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Corinna zu Sayn-Wittgenstein vivió una lujosa vida en un dúplex en Mónaco con vista al mar

Mayra Pérez
12 jul 2020
20:40

Hasta hace casi una década, la vida de la examiga del entonces rey de España dejó de ser anónima para estar en el foco de los medios internacionales, y abrió su hogar a la prensa para su propia protección.

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La empresaria alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein forma parte del grupo de personas cuyas vidas dieron un giro radical al estar de alguna manera relacionadas con las controversias de la Casa Real durante el reinado de Juan Carlos de Borbón.

Sin embargo, por muchos años disfrutó de una cómoda y agradable vida en el anonimato, en un espacioso dúplex ubicado en una zona privilegiada del Principado de Mónaco, con una espectacular vista al mar.

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“Con una decoración elegante y muy sobria, simple, digna de olvidar”, dicen fuentes anónimas que tuvieron la oportunidad de visitarla, según ‘Vanitatis’.

Entre los detalles resaltantes en esa decoración, recuerdan en forma especial una caja de plata que se encontraba en la entrada del apartamento y que guardaba gran similitud con una del palacio de la Zarzuela.

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También la presencia de muchísimas fotografías en las que Corinna estaba acompañada de personajes famosos, como el príncipe Alberto de Mónaco, y claro, una del rey Juan Carlos I con el hijo de ella.

En el apartamento se podían apreciar dos áreas bien definidas, una de las cuales se utilizaba como vivienda, mientras la otra cumplía funciones de oficina, sin embargo aparentemente el personal usaba en forma indistinta ambos espacios.

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Quienes tuvieron ocasión de conocer más de cerca a Corinna, comentan que en el hogar había un constante flujo de personas entrando y saliendo.

También recuerdan que a la ‘princesa’, como era llamada algunas veces, le gustaba tomar sopa con frecuencia, y tenía un cocinero que se encargaba de preparar la comida y también la cena.

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En contraste con la actualidad, la vida de la empresaria era muy activa, rodeada de personas pertenecientes a las grandes élites internacionales, entre fiestas glamorosas y logrando concretar los mejores negocios.

Pero todo cambió cuando su situación con el rey se hizo pública. “Por aquel entonces ella sufría mucho, lo pasaba muy mal, tenía miedo y vivía con la obsesión de que la vigilaban en todo momento”, dicen las mismas fuentes.

Finalmente decidió cambiar su residencia a la ciudad de Londres, donde vive con muy poca interacción social en compañía de su hijo.

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