Policía fue trasladado de ciudad y allí encontró a su hermano desaparecido hace 20 años
Durante más de dos décadas, la familia Rincón vivió con la angustia de no saber si su ser querido estaba vivo o muerto. Pero su madre nunca dudo de que volvería a verlo.
Cuando el hoy agente de la policía colombiana Ángel Rincón tenía apenas unos 11 años, vivió junto a su familia una terrible pesadilla. En un viaje con destino a Bogotá su hermano Fabio simplemente desapareció.
A lo largo de 20 años no supieron nada de él, y aunque nunca perdieron la fe, la situación fue muy traumática. Pero una llamada telefónica cambió todo.
Fabio Rincón poco antes de desaparecer de su hogar. | Foto: Captura YouTube/Noticias Caracol.
LA LLAMADA
Con el paso de los años, Ángel se convirtió en agente de la policía. Quiso el destino que debiera desplazarse a Bogotá para hacer un curso de reentrenamiento antiextorsión en el Cenop.
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Lo último que sabían de Fabio era que había viajado hacia Bogotá para hacerse unos exámenes médicos y nunca más había regresado ni contactado a la familia. Su madre le pedía a la Virgen de Chiquinquirá que se lo cuidara.
Estando Ángel en esa ciudad, uno de sus hermanos lo llamó con una increíble novedad. Había recibido una llamada de Fabio, donde le pedía dinero para reparar su carreta de reciclaje. Armado con ese número telefónico, inició la búsqueda.
No resultó sencillo. Aunque la llamada había sido hecha desde el barrio La Favorita, el número no le pertenecía a Fabio. Pero con la autorización del cuerpo policial, Ángel se desplazó hacia ese peligroso lugar, vestido de civil.
Después de múltiples entrevistas y de recorrer cada rincón del lugar, finalmente alguien le señaló el carro de reciclaje de su hermano. Y ahí, acostado entre plásticos, estaba un hombre muy deteriorado. Era Fabio.
EL REENCUENTRO
Aunque ninguno se reconoció en un primer momento, pronto se fundieron en un cariñoso abrazo. Ángel supo que su hermano había conocido las drogas al llegar a Bogotá, y no pudo regresar a su hogar.
“Me miraba a un espejo y a veces lloraba, me salían las lágrimas de ver que no era lo mismo que cuando me vine de la casa. Estaba aquí en las calles y no era el mismo. Uno se destruye”, dijo Fabio, según recoge El Tiempo.
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Luego de asearse y disfrutar una buena comida, Fabio aceptó regresar al hogar familiar, no sin antes pasar por una floristería para comprarle un ramo a su madre. Quería pedirle perdón por el dolor que le causó.
Su madre tan solo agradeció a Dios y a la Virgen por haberle devuelto a su hijo. El ahora comienza a transitar el difícil camino de la rehabilitación, pero confía en lograrlo con el apoyo y el amor de su familia.