"Mi madre murió cuando yo tenía 20": la emotiva historia de una mujer que sufrió una gran pérdida
La joven compartió la experiencia que, a pesar del dolor, la ayudó a convertirse en la persona que es hoy en día.
"No vengo a hablar de la vida rural ni de lo bonito que es educar a niños, sino del momento más duro de toda mi vida: cuando murió mi madre", así comienza la historia de Ana, de 24 años, quien decidió abrirse con Yaas para demostrar que no hay mal que por bien no venga.
Mujer preocupada. │Foto: Freepik
UNA MUERTE REPENTINA
La joven maestra de primaria recurrió a la magia del Internet para exponer los pormenores de cómo vivió la repentina muerte de su mamá, hace cuatro años. Según relató, todo comento un octubre del 2014, cuando su mamá acudió al médico por un dolor de pierna.
Aunque le recetaron un medicamento analgésico y la enviaron a casa, la molestia persistió y tras un par de semanas la señora falleció de manera inesperada.
NO LO PODÍA CREER
Tras una autopsia descubrieron que la mujer había muerto por una embolia pulmonar, producida por un coágulo de sangre que se movió desde la pierna al pulmón. El golpe fue tan repentino, que Ana simplemente no se lo podía creer.
"Mi madre era una mujer sana, no fumaba ni nada, y llevaba una vida normal con hábitos saludables. Lo último que nos esperábamos era que se nos fuese de repente", señaló la joven, según reflejó Yaas.
FUE MUY DOLOROSO
Ana relató que estaba en la universidad cuando su hermano la llamó para decirle que mamá había entrado en estado crítico. Aunque para el momento ya había fallecido, el hombre no quiso darle la noticia por teléfono.
Sin pensarlo mucho, la chica salió al encuentro con sus familiares. Al llegar, encontró al hermano y a la tía llorando desconsoladamente. Fue cuando le contaron la verdad. Su reacción vino acompañada con un ataque de pánico en plena terminal de buses.
Hombre en un cementerio frente a una tumba. │Foto: Pexels / Brett Sayles
CAYÓ EN DEPRESIÓN
Aunque admitió que los días siguientes no los recuerda bien, Ana comentó que su padre demandó al hospital y la institución tuvo que pagarles una indemnización. Su hermano tuvo un bebé, pero ella seguía sintiéndose vacía.
Se sentía tan deprimida que habló con sus profesores para estudiar desde casa, pues se sentía cómo una especie de zombi. Su estado era tan delicado que una de sus docentes le recomendó visitar al psicólogo de la universidad.
LA IMPORTANCIA DE PEDIR AYUDA
"Digo esto porque me parece muy importante pedir ayuda y sé que si no hubiese ido al psicólogo. (...) Mi padre no se dejó ayudar y sigue hecho polvo", compartió la joven, asegurando que gracias a la terapia ha estado recuperando su vida.
Ahora, aunque sigue extrañando a su madre, ya no se siente culpable por seguir adelante con sus días, por reír y por pasarla bien. Ana prefiere quedarse con los buenos recuerdos y desechar el dolor de la ausencia.