que llegamos a nuestra etapa como ancianos, es como si regresáramos a la niñez.
Lo más difícil de esta última etapa es no poder hacer las cosas que hacíamos antes y estar conscientes de ello, por lo que los hijos se convierten en ese soporte que tanto se necesita. El mismo soporte que necesitaron ellos cuando apenas eran unos retoños.
Es allí cuando el ciclo de la vida se vuelve tan hermoso. Al inicio de sus vidas, la de los hijos, son los padres los que los enseñan a caminar, comer, hablar. Mientras que al final de la vida de los padres, son los descendientes quienes pasan a tomar ese rol tan importante.
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Pero muchas veces no entienden lo que está sucediendo y no comprenden que los padres ya no tienen las mismas capacidades que en años anteriores, y es aquí cuando una madre que está envejeciendo decidió explicarle a su hijo cuánto necesita su amor ahora que va en camino a ser una niña otra vez:
“Querido hijo mío:
Te escribo esta carta con total sinceridad y noble intención. Te escribo esta carta porque te quiero, porque te amo y porque quiero que seas feliz todos los días de tu vida. Te escribo esta carta para hacerte una petición…
Y lo que quiero pedirte esta vez es cuando me veas vieja te armes de paciencia y tolerancia. Debes comprender que en la vida sucede un ciclo en el que uno nace, se convierte en un niño, después en un adolescente y luego en un adulto y cuando el adulto llega a la vejez vuelve a convertirse en un niño otra vez. Y a actuar como lo haría un niño, pero en un cuerpo de anciano.
Quizás te repita las historias y anécdotas que viví, tal vez no te escuche bien y te pida que repitas lo que me contaste otra vez. O tal vez pierda el hilo de la conversación y no pueda recordar qué hacía o de qué hablábamos. Ten paciencia y no te enojes conmigo, nada de esto lo haré con maldad.
Lo único que me importará es poder compartir tiempo contigo.
Tal vez quiera comer alimentos que no pueda ingerir porque afectarían mi salud, intenta explicarme con cariño por qué no debo hacerlo, así como yo te expliqué que no podías comer dulces cuando eras niño para que no te dañaras los dientes. Recuerda que te enseñé lo que sabes y ahora es tu turno.
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Esfuérzate porque te comprenda y ayúdame, así como yo lo hice contigo.
Es probable que tenga problemas para adaptarme a nuevas tecnologías o necesite más tiempo para poder aprender de ellas y comprenderlas. No te enojes ni me grites, tenme paciencia que despacito podré lograrlo y si no será divertido reírnos recordando las anécdotas.
Puede ocurrir que mi cuerpo ya no responda como antes y ya no pueda correr, saltar, jugar en el piso y alzarte como en años anteriores. Por favor hijo, te pido que ahí me des tu mano y tu confianza. Sé que a tu lado podré superar la vejez y no seré una carga para ti.
No olvides que alguna vez fui yo la que te enseñé a caminar, a hablar, la que te abrazó, la que te contuvo, la que te dio de comer, la que te cuidó cuando te sentías mal, la que escuchó y vio cada cosa que quisiste mostrarme y contarme. Y todo lo hice con toda la paciencia que pude y con todo el amor que aun siento por ti.
Cada momento lo disfruté y aprendí de todos. Así que gracias por eso.
Por eso hijo, una vez más te digo: cuando me veas vieja, tenme paciencia y trata de comprenderme porque será difícil para mí y si no logramos llevarlo con humor y cariño será también difícil para ti. No te sientas triste cuando envejezca porque he disfrutado el paso de mi vida junto a ti cada día.
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Disfrutemos ahora de compartir momentos juntos, de reírnos, de abrazarnos, de vernos, demostrémonos todo el cariño que nos tenemos ahora que estoy y por sobre todas las cosas recuerda cuánto te amo.
Atentamente, tu querida madre”.
EL MIEDO A ENVEJECER
La preocupación de los padres que están envejeciendo es casi palpable. Sus ojos, que se llenan de arrugas con los días, evidencian el temor a la vejez y el común denominador en las conversaciones de los viejitos de la familia pasan a ser esos avances tecnológicos que casi nunca entienden.
Cuando el hijo de una mujer entendió esto a través de un artículo decidió compartirlo a través de sus redes sociales.
Y es que su madre se había sentido muy confundida y desconcertada cuando su nieto, Ari, de 20 meses de edad, era muy hábil buscando sus videos preferidos en su Ipad. El joven solo se había reído, pero no comprendía el miedo de la futura anciana por no saber manejar las cosas en un futuro.
EL FIN DE 60 AÑOS DE AMOR
En Francia, una carta desgarradora que se convirtió en best seller, evidenció el amor de una pareja que llevaba 60 años de matrimonio.
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Pero una terrible enfermedad que padecía la señora, impidió que los dos ancianos, de 84 y 83 años de edad, siguieran profesándose el profundo cariño que se tenían. Así que ambos decidieron poner fin a sus vidas.
Tan dramático como un escritor puede ser, el desenlace de esta historia llegó a oídos de todos en Francia y de esta forma la carta fue leída masivamente, dándoles a los franceses una prespectiva diferente de lo que significa la palabra “amor”.
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“Acabas de cumplir 82 años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de 45 kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace 58 años que vivimos juntos y te amo más que nunca”, comienza el escrito.
Si quieres saber cómo terminó esta historia de novela, te tenemos el asombroso final.