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Mujer pelea con tía en el funeral del abuelo que era como su papá - Historia del día

La pérdida de un ser querido es algo extremadamente doloroso. Sin embargo, sus dolientes pueden manifestar su dolor de diferentes maneras.

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El padre de María la había abandonado cuando tenía 7 años de edad. La joven también perdió a su madre cuando tenía 11, poco después de la muerte de su abuela.

En aquel entonces, su abuelo materno, llamado Oscar, también estaba muy mayor y tenía problemas de salud. A pesar del luto por la pérdida de su esposa y su hija, decidió encargarse de su nieta y se la llevó a su casa.

Joven sosteniendo la mano de su abuelo en cama. │Foto: Shutterstock

Joven sosteniendo la mano de su abuelo en cama. │Foto: Shutterstock

El abuelo se había convertido en una figura paterna para María. En ocasiones, ella expresaba su preocupación por él, pero el anciano siempre le decía que no se angustiara.

Le aseguraba que estaría con ella hasta que cumpliera los 21 años. Y así fue. Poco después de que la joven cumpliera esa edad, su abuelo murió. Él era la luz de su vida. Pero no pudo derramar lágrimas cuando falleció.

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Era difícil para ella explicar el motivo. Pero mientras él estaba en su lecho de muerte, bromeaba con ella pellizcándole el brazo y diciéndole: “No llores, porque yo no estoy llorando”.

“Después de la muerte de mi abuelo, recibí un mensaje de mi tía que decía que yo la había decepcionado”. En el mensaje le reclamó que no había estado visiblemente triste.

María le dijo que su abuelo le había pedido que no llorara y esta aparentemente había sido una respuesta muy pobre para ella. La joven decidió ignorar el recamo de su tía, pues toda la familia estaba de duelo.

Joven afligida sosteniendo un ramo de rosas. │Foto: Shutterstock

Joven afligida sosteniendo un ramo de rosas. │Foto: Shutterstock

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La chica no regresó a casa de su abuelo durante tres días, pues quería evitar estar sola. Pero cuando volvió encontró los estantes vacíos. También notó que faltaban algunos muebles y varias fotografías que estaban colgadas en las paredes.

Inmediatamente supo que había sido su tía y no tardó en enfrentarla. Fueron varias las discusiones que hubo entre ambas debido a esto. Finalmente, Ana le devolvió a María la mayor parte de las cosas que se había llevado.

Quizás la tía había pensado que la joven no se daría cuenta, pero no solo se había llevado las medallas de servicio militar de su abuelo, sino que también las había vendido.

Afortunadamente, logró contactar a la persona que las había comprado y este no tuvo problema en devolvérselas. Ella también le devolvió lo que había pagado.

A pesar de todo, María no quiso pedirle a su tía que le devolviera el dinero de la venta, pues ya era feliz con tener de vuelta ese preciado recuerdo de su abuelo.

Conjunto de velones en un funeral. │Foto: Shutterstock

Conjunto de velones en un funeral. │Foto: Shutterstock

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Cuando llegó el día del funeral, su tía comenzó a acosarla por el hecho de que su abuelo sería cremado. La joven le explicó que esa había sido la decisión de Oscar, no de ella. Ana le contestó que eso contradecía sus valores católicos.

La nieta de Oscar es una persona tranquila que prefiere evitar problemas. Sin embargo, la incómoda situación con su tía continuó en la reunión posterior.

Ana les dijo a los demás que María era una egoísta por no permitirle llevarse ninguna de las pertenencias de su fallecido abuelo. También manifestó que la joven lo había presionado para que le cediera su casa.

Algunos de los viejos amigos del abuelo luego invitaron a la chica a sentarse en su mesa. En esa mesa también estaba sentada su tía.

Ella trató de no prestarle atención, pero la conversación pronto se desvaneció. En ese momento, Ana aprovechó la oportunidad de continuar molestando.

Les dijo a todos que su sobrina no le había permitido llevarse ni una medalla. Ya la joven no pudo aguantar más y terminó de explotando en una mezcla de blasfemias.

Mujer enojada gritando. │Foto: Shutterstock

Mujer enojada gritando. │Foto: Shutterstock

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La tía de la joven comenzó a llorar y ella le reclamó por haber vendido las condecoraciones de su abuelo. Luego María volvió en sí.

No estaba arrepentida de lo que le había dicho a su tía. Pero sí se sentía profundamente avergonzada de su comportamiento frente a todos ante la dolorosa ocasión.

Aunque algunos le ofrecieron apoyo, ella no respondió. Simplemente no podía quitarse en inmenso sentimiento de culpa que tenía tras haber reaccionado de esa forma en el funeral de su abuelo.

Pensó que lo mejor era disculparse con los asistentes, pese a que lo ocurrido probablemente no se borraría de sus mentes.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

1.

El dolor por la pérdida de un ser querido puede nublar la visión.

Antes de decir o actuar, piensa las cosas y así evitas problemas o herir a alguien.

2. Hay lugar y ocasión para todo. El funeral del abuelo no era el momento adecuado para discutir sobre sus posesiones.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría inspirar a otros a compartir sus propias historias o ayudar a más personas.

Esta es una obra de ficción. Nombres, personajes, negocios, eventos e incidentes son productos de la imaginación del autor. Cualquier parecido con personas reales, vivas o fallecidas, o hechos reales es pura coincidencia.

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