Perdonan al hombre que mató a su hija y lo dejan mudarse a su casa: "Se convirtió en un hijo"
Su hija acaba de morir, pero de pronto pensó en el hombre que estaba detenido en la estación de policía. No tenía familia ni nadie que le brindara solidaridad.
Elizabeth Jiménez estaba llena de dolor. Su hija María había fallecido antes de cumplir 24 años. Nick Tay iba manejando el auto que chocó por conducir a exceso de velocidad. Solo él sobrevivió.
En la mente de la madre se tambaleaban muchas preguntas. Con el corazón roto por tanto sufrimiento se interrogaba a sí misma. “¿Cómo María le había pedido a su amigo que condujera esa noche?”.
SIN FURIA
Resulta que la chica había bebido en una fiesta y prefirió ceder el volante. Ante lo ocurrido, la mayoría de las madres hubieran reaccionado con instinto de venganza hacia la persona que acabó con la vida de su ser amado. Pero Elizabeth no sentía furia.
Sin conocer todos los detalles del suceso, de pronto recordó que los familiares de Nick vivían todos en Singapur. Creyó que el amigo de su hija podía estar desesperado y al contrario de lo que hubiera sido un instinto común, la madre se preocupó por el hombre que mató a su hija.
“Todo que sentí fue una profunda preocupación por este joven al que no conocía. Solo quería estar a su lado”, dijo Jiménez y compartió Mirror.
María había mencionado a Nick por primera vez en marzo de 2017. Él se había mudado un año antes al Reino Unido para estudiar y estaba en el mismo grupo de música religiosa que ella. Los jóvenes habían entablado una bonita relación.
Mujer abraza a un chico. | Foto: Shutterstock.
NO SENTÍA LO MISMO
Mientras la afligida madre sentía compasión por el chico al que culparon de la muerte de María, Fernando estaba lleno de rabia. El padre de la joven no experimentaba el mismo sentimiento que su esposa.
El pastor evangélico se culpó por haberle regalado un auto a su hija. Cuando se enteró de lo ocurrido quería matar a Nick. Estaba alimentado por la ira.
Luego Elizabeth le pidió que se pusiera en los zapatos del joven. Intentaron visitarlo, pero la policía se los negó.
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Elizabeth y Fernando se dieron el espacio para llorar a su manera. Pero dos días después de la muerte de María, decidieron que querían que Nick los visitara en casa. Le habían levantado la custodia policial mientras iniciaba el juicio.
Durante la espera, ambos estaban profundamente emocionados. Una de las principales prioridades de Elizabeth era ver que Nick estuviera bien.
Vio al joven asustado caminar hacia la sala donde estaba Fernando. Nick lo abrazó y le dijo: “Por favor, perdóneme”. Ambos se derrumbaron llorando al suelo.
En ese momento su ira se desvaneció y su corazón se llenó de misericordia y compasión. Dejó que la culpa y la amargura se fueran. Decidió amar a Nick y se convirtió en otro hijo para él y su esposa. Lo acogieron en su hogar.
Otros padres en su posición podrían haber estado desesperados por ver encarcelado al hombre que llevó a la muerte de su hija. Pero esta pareja no quería que Nick fuera a prisión. Elizabeth intentó evitar que fuera procesado.
Sin embargo, el tribunal escuchó cómo Tay, de 25 años, aceleraba por una carretera de doble calzada en el suroeste de Londres. Conducía a más del doble del límite, cruzó dos carriles, golpeó la reserva central y volcó el auto. María murió en lo que la policía describió como "un incidente que fue totalmente prevenible".
Nick se declaró culpable y fue encarcelado durante cinco años y descalificado para conducir durante cuatro años y medio. Fernando y Elizabeth no han dejado de apoyarlo desde que fue a prisión. Lo visitan todas las semanas.
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