Mi marido celoso revisaba mi celular todos los días hasta que yo revisé el suyo una vez - Historia del día
Mi esposo celoso comenzó a controlar cada uno de mis movimientos y a revisar mi celular constantemente, pero descubrí la verdad después de una sola llamada telefónica.
Estaba tan enamorada de Frank que me sentía en las nubes. Él era el hombre de mis sueños, adorable, considerado, tierno y amable. Nunca imaginé que pudiera ser otra cosa, jamás.
Cuando Frank me propuso matrimonio seis meses después de conocernos, acepté, pero a mi padre no le gustó la idea. Me dijo que era mejor conocernos por más tiempo.
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Yo sabía que seríamos felices para siempre… Y durante los primeros seis meses de casados todo fue exactamente como yo lo había imaginado.
El primer indicio que tuve de que Frank estaba cambiando fue cuando nos invitaron a una fiesta. Me puse un pequeño y sexy vestido negro que a él siempre le había encantado.
Sin embargo, cuando salí del baño frunció el ceño. Me dijo que no quería que me pusiera ese vestido, que no quería que otros hombres me miraran ni pensaran en mí de esa manera.
Quedé bastante sorprendida y mostré mi descontento, pues a él siempre le había gustado que usara ese vestido. Me dijo que eso era ANTES, cuando no era su esposa.
Entendí con eso que de ahora en adelante debía lucir desaliñada y recatada para el resto del mundo y sexy solo para él. Para mantener la paz, me cambié de vestido. Fue un gran error.
Lo de Frank se volvió insostenible. Observaba todos mis movimientos y lo sorprendí revisando mi celular varias veces. Cuando me quejé, ni siquiera se disculpó. Dijo que si no tenía nada que ocultar, ¡no debía importarme!
Le dije que era una cuestión de respeto a mi privacidad y empezó a gritar que debía estar engañándolo si estaba tan preocupada por mi teléfono. Se encerró en el baño con mi celular y se puso a leer mis mensajes.
Poco tiempo después, Frank comenzó a aparecer en mi trabajo sin previo aviso para llevarme a almorzar. Luego empezó a aparecer a media mañana solo para saludar.
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También empezó a acusarme de tener una aventura con mi jefe, un hombre encantador y paternal que ha estado felizmente casado durante 24 años. Yo no podía creerlo, le dije a Frank que estaba imaginando cosas, que necesitaba ayuda.
Estaba tan furioso con mi jefe que decidí dejar el trabajo con la condición de que fuéramos a terapia de pareja. Por supuesto, tan pronto como renuncié, Frank se retractó de su promesa.
“Si de verdad no hubiera pasado nada con tu jefe, no habrías renunciado”, afirmó mi esposo.
Yo estaba desesperada por encontrar una manera de asegurarle a Frank que lo amaba, que era fiel y que siempre lo sería. Sugerí que nos fuéramos juntos por una semana de vacaciones a México para encarrilar nuestra relación.
La segunda luna de miel resultó ser un completo desastre. Frank me acusó de coquetear con el barman, el camarero y el conserje del hotel solo porque sonreí cuando les di las gracias.
Me prohibió los bikinis y tuve que usar una camiseta sobre mi traje de baño porque él no quería que otros hombres vieran mi cuerpo. Fue la semana más larga y miserable de mi vida.
Regresamos y yo quería empezar a buscar un nuevo trabajo, pero Frank no quería ni hablar de ello. Dijo que él ganaba mucho dinero y que yo no necesitaba trabajar. Mi vida se convirtió en una pesadilla.
Frank me llamaba decenas de veces al día, me preguntaba qué estaba haciendo, comprobaba a qué hora iba de compras y cuánto tiempo me tomaba hacer mis recados. Y siguió revisando mi teléfono.
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Incluso sospeché que había instalado una aplicación para comprobar dónde había estado. Sé que debí haberlo dejado, pero amaba a Frank y pensé que sus celos eran porque me amaba mucho.
Pensé que cuando él se diera cuenta de que yo también lo amaba, vería que sus celos eran irracionales. Pero estaba muy equivocada. Una noche, después de una agradable cena sin discusiones, casi como en los viejos tiempos, Frank fue a darse una ducha.
Yo estaba ordenando el dormitorio, preparándome para la cama, cuando sonó su teléfono. Decía “trabajo” y pensé que podía ser urgente, así que contesté la llamada.
La voz de una mujer al otro lado de la línea declaró que lo quería “ahora mismo” y que no estaba de humor para esperar a ser traviesa en la oficina. Le ordenó que “inventara cualquier excusa” porque su esposa era tan estúpida que creería cualquier cosa.
Quedé en shock. Colgué el teléfono, tomé mi bolso y mi chaqueta, y salí por esa puerta sin mirar atrás. No sé qué pensó Frank cuando salió de la ducha y descubrió que me había ido.
Me fui a casa de mis padres hasta que pude recuperar mi vida y le pedí el divorcio. Llamé a mi antiguo jefe y recuperé mi trabajo. Encontré un nuevo apartamento y comencé a sentirme como antes.
Un año después, estaba cenando con mi nuevo novio cuando Frank se acercó a nosotros en el restaurante. Empezó a despotricar que siempre había sabido que yo era una infiel y me insultó.
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Mi novio se molestó, pero le dije que yo lo manejaría. Me volví hacia Frank y le dije que ÉL era el infiel y que ÉL era el único en quien no se podía confiar. Me había juzgado todo el tiempo según su propio comportamiento.
Le dije que una vez lo había amado de verdad, pero que nunca se había merecido ese amor. No lo conocía, y sus acusaciones solo significaban que él nunca me había conocido. Nunca más volví a ver a Frank.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La confianza es la base de cualquier relación exitosa.
- A los indignos de confianza les resulta muy difícil confiar en alguien.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.