Un hermoso gesto: Un policía coloca un barbijo a un jubilado que estaba desprotegido en la calle

Un funcionario policial de Buenos Aires tuvo un gesto que tocó corazones con un anciano que transitaba por la calle sin protección contra el coronavirus.

Se trata de un policía del Grupo de Prevención Motorizada Federico Solís, cuyo trabajo es patrullar la zona de San Martín en la mencionada provincia argentina.

El martes pasado, el funcionario fue grabado en vídeo ayudando a un señor de la tercera edad que se encontraba haciendo la fila para usar un cajero automático.

El anciano se encontraba sin barbijo, cosa que, en medio de la pandemia que tanto Argentina como el mundo está atravesando, es muy peligrosa y arriesgada.

Recordemos que desde hace semanas, el COVID-19 rápidamente se ha extendido por todo el planeta, dejando miles de víctimas a su paso. A nivel mundial, más de 2.200.000 personas se han contagiado, de las cuales alrededor de 150.000 han muerto.

Como informa el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, en Argentina se han presentado casi 3.000 casos confirmados, de los cuales alrededor de 122 han sido fatales.

Los policías forman parte del grupo de trabajadores esenciales que día a día deben salir a la calle a laborar, al igual que los médicos y otros empleados de otras ramas de primera línea.

Entonces, cuando Solís se percató de esta persona sin tapabocas para protegerse, no dudó en actuar pues, como reveló al portal TN, su lema es: "Ser policía no es un trabajo, es un servicio".

El momento quedó inmortalizado en vídeo que más tarde fue compartido en redes sociales, rápidamente llegando a las 100.000 reproducciones.

“(El anciano) estaba agarrado de una reja y con una bolsita en la mano. Me acerco y le pregunto si no le molestaba que le pusiera un barbijo. Me contestó que no, entonces saqué uno de mi chaleco y se lo puse”, aseguró el funcionario policial.

El policía agregó que el abuelo le agradeció el gesto, mientras soltaba algunas lágrimas. Mira el momento, a continuación.

Lo que estos trabajadores están viviendo tampoco es fácil. Según Solís narró al medio de comunicación, tanto él como sus compañeros están instalados en un club de San Martín acondicionado para que ellos puedan alimentarse, asearse y dormir.

Mientras se mantienen en esas instalaciones, pasan días sin ver a sus seres queridos porque su tarea es sumamente vital e importante: patrullar las calles y garantizar que el confinamiento este cumpliéndose.

Y mientras hay gente como Solís dispuesta a ayudar al prójimo, otros se aprovechan el coronavirus para hacer negocios turbios. En esta oportunidad, a un revendedor de papel higiénico le salió el tiro por la culata al comprar 4.800 rollos. Entérate de cómo fracasó, aquí.