Bertín Osborne sobre su visita a un sanador espiritual en México: 'Me habían deseado la muerte'
Totalmente sorpresiva resultó la confesión de Bertín Osborne durante el programa Viva la vida, cuando admitió haberse ido con una sanadora en su estadía en México.
La conductora Emma García no salía de su asombro mientras escuchaba al cantante contar su extraordinaria anécdota, cuando incursionó en el ámbito esotérico por recomendación de un trabajador de la discográfica que insistía en que debía hacerse una “limpia espiritual”.
“Nos llevaban a los artistas a una mujer que nos limpiaba de espíritus y malas energías”, comenzó contando Bertín.
De entrada deja en claro que él no cree en el más allá ni en el mundo de los espíritus, y que además le llamó mucho la atención cuando le dijeron que la señora no cobraba, que solo lo hacía por ayudar. Sin embargo, se animó a ir con un grupo de artistas, entre los cuales menciona a Miguel Bosé, a Paloma San Basilio y a Enrique del Pozo.
“Tú ibas por la mañana a cualquier tienda en México, y comprabas un huevo de gallina normal y corriente, y te decían ‘ponle tu nombre al huevo’ y no te separes de él en unas horas”, siguió contando.
Él escribió “Bertín” con un rotulador en el suyo y estuvo unas dos horas con el huevo en la mano, cuidando que no se rompiera. Al llegar, conocieron a la sanadora, la señora Rosita, que iba vestida con un traje de tirantes sin nada más.
“Entrábamos uno a uno, y te pasaba tu mano con el huevo agarrado por la cara, los labios, los hombros. Te pasaba por todo el cuerpo mientras rezaba a Dios, no al diablo y eructaba muchísimo”, recuerda Osborne.
La señora Rosita le explicó que toda la mala influencia y malas energías que tuviera en el cuerpo las absorbía ella y las expulsaba mediante esos eructos, y además, en la noche, debía hacerse una limpieza más profunda de lo recibido en todo el día atendiendo a las innumerables personas que se iban a ver con ella.
Al terminar todo, con la mano de Bertín, doña Rosita rompió el huevo en un vaso con agua y la gran sorpresa fue lo que cayó en el vaso.
“Lo que cayó del huevo fue insólito. Fueron tres plumas negras de cuervo, una cinta roja lleno de alfileres, todo mezclado eso con la yema del huevo, y ella me explicó lo que era: la cinta roja es que me habían deseado la muerte y lo que me quedaba de vida era lo que quedaba de cita sin alfiler”, dice aun sorprendido con el recuerdo.
Pero la historia sigue. Según cuenta Bertín: “a Miguel le cayó al agua un muñeco de cera negro con hilos alrededor de los ojos y en la garganta, porque le habían deseado que se quedara ciego y a Paloma un bicho cayó al agua y se puso a saltar; tenía una peste horrible y resultó ser un sapito”.
El toque final de su historia, fue que meses después repitió su visita, y por suerte, esta vez todo resultó perfecto y estaba libre de malas influencias.