Eugenio: las tragedias que escondía el humorista español
Toda España se reía de los chistes de Eugenio, pero nadie sabía que detrás de su humor, había un alma en pena. Un libro de su hijo y un documental retratan los excesos de el humorista.
El documental, llamado "Eugenio", muestra un lado más oscuro y desconocido de uno de los humoristas más queridos de España entre los años 80 y 90.
Este artista de peculiar aspecto hizo reír a miles de españoles sin que se le escapara una sola mueca. Su estilo era, podría decirse, algo sepulcral, dejando que su voz abisal se asomara bajo la luz del reflector en cenital.
Siempre vestía de negro y usaba lentes oscuros. Algo que lo caracterizaba era su barba descuidada, un vaso de whiskey sobre una mesa y un cigarrillo en la mano, así se sentaba en una banqueta y contaba los chistes que lo hicieron tan popular.
“Se presentaba con cara de funeral, con ese hablar pausado, ese acento catalán... Y esa manera de administrar los silencios”, diría Carlos Latre, admirador e imitador de Eugenio.
Eugenio tenía un estilo muy particular para hacer comedia, y a su audiencia parecía encantarle. Su humor era sobrio, inteligente y no daba cabida ni a la política ni al sexo. Sus chistes podían ser disfrutados por toda la familia.
“¿Saben aquel que diu…?”, sería su frase característica.
En vida escribió cientos de chistes a mano, con letra menuda, en sus libretas. Tenía talento nato, era metódico y perfeccionista. Su hermana, Nuria Jofra, cuenta que Eugenio solía compartir sus chistes con su familia “como si fuéramos sus conejillos de indias. Hasta se reía él”.
Pero detrás del humor, se escondía una cara más sombría de Eugenio. Era un hombre de excesos, le encantaba salir de juerga y disfrutar de la compañia de mujeres. También era conocida su afición al alcohol y a la cocaína.
Fue precisamente su dependencia a la cocaína lo que arruinó su larga relación con Conchita Ruiz, con quien tenía un hijo llamado Daniel.
Su éxito fue una amenaza para la estabilidad matrimonial y luego, un cáncer de pecho se llevaría para siempre a la joven Conchita. Ella padeció su enfermedad sola, sin el apoyo de Eugenio.
Luego Eugenio intentaría compensar la depresión con un cúmulo de actuaciones y apariciones en televisión.
Su muerte fue trágica y temprana. El cómico hizo caso omiso a las advertencias de los médicos sobre su estilo de vida autodestructivo. Las noches de juerga y los excesos le pasaron factura y una noche, murió debido a un infarto fulminante en un restaurante de Barcelona.
"Se me murió en los brazos”, dijo su amigo Manuel Agustí en el documental. Eugenio tenía 59 años.
Otro artista que casi lo perdió todo fue Jordi Landeta, quien pasó de la fama en "Serafín" a casi morir y abandonarlo todo.