La hija de Barbara y George H.W. Bush murió a la edad de 3 años: así fue su corta y trágica vida
La pérdida de un hijo es quizás la peor pesadilla de los padres, y para la ex primera familia de los Estados Unidos, el dolor de perder a su bebé de tres años persistió décadas después del incidente.
George Herbert Walker Bush nació en Milton, Massachusetts, en 1924. Tan pronto como cumplió 18 años, se enlistó en la marina y fue piloto en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. En 1945 se casó con la joven y bella Barbara Pierce.
Juntos tuvieron seis hijos, 17 nietos y ocho bisnietos. En 1988, Barbara se convirtió en la 41ª Primera Dama de los Estados Unidos cuando su esposo se convirtió en presidente de los Estados Unidos de América.
George y Barbara Bush con sus cuatro hijos. | Foto: Getty Images
Su hijo George W Bush se convertiría en el 43º presidente de los Estados Unidos de América. La prominencia que la familia había ganado a lo largo de los años no pudo borrar el doloroso golpe de perder a un ser querido, la amada Robin.
LA EFÍMERA LUZ DEL HOGAR
A fines de la década de 1940, Bush y su esposa Barbara se sintieron abrumados por la necesidad de tener una hija para romper la monotonía en el hogar provocada por los cuatro varones que ya estaban criando.
En ese momento, George y Barbara ya eran padres de Neal, Marvin, Jeb y George. Hacia fines de 1949, sus oraciones fueron respondidas y dieron la bienvenida a una niña rubia a la que llamaron Pauline Robinson.
Los Bush y toda la familia estaban encantados. No podrían haber estado más agradecidos por la nueva incorporación. La pequeña Robin era la niña de los ojos de sus padres y, al igual que sus hermanos, era vital y expresiva.
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Sin embargo, en 1953 la niña había comenzado a quejarse de cansancio. Barbara, alarmada, llevó a Robin a un pediatra. La devastadora noticia llegó unos días después: estaba gravemente enferma. Tenía leucemia, una condición de la que no habían oído hablar.
La peor parte fue que las posibilidades de que se recuperara eran escasas. Los médicos aconsejaron a los devastados padres que fueran discretos respecto a la enfermedad de su hija.
“Su consejo era no decírselo a nadie, irnos a casa, olvidar que Robin estaba enferma, hacerla sentir lo más cómoda posible, amarla y dejar que se fuera. Dijo que eso pasaría muy rápido", escribió Barbara en sus memorias de 1994, según recoge The Washington Post.
Los Bush no podían simplemente sentarse y ver a su pequeña desvanecerse ante sus ojos, por lo que lucharon por la vida de su hija. La llevaron a Nueva York, donde el tío de Bush era médico en un centro de cáncer.
Robin estuvo en el hospital durante siete meses, fue sometida a todas las pruebas que los médicos consideraron necesarias. Las transfusiones de sangre y las pruebas de médula ósea eran el día a día de esta niña de tres años.
Es difícil para cualquier padre ver a su bebé en tal condición y, a pesar de la regla de Bárbara de "no llorar en la habitación de Robin", su esposo no podía evitarlo. Cada vez que las lágrimas amenazaban con salir, corría al pasillo para calmarse.
En el verano, el cáncer pareció remitir y sus padres la llevaron en avión a la casa familiar en Maine para ver a sus hermanos. Esta sería la última vez que la pequeña viera a sus amigos y familiares.
DOLOROSA PARTIDA
Poco después, Robin contrajo neumonía y necesitó oxígeno constante. Su cuerpo estaba lleno de hematomas y su salud estaba decayendo rápidamente. Los padres sintieron que habían hecho lo suficiente por la niña y que era hora de dejarla ir.
Barbara peinó sus rizos rubios una última vez, y su amada niña finalmente murió en sus brazos. El dolor que sintió no era comparable con nada que hubiese sentido antes.
“Un minuto ella estaba allí, y al siguiente se había ido. Realmente sentí que su alma salía de ese hermoso cuerpecito", contó Barbara, según recoge The Atlantic.
George H. W. Bush, y su esposa, Barbara, viajan en la parte trasera de un carrito de golf con su perro Millie en su casa en Walker's Point el 25 de agosto de 2004 en Kennebunkport, Maine. | Foto: Getty Images
Los Bush decidieron donar su cuerpo para la investigación de la leucemia; querían ayudar a los médicos a comprender mejor la enfermedad y así, ayudar a salvar otras vidas.
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La muerte de Robin traumatizó a la familia Bush durante mucho tiempo. El pequeño George a menudo se despertaba en medio de la noche aterrorizado por las pesadillas. Siendo el mayor, era el único de los niños que podía recordar vividamente a su hermana.
EMOTIVA CARTA
Después de la muerte de su "Ángel de Navidad", como los Bush solían llamar a Robin, George escribió una emotiva carta a su madre. Le describió el dolor que estaba sintiendo por la pérdida.
Le dijo que la pequeña había cambiado su vida en el poco tiempo que estuvo con ellos. Había jugado, reído, llorado y peleado como el resto de sus hijos, pero ella tenía una dulzura especial.
Barbara falleció en abril de 2018, y en noviembre del mismo año la acompañaría su esposo. Los dos descansan junto al lugar de Robin. Bush Jr. dijo que su padre finalmente podría abrazar a Robin y volver a tomar la mano de su esposa.