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Niña de 10 años inventa una cortina especial para abrazar a sus abuelos sin perjudicar su salud

Guadalupe Campos
17 may 2020
22:00

El distanciamiento social hace muy difícil el contacto cotidiano con nuestros seres queridos. Una niña estadounidense creó con su mamá enfermera una cortina que le permite abrazar a sus abuelos de todos modos.

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Uno de los aspectos en los que la cuarentena más afecta a las familias es la interrupción, por las medidas necesarias de aislamiento, de muestras de cariño físico con los seres queridos. Esta falta de contacto es especialmente dolorosa para los niños.

La creatividad popular ha encontrado muchas maneras de sortear esta dificultad. Muchas familias han optado, entonces, por mantener el contacto afectivo pero socialmente distante, ya sea por medios electrónicos, o encontrándose, cuando la cercanía lo permite, pero manteniendo las distancias.

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Paige tiene diez años, y vive en Riverside, California. Su mamá, Lindsay Okray, es enfermera, y trabaja en la unidad de COVID-19 del Riverside Community Hospital, por lo cual ella también necesita mantener distancia física de sus seres queridos como precaución.

La niña se inspiró en videos vistos en las redes, donde otras personas idearon formas de aislarse para poder dar un abrazo a sus seres queridos sin riesgos. Diseñó su propio modelo, y puso manos a la obra.

Para fabricar su "cortina de los abrazos" (como ella la llama), Paige usó una cortina de ducha, bolsas Ziploc, una pistola de silicona y platos descartables. Con estos elementos humildes, mucho de ingenio y otro tanto de empeño, la niña creó su sistema para abrazar a sus abuelos.

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Lindsay espera a sus abuelos con una sorpresa. | Foto: Facebook/Lindsay Okray

Lindsay espera a sus abuelos con una sorpresa. | Foto: Facebook/Lindsay Okray

Page y su mamá instalaron la "cortina de los abrazos" en la puerta del frente de la casa de los abuelos. La adhirieron al marco de la puerta, y la fijaron con cinta adhesiva.

En el centro de la cortina hay cuatro perforaciones, en las que hay prolijamente fijadas cuatro "mangas" plásticas: dos a la altura de los brazos de la niña, y dos a la de un adulto.

De esa manera, sus abuelos pudieron poner sus brazos en las mangas plásticas altas, y ella en las de abajo. Y lograron, nuevamente, fundirse en un abrazo, tras tantos días de distancia. Eso sí, sin poner en riesgo ninguna vida.

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