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La memorable boda de Lydia Lozano y Charly: el sacerdote les falló tres días antes del evento

Guadalupe Campos
08 sept 2020
12:40

El matrimonio de Lydia Lozano con su marido, Carlos García-San Miguel y Rodríguez de Partearroyo, lleva más de tres décadas de sólida relación. En 'Mi casa es la tuya', la periodista habló con Bertín Osborne sobre cómo se conocieron y los percances del día de su boda.

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La boda de Lydia Lozano, según ella la cuenta, tuvo todos los elementos para ser un episodio de una comedia de enredos: desde problemas de puntualidad hasta un sacerdote faltante, con aquel casamiento pasó de todo.

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La relación de los novios, además, tuvo sus momentos pintorescos desde el comienzo mismo. Charly era conocido del entonces novio de Lydia, y se vieron por primera vez en una reunión de amigos.

"Me hizo mucha gracia cómo iba vestido", recuerda. "Iba con unos Levi's negros, una camisa vaquera negra y unas zapatillas verdes".

Poco después, la relación de Lydia, que ya iba mal, terminó. Y Charly la invitó a cenar. A partir de entonces han sido inseparables.

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La boda estuvo signada por los percances. El primero de ellos fue que se quedaran sin sacerdote para que los casara cuando ya estaban todos los preparativos hechos. Era, según cuenta, un conocido de la familia, que sufrió una desgracia en esos días, y no pudo tampoco ayudarlos a resolverlo.

"Tres días antes de la boda me quedé sin cura", contó. "Era amigo de mi cuñada Paloma, se le murió alguien y nos dejó tirados".

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Por una sugerencia que recibió en el salón de belleza, buscó en las páginas amarillas. Allí, cuenta, salían seis sacerdotes, y los llamó a todos.

"Ninguno me quiso casar”, recuerda. Pero no dejó de aprovechar la circunstancia: “Les hice un reportaje en Interviú y saqué una pasta. Los denuncié a todos. Oye, me pagaron la luna de miel".

No fue la única anécdota concerniente a la búsqueda de un sacerdote que los uniera en matrimonio ante Dios. Contó a Bertín, también, que en su recorrida en Vespa por las iglesias hubo una caída de la que podrían haber salido mal parados. "No fuimos los dos escayolados de puro milagro", rió.

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El día de la boda no estuvo exento de problemas. El novio, que había pasado la noche de despedida de soltero (“con algunas amigas tuyas”, le soltó a Bertín), llegó media hora después de lo pactado. Ya la familia empezaba a inquietarse y a pensar que él la había plantado frente al altar.

"Mi padre dando vueltas", recuerda, se preguntaba: "¿pero este va a venir?"

Todo esto hizo mella en sus nervios. Hasta tal punto que se trastabilló diciendo los votos. "Estaba tan nerviosa que dije Yo Charly te quiero a tí Lydia", rememora.

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Al principio, confiesa, él no sabía que ella trabajaba en el mundo del corazón. Cuando se enteró, eso pasó de todas maneras a ser un tabú social: tenía amistades muy conocidas, a las que Lydia les había sacado fotos.

Por ese motivo, cuenta Lydia, acostumbraba decir que era bibliotecaria, ocupación que no despertaba suspicacias. Con el tiempo supieron a qué se dedicaba realmente, pero ella pudo ganarse su confianza gracias a su discreción. "Mira que he visto cosas", dijo, enigmática.

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Charly, sin embargo, siempre se ha mantenido al margen de los medios. No le gusta la exposición mediática, al punto de que han llegado a tener alguna discusión porque ella comentó en 'Sálvame' algún regalo que él le hizo.

"Nunca ha pisado un plató", afirmó. "Nunca ha estado en las instalaciones de Mediaset".

Pese a esa fundamental diferencia entre ellos, ambos se quieren y se respetan. Y más de tres décadas después, aquello que comenzó como la más accidentada de las bodas sigue siendo un sólido y bonito matrimonio.

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