Niño es atrapado robando en una tienda y luego le salva la vida a la dueña - Historia del día
Un niño fue sorprendido robando en una tienda, pero en vez de llamar a la policía, la propietaria decidió ser benevolente.
Era una noche fría. Jesús se abría paso por un callejón oscuro que salía a la plaza del pueblo. Era un delgado niño de doce años, y esa noche estaba en una misión.
Su madre, Esmeralda, estaba enferma en casa, y no tenían ni medicinas ni comida. Había gastado lo último que tenían en un pan que pensaba compartir con ella a su regreso.
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Conocía la ciudad como la palma de su mano, por lo que sabía que podía escapar en el momento en que saliera de la tienda. Ese era su plan, tomar lo que necesitaba rápidamente y correr. Pero el destino tenía otros planes.
Tan pronto como entró en la tienda de conveniencia, vio los antibióticos que requería. Caminó casualmente hacia el estante donde se encontraban y escogió el que pensó que funcionaría mejor.
Vio alimentos que sabía que ayudarían mucho a llenar sus estómagos esa noche, pero sabía que lo atraparían si tomaba demasiado. Astutamente deslizó el frasco de píldoras en su bolsillo y se dispuso a salir de la tienda.
Su corazón latía más rápido mientras se acercaba a la puerta. En ese momento, habría dado cualquier cosa por moverse más rápido, pero sabía que tenía que parecer lo más discreto posible.
Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta para salir, fue agarrado por la espalda por la dueña de la tienda. Era una mujer grande. Lo había estado observando desde que entró y había tenido la suerte de verlo meter la medicina en su bolsillo.
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En lugar de hacer un escándalo, lo arrastró a una esquina de la tienda y le dio una palmada en las orejas. “¡Ay!”, gritó el chico.
“Duele, ¿verdad?”, preguntó la mujer mientras le daba palmadas sobre la ropa en busca de las pastillas. “A ver, ¿por qué un niño robaría esto? ¿Quién te mandó a hacer?”.
“¡Es para mi mamá enferma!”, dijo el chico entre lágrimas.
Cuando lo escuchó, la mujer, llamada Berta, se compadeció de él y decidió dejarlo ir. Antes de irse le dio algo de comida: pan, azúcar y mantequilla, pues lo había notado un poco desnutrido.
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“Gracias señora”, dijo Jesús. Luego se fue apresuradamente antes de que ella cambiara de opinión.
No podía creer su suerte. Ya afuera, miró hacia la tienda y prometió pagar su deuda de alguna manera. Regresó a casa con la medicina y su madre sobrevivió. Pasaron años después de aquella ocasión, pero la dueña de la tienda nunca volvió a ver al niño.
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Berta dirigió la tienda durante la mayor parte de su vida, y su joven hijo la ayudaba. Pero en su vejez, sufrió un ataque cardíaco que la llevó al hospital. Él recibió la factura por su tratamiento y se sorprendió por la suma que se necesitaba.
No tenía dinero para pagar porque él era solo un adolescente y dependía de su madre. Se dio cuenta de la gravedad del asunto, por lo que se acercó al médico a cargo para contarle su situación.
“Ah, veo que has recibido la factura del tratamiento”, dijo el médico cuando vio al chico. “Asegúrate de regresar con el dinero mañana para que podamos empezar a trabajar para que tu madre mejore”.
“Doctor”, comenzó el niño. “Mi mamá ha sido dueña de una tienda por más de treinta años. Es una mujer humilde que ha invertido tanto en mi educación y mantenimiento que apenas tiene dinero para cuidar de sí misma.
“No podemos pagar esta factura señor y quisiera pedirle humildemente algo de tiempo para poder poner la tienda a la venta y conseguir algo de dinero para cubrir sus gastos”.
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El médico escuchó su difícil situación y, después de que el niño se fue, solicitó el expediente de la paciente. Al día siguiente, el hijo de Berta estaba a punto de salir del hospital para encontrarse con un agente inmobiliario cuando volvió a recibir la factura.
Venía adjunta con un recibo. La cuenta se había saldado, y debajo estaba escrito que se había pagado hace años con pan, azúcar y mantequilla.
Resulta que el médico que trató a su madre y pagó las facturas era el mismo niño al que Berta había ayudado hace años. Su benevolencia había completado el círculo.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El bien siempre es recompensado. El favor que Berta le había hecho a Jesús volvió al punto de partida cuando él decidió pagar las facturas del hospital en agradecimiento por lo que ella había hecho por él cuando era más joven. Si la mujer no lo hubiera ayudado, después se habría arrepentido.
- Una buena acción merece otra. Cuando alguien te hace un favor, siempre es buena idea compensarlo haciéndole una buena acción a cambio. Jesús juró pagar su deuda con Berta y al final pudo salvarle la vida.
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