Cuidadores preguntan a una abuela de 104 años cuál es su mayor deseo y ella pide ser arrestada
Anne es una abuelita con uno de los deseos más inusuales, pues ella quiere ir a la cárcel.
Cuando de últimos deseos se trata es común imaginar situaciones agradables, increíbles o memorables. Aunque cuando se es anciano, estos anhelos pueden convertirse en algo un poco fuera de lo común.
Es por eso que esta abuela en particular se ha convertido en noticia, pues su deseo de querer ir a un lugar al que generalmente las personas rechazan puede que sorprenda a más de uno: Anne Brokenbrow quiere ir a la cárcel.
Abuelita / Imagen tomada de: Pixabay
ENCARGADOS DE LOS DESEOS
En Stoke Bishop existe una iniciativa llamada Wishing Whasing Line, dirigida por la organización benéfica Alive Activities Alive. El deseo de Anne Brokenbrow fue uno de los más destacados por evidentes razones.
“Mi deseo es… Ser arrestada. Tengo 104 años y nunca he estado en el lado equivocado de la ley.”, se lee en la hoja de deseo de la abuela Anne.
Abuelita / Imagen tomada de: Pixabay
En dicha iniciativa Stokeleigh Care Home participa como una de las cinco casas más que se integraron al norte de la ciudad. El centro de atención recibió una caja para llenar con los deseos de sus residentes junto a los datos con los que podrían ser contactados.
Esposas / Imagen tomada de: Pixabay
Las hojas con los deseos son adjuntadas en la línea de lavado de las tiendas Coop más cercanas, para ser vistas por los compradores los cuales pueden optar por ponerse en contacto con la persona detrás del deseo para hacerlo realidad.
Prisión / Imagen tomada de: Pixabay
SERÁ CUMPLIDO
Al estar siempre “en el lado que corresponde”, la abuela quiere saber lo que se siente estar en el contrario por lo cual pidió un deseo un poco loco pero no imposible.
Los equipos locales de la policía de Stoke Bishop no dudaron en ponerse en marcha con el deseo de la Sra. Brokenbrow y se estima será detenida prontamente.
Hospital / Imagen tomada de: Pexels
También se presentaron deseos un poco más comunes como ir en un Rolls Royce, visitar un club de motos, un masaje de manos con charla incluída, y abrazar a un caniche.
Esto nos recuerdo a una historia similar en la que una mujer en su lecho de muerte le pide a su esposo ver a su perrito por última vez; y él no dudó de meterlo de contrabando al hospital.